Capítulo 31.

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Evangeline

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Evangeline

Al salir del instituto nos subimos a la moto de Louis para partir hacia el internado que se encontraba casi a una hora de allí. Sentí la espalda de Louis al agarrarme a él. Sabía que se encontraba muy nervioso, pero era algo que necesitaba hacer por él y por aquellas dos niñas que probablemente se sintieran solas.

Pensaba que a Louis no le quedaba familia. Nunca se me pasó por la cabeza la opción de que aquellas niñas de la foto fueran sus hermanas y tampoco quise indagar aquel día porque estaba pasando un bonito momento a su lado.

Me sentía feliz por él. Yo siempre había querido tener algún hermano porque cuando te haces adulto, sé que un hermano es un gran apoyo en todos los sentidos.

Después de una larga hora llegamos al internado. No era un sitio muy grande, pero por fuera daba la impresión de ser bastante moderno. Nos bajamos de la moto y parecía que el castaño iba a sufrir un infarto en cualquier momento.

- Louis, tranquilízate, que a este paso veo que te tengo que hacer el boca a boca. Coge aire y cuando estés más relajado pasamos.

- Ya estoy relajado. Vamos – Louis comenzó a caminar a paso apresurado hacia la puerta, dejándome a mí detrás.

- ¡Si no has cogido ni una gota de aire! ¡Y no andes tan rápido!

- He visto tortugas más rápidas que tú – bromeó.

- Mira que eres gracioso. Seguro que tienes el título de payaso. ¡No ves que mis piernas no son tan largas como las tuyas!

Entramos dentro y aquello era mucho más grande de lo que parecía por fuera. Una mujer que se encontraba en la recepción nos atendió.

- ¿En qué puedo ayudarles?

- Hemos venido a visitar a mis hermanas, ¿cabría la posibilidad? - asintió la chica. Me di cuenta de que su mirada nunca se posaba en mí, se mantenía fija en Louis.

- Dígame los nombres por favor.

- April e Iris Tomlinson.

- Acompáñenme por aquí – nos condujo por un largo pasillo hasta llegar a una sala que parecía ser la de visitas – Ahora mismo las llamo. Les recuerdo que la visita solo puede durar una hora a excepción de los fines de semana que pueden salir del centro firmando una autorización.

- Vale, gracias – contestó Louis educadamente.

A los pocos minutos vi como Louis hacía el intento de salir de la sala dejándome confundida. ¿A dónde iba ahora?

- Louis, nos han dicho que tenemos que esperar aquí. ¿Te has dejado algo en la moto?

- Si, me he dejado el aire.

- Mira que te he dicho de esperar fuera un rato hasta que te calmaras. Ahora no te vayas que pueden llegar en cualquier momento.

- ¿Louis? – escuché la voz de una niña a nuestras espaldas y ambos nos giramos.

Las dos pequeñas estaban allí paradas con un emocionante brillo en sus ojos. Analicé sus facciones y tenían mucho parecido a su hermano, principalmente en la forma de la cara y en sus ojos azules. Parecían dos princesas.

Las dos corrieron a abrazar a Louis, que abrió sus brazos para coger en brazos a ambas. Ver aquella imagen tan tierna provocó que una lágrima se escapara de mis ojos.

-Te hemos echado de menos. ¿Por qué no has venido a vernos antes?

- Lo siento mucho pequeñas. Prometo venir a veros mucho – Louis hizo cosquillas a esos dos diminutos cuerpecitos, haciendo que ambas estallaran en carcajadas.

- ¿Quién es ella? – una de las gemelas preguntó refiriéndose a mí.

-Ella es Evangeline - me presentó Louis.

- Hola princesas – me acerqué a ellas para saludarlas.

- ¿Louis y tú sois novios? – preguntó la otra niña. No sabía qué responder porque desconocía si Louis quería que supieran algo acerca de lo nuestro o decir que simplemente éramos amigos.

- Si, ella es mi novia – Louis me salvó de aquella pregunta y me gustó escucharle decir eso.

- Eres muy guapa. ¿Cómo puedes estar con mi hermano con lo feo que es? – reí ante su comentario.

- Pero si vuestro hermano es muy guapo, aunque vosotras sois mucho más hermosas que él – les di un toquecito en la nariz con mi dedo en señal de cariño.

- ¿Y dónde están papá y mamá? Ellos tampoco han venido a vernos todavía.

Vi el rostro de Louis palideces y sus ojos enrojecerse. No estaba preparado para tener esta conversación. Se apartó un poco de nosotros para tranquilizarse.

- Ellos ahora se encuentran viviendo un poco lejos, por eso no pueden venir, pero os echan mucho de menos también – salvé la situación como pude

- ¿Y por qué no nos llevaron con ellos?

- Porque querían que os quedarais cerca de Louis. Vuestro hermano os quiere demasiado y sabían que no podían separaros.

- ¿Y cuándo van a venir a vernos?

- ¿Os cuento un secreto? – ambas asintieron y me acerqué a ellas para susurrarles – Si cerráis los ojos y pensáis fuertemente en ellos, les sentiréis aquí – señalé sus corazones – y podréis hablar con ellos. Pero tenéis que pensar muy muy fuerte porque sino no funciona. ¿Lo vais a hacer? – ambas asintieron y las abracé.

- ¿Queréis ir a tomar un helado? – Louis volvió con nosotras de nuevo y supe que había llorado.

- No pueden Louis. Sólo pueden salir los fines de semana – le recordé lo que nos había dicho la recepcionista – Pero podemos venir otro día y llevarlas a donde ellas quieran. ¿Verdad chicas?

- ¡Si! ¡Yo quiero ir a un parque de atracciones! - dijo una de ellas saltando. Creo que era April. Todavía no lograba distinguirlas.

- ¡Y al zoo a ver a los animales! - dijo la otra.

- Está bien. Este fin de semana podíamos ir a alguno de esos sitios – dijo Louis.

-Evangeline, ¿tú vas a venir con nosotros?

- ¡Por supuesto!

Sin darnos cuenta la hora se había pesado. Alicia vino a recoger a las gemelas para llevarlas de vuelta a sus habitaciones. Me despedí de ellas con un abrazo y después Louis hizo lo mismo.

- Louis, me quiero de aquí. Odio este sitio –dijo Iris mientras abrazaba a su hermano. Louis me miró a mí con cara de preocupación.

- Es hora de irse chicas – Alicia se llevó a las pequeñas y nosotros salimos de allí cuanto antes para que Louis cogiera aire por todo lo que había vivido.

Le tomé del brazo para abrazarle con todas mis fuerzas. Sabía que era una situación dura para él y no pensaba dejarlo solo ni un segundo. Cogí su rostro entre mis manos para que me mirara.

- ¿Cómo te sientes?

- Muchas gracias por todo lo que has hecho por mí ahí dentro Evangeline. Si no hubieras estado conmigo, no habría sido capaz de enfrentarme a nada.

- No te pienso dejar nunca Louis – acaricié sus mejillas y él tomó mis brazos para acariciarlos.

- Necesito sacarlas de aquí Evangeline.

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