Louis
Era sábado y salí a un pub con algunos viejos conocidos. Uno de ellos era Roger, el dueño del bar donde se produjo la pelea el otro día. Cada vez que recuerdo a aquel repugnante hombre poniendo su mano sobre Evangeline, me hierve la sangre.
- Oye Louis, el chico con el que estaba tu amiga el otro día, ¿era su novio? – Roger me preguntó refiriéndose a Evangeline y Kendall. Recordar a ese estúpido rubio me revolvía el estómago.
- Ni ella es mi amiga, ni él es su novio – respondí frío y cortante porque no me apetecía hablar de ella – Solo era un capullo con el que fue a pasar el rato.
- Entonces no te importaría si me das su número para invitarla a salir – le miré descolocado porque no pensaba darle el número de ella y menos a él, sabiendo la fama que tiene con las mujeres. Evangeline no era una chica cualquiera que se fuera con el primero que se la presentara.
- Si te crees que puedes tener algo con ella, te equivocas. Ella no es como las putas con las que nos acostamos.
- ¿Y tú sí puedes o qué? – arqueé una ceja porque ni si quiera se me había pasado por la cabeza intentarlo con Evangeline. No era mi tipo.
- Puede, pero no me interesa - dije con orgullo.
- Y si hay dinero de por medio, ¿estarías interesado? - ¿quería que hiciéramos una apuesta? Esto iba a ser pan chupado para mí.
- ¿De cuánto estamos hablando?
- Si tú me demuestras que te la has tirado, te daré diez de los grandes – le miré con la boca abierta por la gran cantidad que me estaba ofreciendo – Pero si no lo logras, me darás tu moto.
- Trato hecho - Estrechamos nuestras manos y pude sentir el olor de la victoria. Me hacía mucha falta ese dinero.
Evangeline
Después de estar toda la tarde estudiando y de dejar hechos un par de trabajos, decidí darme un respiro viendo una película. Hice una pizza en el horno y cuando estuvo hecha busqué alguna película que tuviera una buena puntuación en la cartelera. Finalmente me decanté por El corazón de la bestia, una película de amor en la que un chico engreído era castigado por su mierda de comportamiento.
A los pocos minutos de película, mi móvil vibró, indicándome que había recibido un mensaje de alguien. Lo tomé pensando que serían Alex o mi madre, pero mi corazón se detuvo al ver el nombre de Louis en la pantalla. Abrí rápidamente el mensaje y lo leí.
Louis: ¿Estás haciendo algo? Estoy aburrido.
Evangeline: ¿Desde cuándo te importa lo que hago? – mi mensaje había sonado un tanto borde, pero estaba enfadada por cómo me trataba siempre.
Louis: Perdóname por mi comportamiento del otro día.
Evangeline: Y con un simple lo siento, ¿crees que es suficiente?
Louis: ¿Estás en casa?
Evangeline: Sí, ¿por qué?
Louis: Ahora te veo.
Me empecé a poner muy nerviosa porque Louis se estaba dirigiendo hacia mi casa. ¿Por qué este repentino cambio de humor? ¿Y este interés por verme? No comprendía nada y comencé a dar vueltas por la habitación sin saber qué decirle cuando llegase. Recogí rápidamente todos los papeles que se encontraban esparcidos por mi escritorio y la ropa que estaba tirada por el suelo. A veces podría ser un gran desastre y ser la persona más desordenada del mundo.
El timbre sonó y me pulso se empezó a acelerar. Las piernas me temblaron mientras bajaba las escaleras, por lo que me sujeté a la barandilla para evitar caerme rodando. Tomé una bocanada de aire antes de abrir la puerta y encontrar al castaño allí parado. Iba vestido completamente de negro para no variar y por el olor a tabaco que desprendía pude comprender que había fumado.
- ¿Me vas a invitar a pasar o me vas a dejar aquí toda la noche? – Louis me sacó de mis pensamientos y me eché a un lado para que pudiera pasar - ¿Has hecho pizza?
- Si, iba a empezar a comerla en mi cuarto mientras veía una película hasta que has interrumpido mi apasionante velada.
- Déjame adivinar, estabas viendo una ñoñada amorosa – asentí - ¡Lo sabía! Todas las tías tenéis los mismos gustos horripilantes.
Louis subió las escaleras hacia mi cuarto como si conociera la casa de toda la vida. Yo le seguí sin decir nada y pude contemplar su perfecto trasero enfundado en aquellos jeans negros ajustados. Nunca me había fijado, pero era bastante respingón. Cuando entró a mi habitación, tomó un trozo de pizza y se sentó en la cama, haciéndome un gesto para que me sentara junto a él.
- Puedes acercarte que no muerdo – morder no, pero taladrar la cabeza sí que lo hacía. Me senté a su lado y me sonrió. Creo que era la primera vez que veía su sonrisa y era preciosa. A ambos lados se le formaban unos hoyuelos que lo hacían lucir adorable - ¿Esta es la mierda que estás viendo?
- Si no te gusta, ahí tienes la puerta – me tumbé en la cama y me crucé de brazos, dejando a Louis sentado más adelante, pero pronto copió mi acción y se tumbó muy próximo a mi cuerpo. Fijé mi vista en la película, pero pude sentir que no apartaba su mirada de mí. Sentí un inmenso calor recorrer mi cabeza y estaba rezando por no estar colorada.
- ¿Te pongo nerviosa? - susurró en mi oído haciendo que toda mi piel se erizase. Una vez más me estaba haciendo sentir pequeña a su lado.
- ¿Por qué dices eso? - intenté disimular y me aparté de él. Louis se limitó a reírse y se volvió a acercar a mí.
Durante la película, Louis apoyó su cabeza sobre mi pecho. Al principio me quedé inmóvil pero después comencé a acariciar los mechones de su cabello, justo como la última vez porque me encantaba hacerlo. Poco a poco sentí que su respiración iba siendo más calmada hasta que sentí que se había quedado dormido. Aparté su cabeza con cuidado de no despertarle y apagué el ordenador.
Fui al baño para lavarme los dientes y me quedé apoyada en el marco de la puerta observando que parecía un niño pequeño por lo calmado que estaba. Nunca había dormido con ningún chico, así que él había sido el primero y no sabía cómo tomármelo. Me volví a meter a la cama y arropé nuestros cuerpos.
A la mañana siguiente al despertar, sentí que mis brazos estaban aferrados a algo o más bien a alguien. Abrí los ojos lentamente y me encontré con los de Louis, que se encontraban observándome.
- Buenos días, pensaba que no me ibas a soltar nunca – lo miré avergonzada – pero no te sonrojes, que, con alguien como yo, es normal no querer soltarme.
- Tampoco te flipes – rodé los ojos ante su egocéntrico comentario - ¿Quieres desayunar algo?
- Me tengo que ir, pero gracias de todas formas – Me levanté de la cama para acompañarle hasta la puerta, aunque en el fondo no quería que se fuera – Nos vemos – se acercó a mí para dejar un beso en mi mejilla, lo que me hizo ruborizarme. El contacto de sus labios sobre mi piel había sido mágico. Cuando se separó me quedé observando sus rosados labios y preguntándome a qué sabrían.
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REBEL BOY
FanfictionUn chico malo es una delirante mezcla entre dulce y despiadado. © Copyright All Rights Reserved