Bloque cinco

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Adrien se encontraba como cada jueves en aquel café cerca de la preparatoria a escondidas de su padre. Posiblemente al ver a su hijo como integrante de una banda "indie" le daría un infarto.

Adrien disfrutaba estar parado en aquel escenario creando con ayuda de su mejor amigo Nino "canciones verdaderas" como solía decirles a aquellas letras escritas con sentimientos reales. Quien solo ayudaba detrás de escena mezclando ya que amaba ser solitario.

Miles de fanáticas se encontraban dentro de aquel café alabando al rubio de los cuatro integrantes.

Uno era el tímido Nathaniel quien al apenas tocar su batería se convertía en una persona totalmente distinta, junto con Kim e Ivan habían comenzado aquella banda de garaje quien apenas había conseguido tocar en aquel pequeño café.

Sin duda se podía notar como cada parte de Adrien sabía que había encontrado el lugar indicado para pertenecer. Había encontrado un lugar donde se sentía en hogar después de tantos años.

El sonido fuerte y la manera en que daba todo aquel rubio en su papel de rebeldía por un momento hacían enloquecer a cualquier chica adolescente.

Pero entre aquellas adolescentes se encontraba una azabache que rogaba que la notara.


El concierto había terminado y Adrien entraba con cuidado con su guitarra en la espalda. Su padre normalmente ni siquiera llegaba a dormir, pero no podía arriesgarse a que le arrebataran lo que más amaba en la vida.

Su hermano Felix se encontraba haciendo su tarea en la sala mientras escuchaba música en el dispositivo reproductor de música de la casa.

―Oh~ pensé que llegarías más tarde enano ―Dijo con la sonrisa burlona de siempre hacía su hermano menor.

―Yo pensé que conseguirías novia este año y tampoco se cumplió ―Contesto haciendo que su hermano mayor soltara un bufido y él riera a carcajadas sentándose a su lado.

―Eres un malagradecido, yo preparando la cena solo para que pudieras escapar de esta prisión y solo te gusta comportarte infantil como el idiota de James.

―¡¿Qué preparaste?! ¡¿Hay croissants en la mesa?! ¡¿Sabes cuánto te amo?! ―Adrien lleno de preguntas a su hermano con una enorme emoción y dando brincos por toda la sala.

―Comida dah~ y que mal porque yo te odio ―Dijo divertidamente sacándole la lengua mientras se levantaba del sillón.

―¡No me respondiste lo más importante! ―Adrien se encontraba caminando detrás de él con un puchero.

―Adivina quien vino a visitarte.

―¿Quien? -Dijo con curiosidad Adrien, ya que no era muy visitado que digamos gracias al carácter de su padre.

―Sela...―Actuó pensativo.

―¿Sela? ―Adrien no recordaba conocer un nombre así y eso se reflejaba en su cara de duda.

―Se la creyó ―Contesto Felix desordenando la cabellera de Adrien para ir corriendo a la cocina mientras reía.

―¡Acaba de jugar con mis sentimientos Felix! ¡Eso debe ser tomado como uno de los mayores crímenes con lo adorable que soy! ―Contesto Adrien corriendo detrás de él, aunque en el fondo se estaba divirtiendo.

Los dos sabían que solo ellos se tenían y eran felices.

Tal vez Adrien estaba equivocado y su familia estaba a su lado.


Tom siempre creyó que caer no era un fracaso y era una de las cosas más importantes que le había dejado a su hija. Había intentado con todas sus fuerzas tener la panadería en pie, pero el número de ventas bajaba cada día y él tenía una familia que alimentar.

Dos gatos negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora