Capítulo 26.

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Evangeline

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Evangeline

Cuando experimentamos un desamor, esa depresión que tenemos genera una barrera que no nos permite sentir y vivir la vida plenamente, con variedad de sensaciones y emociones y también puedo confirmar que provoca dolores físicos, como el agudo dolor de cabeza con el que me había levantado aquella mañana tras la discusión.

Pero lo que se había repetido una y otra vez en mi cabeza durante toda la noche era que es mejor querer y después perder que nunca haber querido. Creía que era imposible, pero me había dado cuenta de que quería a Louis con locura y de verdad es triste querer a alguien que no sabe querer, pero es aún peor el no poder dejarlo de querer.

A la mañana siguiente, después del altercado, apenas podía levantarme de la cama, pero con un montón de esfuerzo salí de ella para prepararme e ir al instituto. Kendall se portó como un caballero, me preparó el desayuno y me llevó a clase. Se despidió de mí con un tierno beso en la mejilla.

- Luego te llamo para ver como estás - me informó. ¿Por qué Louis no podía preocuparse como Kendall lo hacía?

Cuando entré por la puerta de clase, Alex se levantó de su sitio para venir corriendo hacia mí para abrazarme. Sentía su respiración acelerada y no comprendía cuál era la razón.

- ¿Cómo te encuentras? Te he estado llamando durante horas, pero tenías el teléfono apagado y estaba preocupada – la duda me invadió porque desconocía si mi amiga sabía algo de lo sucedido. Salimos de la clase para poder hablar sin que nadie nos escuchara.

- Apagué el teléfono porque no me apetecía hablar con nadie Alex. Pasó algo de lo que no me apetece hablar, no me siento con fuerzas ahora mismo.

- Lo sé Evangeline. Louis me llamó – mi corazón dejó de latir – Pude notar lo mal que estaba.

- ¿Para que te llama? ¿Para pedirte que tú me comas la cabeza y vuelva con él? Pues dile que lo siento, pero he tomado una decisión y es alejarlo de mi vida.

- Entiendo tu decisión y voy a apoyarte decidas lo que decidas. Pero sé que ese chico te quiere.

- No Alex, él no me quiere. Si en algún momento me hubiera querido, no se habría metido en toda esa mierda porque me estaba poniendo en peligro a mí. ¿Tú eres consciente lo peligroso que puede llegar a ser traficar con drogas? La gente que lleva ese tipo de negocios se encarga de conocer la vida de las personas que trabajan para ellos y de todos los que les rodean.

- Lo comprendo, pero nunca había visto a Louis en ese estado. Si no fuera así no te hubiera mencionado ni su llamada.

- Es un maestro de las mentiras, así que lo único que querría conseguir era convencerte para que tú hablaras conmigo. Estoy absolutamente segura.

- ¿Y te has parado a pensar si tenía alguna razón para meterse en aquello? Te recuerdo que cuando despidieron a mi madre del trabajo me metí en un club que no debería haber pisado nunca y aun así sigues siendo mi mejor amiga y no te has alejado, sino todo lo contrario.

- No es lo mismo Alex. Tú no tenías un trabajo ilegal, sólo no era un trabajo adecuado para alguien de nuestra edad y además no estabas poniendo en peligro a nadie de tu entorno.

- ¿Por qué no hablas con él al menos y escuchar lo que tenga que decirte?

- Ya es tarde. No me interesa nada que tenga que ver con él. Louis es pasado y ahora solo quiero centrarme en mi presente.

- Sólo te pido que lo pienses. No todo en la vida es blanco o negro, también existe el gris.

- ¿Por qué estás de su parte? – estaba sintiendo que no escuchaba mis palabras y que sólo le importaba lo que Louis le hubiera dicho en aquella dichosa llamada.

- No te confundas. Yo siempre voy a estar de tu lado pase lo que pase, pero he visto la conexión que hay entre vosotros y me da mucha pena que se vaya a terminar.

- ¿Y de qué sirve la conexión? Si no es por una razón o es por otra, Louis siempre va a terminar haciéndome daño y no quiero terminar hecha mil pedazos por su culpa.

- Puede haber miles de razones para que Louis la cague, pero los sentimientos que tienen hacia él nunca los vas a poder cambiar.

- Sí que puedo – mentí porque ni yo misma me lo creía. Un primer amor nunca se olvida.

Las lágrimas comenzaron a salir por mis ojos por la impotencia que tenía al sentir que le echaba de menos, pero a la vez no le quería en mi vida. Quería salir huyendo de allí y que cuando volviera, todo hubiera terminado.

- Sabes que no. Esas lágrimas son de amor. Y por mucho que duela, ese sentimiento siempre sigue entando ahí y es muy difícil superarlo.

- ¿Y tú crees que él merece mis lágrimas? Desde que apareció por esa puerta – señalé la puerta de clase – Toda mi vida han sido problemas. He hecho daño a Kendall y he desobedecido a mi madre. Por no mencionar todos los dolores de cabeza que me ha ocasionado por nuestras discusiones.

- Está bien. Superaremos esto juntas – Alex me dio un apretón en el brazo dándome a entender que estaría a mi lado en todo momento y entramos a clase.

No nos habíamos percatado de que el profesor ya había entrado, lo que nos condujo a una falta por parte del director y que notificaría a mi madre. Mi vida no podía ir a peor.

Al llegar a casa los gritos de mi madre se escucharon por todo el vecindario, lo que provocó que me sintiera peor. Si ya de por sí estaba herida, ver a mi madre hecha una furia conmigo me causaba más dolor.

Subí a mi habitación, de la que probablemente no saldría hasta que me casase, y caí en un sueño en el que me aparecieron unos preciosos ojos azules. 

REBEL BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora