Capítulo 12.

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Louis

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Louis

Me desperté de un humor pésimo por el tema de la apuesta. No entendía cómo mi orgullo me había llevado a hacer algo así en contra de una persona, pero el dinero me cegó porque no me encontraba en el mejor momento económicamente.

Lo único que me mantenía con ganas de levantarme era el hecho de reencontrarme con ella en el instituto. No había querido seguir insistiendo en llamarla porque igual la estaba molestando, pero estaba un poco preocupado.

Llegué a clase más temprano de lo habitual viniendo de mí, que siempre llegaba tarde y me fijé en que ella aún no había llegado por lo que me senté en mi sitio para esperarla. Cuando la vi entrar por la puerta junto a su amiga, me acerqué a ella preguntar por su madre.

- ¿Cómo está tu madre? – metí mis manos en los bolsillos avergonzado porque no solía preocuparme por la vida de nadie. Evangeline me ignoró por completo dejándome confundido – ¿Estás sorda o qué? – me estaba empezando a cabrear.

- ¿Por qué no te vas con una de tus amiguitas y me dejas a mí en paz? – no entendía este repentino cambio de humor.

- ¿De qué cojones estás hablando?

- Sé de sobra cuáles eran tus asuntos pendientes ayer, así que ¿por qué no te vas a resolverlos? – lo único que había hecho ayer era tirarme a Charlotte. ¿Cómo diantres se habían enterado?

- No me digas que estás celosa – sonreí haciendo que el rubor de sus mejillas apareciera. Me encantaba cuando la ponía nerviosa.

- ¿Y tú? ¿Estás celoso de Kendall? – recordar a ese subnormal me hizo enfurecer. ¿Qué tenía que ver ahora él? Su nombre siempre estaba presente en todos los fregaos.

- Me importa una mierda lo que estés haciendo con ese – mentí, pero no iba a satisfacer sus pensamientos.

- Me alegro porque aceptaré salir con él – apreté mis puños al imaginarles cogidos de la mano en una cita.

- ¡Disfruta zorra! – no sabía en qué momento esa palabra había salido de mi boca, pero me merecí cuando su mano pegó fuertemente contra mi mejilla. Pude ver el dolor en sus hermosos ojos, así que tomé mi mochila y hui de aquel infierno.

Evangeline

Las palabras de Louis dolieron como el primer rayo de Sol en invierno. Dejar ir a una persona requiere coraje, porque te estás deshaciendo de una parte de ti. Él había sacado lo peor de mí en ese momento y yo había caído directa al vacío.

- Evangeline, necesito contarte algo – la voz de mi amiga interrumpió mis pensamientos. Podía apreciar en su rostro mucha preocupación.

- ¿Qué sucede Alex? – puse mi mano sobre la de ella para tranquilizarla y que me contara qué era lo que le atormentaba.

- Mi madre me ha estado ocultando durante un tiempo que la han despedido del trabajo – abrí los ojos sorprendida porque la madre de Alex siempre había sido una mujer muy dedicada a su trabajo.

- No te preocupes Alex, sabes que tu madre tiene un gran nivel de experiencia en su campo y pronto encontrara algo, ya verás – intenté animar a mi amiga, pero sentía que se iba a poner a llorar en cualquier momento.

- He encontrado un trabajo. Es algo pasajero y en cuanto tenga algo de dinero, lo dejaré.

- ¿Y de qué se trata? – suponía que sería de dependiente en alguna tienda de ropa o alguna cafetería.

- Prométeme que no le dirás nada a nadie – asentí asustada – Trabajaré en club de alterne – la miré horrorizada porque ella no pintaba nada ahí y no entendía cuál iba a ser su labor.

- Pero ¿qué tienes que hacer ahí?

- Me pagan por bailar para algunas personas – mi amiga no podía estar ahí metida. Alex era mayor de edad, pero ese no era un trabajo adecuado para ella.

- Alex, no puedes trabajar ahí. ¿Tú madre lo sabe? – negó - ¿Y James?

- Tú eres la única que lo sabe y de verdad, te prometo que si veo algo extraño lo dejo en seguida.

- Alex, podemos buscar juntas otra alternativa. Seguro que encontramos algo en una cafetería o algo.

- Lo siento, pero ya he aceptado. Esta noche comienzo – no sabía qué decirle porque era muy cabezota como para hacerle cambiar de opinión.

- Si sucede algo me llamas, ¿de acuerdo? – ella asintió.

- Mira esto – sacó de su bolso un panfleto de un concurso de canto – podríamos inscribirnos.

- ¿Tú me has escuchado cantar? – lo único que me faltaba ahora era hacerme cantante con mi maravillosa voz que Dios me ha dado... ¡Si cantaba horrible!

- ¿Quién ha dicho que tengas que cantar? – la miré confundida – Están buscando maquilladoras para el día de las audiciones y podríamos sacarnos un dinero, ¿no crees?

- No sería mala idea, así ahorro algo para ayudar a mis padres a pagar mi universidad. ¿Cómo tenemos que inscribirnos?

- Esta tarde escribo al programa para solicitarles una entrevista o algo. ¡Ojalá tengamos suerte!

Cuando finalizaron las clases, regresé a casa y me encontré con mi madre, dando por hecho que le habían dado el alta. Primera buena noticia del día.

Louis

Muchas noches visitaba un club de mujeres que se encontraba en la ciudad. Allí había conocido a Charlotte, así que me apetecía pasar un buen rato para liberarme de toda la mierda que llevaba acumulada dentro a lo largo del día.

Al entrar analicé cada uno de los magníficos cuerpos de las chicas meneándose sobre aquellas barras. Había muchas caras nuevas, así que me senté a disfrutar junto con una buena copa de ron.

Una muchacha se acercó a mí para menear su trasero contra mi entrepierna, provocando que mi miembro se despertara. La tomé de la cintura y comenzó a hacer movimientos cada vez más bruscos. Metió la mano por debajo de su vestido y empezó a quitarse el tanga negro que llevaba, para después lanzármelo a la cara.

Unas pequeñas voces captaron mi atención. Pude ver cómo unos hombres de avanzada edad estaban intentando forcejear a una de las muchachas. El rostro de ella me resultaba familiar, pero debido a la distancia que nos separaba no lograba ver con claridad. Me levanté de aquel asiento y caminé con paso firma hasta el lugar donde se estaba produciendo el altercado. ¿Nadie se estaba dando cuenta o qué?

Cuando me encontraba relativamente cerca me sorprendí al ver que se trataba de Alex, la amiga de Evangeline. ¿Qué hacía ella trabajando en un lugar como este? Vi como ella intentaba zafarse de aquellos hombres, pero ellos no paraban de tirar de ella.

- Soltarla, vamos - les ordené.

- ¿Louis? – ella me miró muy asustada por la situación.

- ¿Y tú quién eres niñato? - preguntó uno de los bastardos.

- El que se la va a llevar - le contesté. Tomé a Alex del brazo, pero ellos no me lo permitieron.

- Bonito chiste, pero nosotros la hemos visto primero – me habían terminado de tocar los cojones por completo, así que agarré al que había dicho eso del cuello y golpeé su nariz con mi cabeza, dejándole tirado en el suelo.

- Venga, ¿quién es el siguiente? – los muy cobardes se largaron de allí a toda prisa, por lo que tomé a Alex del brazo y la llevé fuera. 

REBEL BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora