Capitulo 25

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Había tenido una mañana ajetreada, de suerte y había tenido tiempo de respirar. Salía de reuniones y entraba en otra, papeleo hasta más no poder, y aunque la asistente ayudaba, no era mucha igual.

— Señorita Hilton, le ha llegado esto.

Entró con un precioso ramo de rosas rojas y rosadas, me encantaban. Las dejo en mi escritorio y salió, busque la tarjeta y por la letra, supe quién era de una vez.

Charlotte:
Gracias por cuidar de mi, sé que he sido el peor enfermo de la vida, pero tú has podido conmigo. Qué tengas un feliz inicio de semana y no dejes de sonreír. ¿Cenas conmigo? Ya sabes dónde vivo.
            Besos, Noah.

Una sonrisa se escapó de mi rostro y enseguida le respondí que si iría. Noah sabía cómo poner toda mi vida en modo descontrol, más yo no sabía si él se ponía igual cuando me veía o cuando recibía algo de mi parte. En parte eso me tenía decepcionada, con mis ánimos por el piso, no sabía si él me quería en la forma en la que yo a él. Él era difícil de descifrar, más que yo, y no sabía que le impedía aceptar que posiblemente yo le gustaba. De no ser así, ya es para que él se hubiera alejado de mi y aún no lo hace. Eso me hace dudar mucho.

-

Salí a las 7 del trabajo y me dirigí a la casa de Noah, estaba realmente cansada y casi quedándome dormida. Llegue y marque un código que Noah me había dado hace días que hacía que la verja se abriera, entre y estacione mi auto junto a uno de los tantos de el, aunque aún lloraba su Ferrari al cual le dieron pérdida total debido al accidente. Espere y afuera y el enseguida me abrió, me sonrió y me tendió su mano para entrar.

— ¿Cenamos ya o más tarde? – Pregunto entregándome una copa de vino.

— Con una bienvenida así, más tarde puede ser.

Nos sentamos en el salón y comenzamos a hablar sobre nosotros, sobre si teníamos algo en común, el trabajo y todo lo que se nos ocurriera. Esto me hizo darme cuenta que Noah no aparentaba su edad, parecía un niño cuando se relajaba. Luego me enseñó su colección de libros, de arte, de películas y de música, casualmente teníamos el mismo gusto en varías cosas. Pedí prestado el baño y me indicó que fuera al de su habitación, ya que para el yo no era ninguna invitada y no tenía porque usar otro. Entre y lo primero que vi fue el regalo que le di en Las Bahamas sobre unas pequeñas tablas de madera que estaban en la pared de fondo. Sonreí internamente y seguí al baño, no sin antes revisar un poco la habitación y darme cuenta que la foto que había de Mónica ya no existía.

Noah sirvió toda la cena, era un asado con ensalada, y un vino blanco. Era más lo que él me veía que lo que comía, me sentía incómoda, pero la sonrisa que se le escapaba al verme sonrojada me hacía disfrutar el momento. Terminamos de comer y seguimos hablando sentados en el gran comedor, tenía una casa muy grande para vivir el solo. Me entró la curiosidad.

— ¿Por qué una casa tan grande si eres uno solo además de la ama de llaves y tus agentes de seguridad?

— No viviré solo toda mi vida. Planeo tener una esposa e hijos, muchos creo yo, y también tengo familia que si les provoca se quedarían aquí. – Alzó la ceja.

— Cumplirás 25... ¿Y ya piensas en hijos?

— Tu también deberías de estar pensando en eso, debido a que serán contigo. – Sonrío levantándose y recogiendo los platos.

¡Imperfectamente perfectos! FINALIZADA!! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora