Capítulo 40.

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Louis

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Louis

El sentimiento de culpabilidad se apoderaba cada vez más de mí. Había roto en pedazos a la persona que me había devuelto a la vida. Ahora los dos éramos como varias piezas de un puzzle que no se podrán volver a juntar.

Aquella noche había comenzado a escribir una carta para ella. Necesitaba de alguna forma decirle que mis sentimientos hacia ella siempre fueron sinceros. Quería que supiera que ella había sido y siempre sería lo más importante que había aparecido en mi vida.

Tomé de nuevo el papel para continuar escribiendo la carta. Las marcas de mis muñecas dolían al escribir, pero nada me dolía tanto como el hecho de haberla perdido por ser un completo gilipollas que no merecía seguir viviendo.

Nunca había creído en el amor, hasta que ella se interpuso en mi camino para liberarme de todo. Hace tan solo unos meses si me hubieran dicho que iba a caer rendido por una chica, me hubiera reído pensando que se trataría de un chiste.

Cuando terminé de escribir la carta, la guardé en el bolsillo trasero de mi pantalón para llevársela. Temía que no me quisiera abrir la puerta, pero al menos quería intentar ver su rostro angelical antes de marcharme lejos de aquí.

Me paré frente a su puerta. Aquella puerta que había sido confidente de muchos de nuestros besos. Respiré profundamente antes de tocar el timbre, pero nunca obtuve respuesta.

Pegué una patada al cubo de basura que se encontraba cerca de mí y me senté en el suelo resignado porque no iba a poder volver a verla. No podía dejar la carta en el buzón porque probablemente sus padres se la ocultarían, así que sólo me quedaba una última opción. Entregársela a Alex.

Evangeline

Escuché la voz de Louis en la puerta de la entrada y mi corazón se congeló. Lo más profundo de mí deseaba poder verle, aunque fuera una última vez y después todo terminaría. Me coloqué sigilosamente en el marco de la puerta de la cocina con cuidado de que él no pudiera verme.

Sentí cómo la presión de mi cuerpo estaba bajando cuando alcancé a ver su rostro. Su piel estaba demasiado pálida, destacando el color rojo de sus pupilas, probablemente por haber estado llorando o por haber ingerido alguna sustancia ilegal. Lo único que logré escuchar fueron unas duras palabras de Alex.

- Yo se lo daré. Adiós.

Salí de escondite permitiéndome ver a mi amiga sosteniendo un enorme perro de peluche. ¿Pensaba que me iba a poder comprar con un dichoso muñeco?

- Toma. Louis trajo esto para ti – Alex me tendió un papel doblado, captando mi atención mucho más que por aquel peluche. ¿Louis me había escrito una especie de carta?

Lo tomé para dirigirme inmediatamente al salón bajo la atenta mirada de todos los presentes. Sabía que no era el lugar más adecuado para leerla, pero necesitaba hacerlo cuanto antes.

Evangeline

La verdad es que no sé ni cómo empezar esta carta y es muy probable que no quieras ni leerla, lo entiendo, pero necesito decirte muchas cosas porque no tengo la suficiente valentía de decírtelas a la cara.

Aquella apuesta de la que te habló Roger es verdad, aposté dinero por estar contigo y me siento un gilipollas por haberlo hecho porque al poco tiempo me di cuenta de que eras la persona más increíble que había conocido nunca y no merecías esto. Por mucho que me costara admitirlo había acabado colado por ti, pero por mi maldito orgullo no quise abrir los ojos a la realidad.

Empecé a sentir la necesidad de tenerte a mi lado a cada segundo del día, de escuchar tu voz, que acariciaras mi pelo para tranquilizarme y me dijeras que me querías porque cuando estas cerca siempre consigues liberar todos los demonios que se encuentran dentro de mí.

Evangeline, me habías hecho conocer algo desconocido para mí hasta ese momento y en lo que nunca había creído, el amor. Por eso, aquella noche, cuando me metieron en el calabozo por estar vendiendo droga fue por ti. Tenía que pagar aquella apuesta como fuera para no hacerte daño, para no perderte porque no podía imaginar mi vida sin ti ahora que había empezado a tener sentido a tu lado.

Solo quiero que sepas que nunca voy a dejar de amarte. Mi corazón siempre va a ser tuyo. No te pido una última oportunidad porque entiendo que no estés dispuesta, solo quiero que sepas que, si lo haces, prometo no fallarte nunca. Te cuidaré toda la vida porque tú eres mi suerte, eres mi amuleto. Perdóname por todo el daño que te hecho, nunca fue mi intención y siento no haberme dado cuenta del valor que poseías desde el primer momento que te vi en clase.

Comprenderé que no quieras volver conmigo, no mereces una vida al lado de alguien como yo, que destruye todo lo que toca. He sido creado para estar solo y supongo que así será toda mi vida.

Ahora me marcho por un tiempo. Ni siquiera yo sé cuándo volveré. Había organizado aquella cena para poder contártelo porque sabía que mi carrera también era muy importante para ti. Esta misma noche estaré tomando el último avión con destino a España para comenzar con el programa y me duele el alma por no haber podido disfrutar de tu sonrisa por última vez.

El peluche que probablemente tengas entre tus manos lo compré para que te sintieras protegida cuando yo no estuviera. Entiendo que lo quieras tirar a la basura, pero él no podrá romperte nunca como yo lo he hecho.

Mucha suerte corazón, toda la suerte del mundo para ti, y recuerda que cada vez que descubras que aún te llama mi olor y mis caricias, y cuando la nostalgia de mi cuerpo te perturbe como lo hace en mi el recuerdo del tuyo, sabrás que estoy en alguna parte del mundo pensando en ti y añorando en volver a abrazarte una vez más.

Te quiero.

Louis

Terminé de leer la carta pensando que había inundado el salón. Nunca imaginé que Louis escribiría algo así para nadie, había dicho tantas cosas bonitas que me sentía confundida. Sólo estaba segura de una cosa. Nunca iba a dejar de quererle porque había sido mi primer amor.

No me había percatado de que Alex, James y Kendall se encontraba detrás de mí en el sofá. Por la expresión de sus rostros, pude comprobar que ellos también habían leído la carta.

- Deberías ir al aeropuerto, creo que ambos necesitáis veros, aunque sea por última vez – mi amiga rompió el silencio.

- No creo que eso buena idea. Louis siempre acaba destrozando todo a su paso y ya ni siquiera sé si sus palabras son reales o no.

- Yo he visto mucha sinceridad por sus palabras. Y a juzgar por su aspecto físico, creo que él tampoco lo está pasando bien.

Comencé a dar vueltas por el salón de un lado a otro, pensando en qué hacer. No quería que me volviera a hacer daño, pero una pequeña parte de mí no podía dejarlo marchar.

- Creo que la conexión que tenéis ambos no vas a poder encontrarla en ninguna otra persona. Detente tan solo un momento a pensar en que todo lo que pasó relacionado con a droga fue para que no tuviera que herirte.

- Pero te recuerdo que él fue quien se metió en aquella apuesta. Si nunca hubiera apostado por mí, nada de esto habría pasado.

- Y tampoco os hubierais llegado a conocer tanto como lo habéis hecho estos meses. Creo que deberías ir con él a España.

- ¿Qué? ¿Estás loca? No puedo irme con una persona que me ha hecho pedazos como si nada. Además, que aquí tengo mi vida, mis estudios y os tengo a vosotros.

- No te vas a ir para siempre. Sólo será una temporada.

Me senté de nuevo en el sofá con la intención de ordenar todas mis ideas, pero una mano sobre mi hombro evitó que pudiera pensar con claridad.

- Deberías ir con él. Te quiere. 

REBEL BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora