Capítulo 8.

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Evangeline

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Evangeline

El lunes no había tardado en llegar, lo que significaba que vería a Louis en clase y eso me emocionaba. Igual me había precipitado demasiado con la profesora al decirle que quería hacer el trabajo de forma individual.

De camino al instituto recibí un mensaje de Alex diciéndome que estaba enferma, por lo que no iba a venir a clase, así que barajaba dos opciones: sentarme sola durante todo el día o sentarme junto a Louis.

Al llegar a clase, él todavía no había llegado, cosa que no me sorprendía porque casi siempre llegaba tarde y acaba en dirección. No sé cuántas faltas acumuladas podría tener ya. Me senté en mi sitio y no aparte la vista de la puerta, ansiosa por que entrase. Antes de que sonara el último timbre, entró e inmediatamente nuestros ojos hicieron contacto. Él se acercó hacia donde yo estaba y el calor volvió a hacer presencia en mi cuerpo.

- ¿No ha venido Alex hoy? – negué y recé por que se sentara él - ¿Te importa que me siente? – mi yo interior empezó a dar saltitos de alegría.

- ¡Claro! – algunas personas de la clase se quedaron mirándonos extrañados, pero la desafiante mirada de Louis les hizo dirigir sus miradas a otro lado.

Empecé a tomar apuntes de todo lo que el profesor iba diciendo, aunque llegó un momento que me perdí por completo por la velocidad con la que hablaba. Louis por el contrario se encontraba sumido en su móvil. Le escuché reírse y me giré para mirarle.

- ¿Ha contado el profesor un chiste y no me he enterado? – quería saber de qué se estaba riendo porque lo hacía muy pocas veces.

- Mira – me mostró una noticia en su teléfono móvil con el titular Muere golpeada por un excremento caninoLeí la noticia por completo y me tuve que cubrir la boca con la mano para evitar que mi risa se escuchara por toda la clase, pero no sirvió de mucho.

- ¡Louis! ¡Evangeline! ¡Como sigáis así os envío a los dos fuera! – nunca me habían llamado la atención, pero no me importó. Lo que más vergüenza me causó fueron las miradas cómplices entre el resto de nuestros compañeros.

La noticia seguía haciéndome gracia así que escondí mi cabeza entre mis brazos, que se encontraban apoyados en la mesa. Sentí el contacto de la mano de Louis sobre mi rostro. Tomó un mechón de mi cabello y lo pasó detrás de mi oreja. Me sentía confusa por su muestra de cariño.

- ¿Tienes algo que hacer esta tarde? – me quedé dubitativa porque parecía estarse interesando por mí demasiado de forma repentina. Hasta hace dos días estábamos a gritos y no le aguantaba, pero ahora todo era diferente.

- Supongo que estaré estudiando porque los exámenes están cada vez más cerca –levanté mi cabeza para mirarle.

- ¿Piensas estar toda la tarde amargada encerrada en tu cuarto?

- ¿Y qué me propones? – no entendía muy bien si esto se estaba encaminando a que Louis me iba a pedir una cita, pero me estaba asustando el hecho de que sus palabras me ilusionaran tanto.

- ¿Me dejas invitarte al cine? – mi cuerpo se congeló porque realmente esto parecía la propuesta de una cita.

- No sé Louis, no quiero que luego se me junte todo el trabajo – me hice un poco la remolona para no decirle que sí a la primera.

- Te dejo elegir la película – esto cada vez sonaba mejor. ¡Iba a ir al cine con Louis! Estaba que no cabía en mí y me contuve de no abrazarle en medio de la clase.

- Está bien, pero volvemos pronto – le señalé con el dedo en señal de acusación y él asintió.

- Te paso a recoger a las seis entonces.

La mañana se pasó rápidamente y aunque no hubiera hablado mucho con Louis durante las clases, el hecho de sentir su calor corporal a mi lado me hacía estremecer. No sabía qué significaban para mi cuerpo todas estas señales, pero no me habían sucedido con ningún otro chico. Salí del instituto junto a Louis y me iba a despedir de él cuando me interrumpió.

- ¿Te llevo a casa? - me propuso Louis. Me estaba llegando a plantear que se hubiera dado un golpe en la cabeza que le haya hecho irradiar toda esta amabilidad.

- No te preocupes, puedo ir caminando – moría de ganas por ir con él, pero no quería ser una molestia para él.

- Te llevo – me dijo afirmando para después darse la vuelta y dirigirse al coche. Yo le seguí y mis ojos volvieron a bajar a su culito prieto.

Cuando subimos al coche, Louis puso un disco en su radio casete que distinguí al sonar el primer acorde de la primera canción. Nunca imaginé que a él también pudieran gustarle.

- ¡No me digas que te gusta Green Day! – no me contuve la emoción y casi grité a lo que él rio.

- Como no me va a gustar una de las bandas más épicas de la historia, lo que me sorprende es que te gusten a ti.

- ¡Son mi banda favorita! – comencé a cantar American Idiot a todo pulmón mientras meneaba mi cabeza.

- Así que dulce por fuera y dura por dentro – sabía que estaba hablando de mí. ¿Por qué le sorprendía tanto que me gustara este tipo de música? – Me gusta, pero mejor deja de cantar que no quiero que llueva – le di una colleja.

- ¡Pero bueno, has sacado tu agresividad de dentro! – sonreí porque me encantaba estar así de bien con él.

Hice caso omiso a lo que me dijo porque continué cantando las pocas canciones que nos dieron tiempo escuchar porque mi casa se encontraba relativamente cerca del instituto. Ojalá vivir más lejos para pasar más tiempo disfrutando en su coche.

- Te veo luego, supongo – dije tímidamente mientras me bajaba del coche. Él me regaló una sonrisa que nuevamente alteró mis sentidos. Esto no me podía estar pasando a mí.

Al entrar a casa revisé si tenía algún mensaje en el teléfono móvil y me encontré con uno de Kendall, que no me generó ningún tipo de ilusión, pero me agradaba pasar tiempo con él.

Kendall: ¿Te apetece tomar algo esta tarde?

Dos chicos completamente diferentes proponiéndome salir el mismo día. Esto parecía una cámara oculta porque nunca me había propuesto ningún chico quedar a solas con él y ahora no sólo se trataba de uno, sino de dos. Cerré los ojos y me paré a pensar por un momento qué hacer, pero lo tenía claro. Quería quedar con Louis.

Evangeline: Lo siento Kendall, hoy me es imposible. Nos vemos otro día.

Kendall no me volvió a contestar el mensaje y no sabía si le había sentado mal que le dijera que no, pero no iba a dejar tirado a Louis para hacer un plan que realmente no me apetecía.

Calenté en el microondas la comida que mi madre me había dejado preparada y recogí la cocina. Al terminar tomé una ducha y comencé a prepararme. Empecé a rebuscar en mi armario qué ponerme porque quería causarle buena impresión, pero sin excederme. Encontré un vestido rojo veraniego y lo acompañé de unas sandalias con un poco de plataforma.

Cuando dieron las seis, el timbre sonó y mis nervios se manifestaron. Las manos me empezaron a sudar y sentí algo que se removía en mi estómago. Abrí y el castaño analizó cada milímetro de mi cuerpo. No sabía qué decir.

- He mirado en mi teléfono y el cine no está muy lejos, así que podemos ir caminando – asentí y noté que ambos estábamos nerviosos. Nunca había visto así a Louis así que supongo que le habré causado buena impresión.

Cuando dimos unos cuantos pasos, sentí la áspera mano de Louis tomar la mía. La realidad me rebasó y fue cuando me di cuenta de que mi cuerpo y mi alma estaban completos a su lado. 


REBEL BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora