Bloque once

2.2K 209 31
                                    

La mansión se encontraba hecha un caos y la pobre Nathalie tenía toda la carga de que todo saliera perfecto.

Apenas se había enterado del asunto de uno de los hijos de su jefe y no dejaba de parecerle una completa broma de mal gusto un matrimonio, peor si era de una muchachita sencilla.

¿Qué es lo que hizo que Gabriel se interesara en ella?

Había recaudado toda la información posible sobre la futura integrante y lo único significante que encontraba era un pequeño blog donde aquella subía diseños.

¿Será que Gabriel la quiere poner en la cabecera del negocio?

―¡Vuelvan a trabajo! ¡Rápido que no tenemos todo el día! ―Regaño a dos de las sirvientas al verlas tontear con un celular.

Las sirvientas corrieron asustadas en cuanto la escucharon.

"Si las dejas hacer lo que quieran, te pasarán por encima"


El auto de la pastelería había aparcado. Marinette seguía escondida bajo los asientos del auto con un croissant de plástico arriba con el nombre grabado "Boulangerie Patisserie".

Sin duda nada era más vergonzoso que pasar por una de las calles más ricas de París con un auto de colores pastel y música que podría hacerle competencia al de helados.

Sin contar de nuevo a ese odioso croissant de plástico...

―¡Vamos hija! ¡Me muero de ganas por probar esa cosa que comen los ricos! Emmm ¿Cómo se llama querida? ―Pregunto Tom cruzando la calle con mucha alegría.

―¡Papá! ―Se quejó Marinette.

―¿Caviar? ¿O el queso Pule? ―Sabine respondió siguiéndole el juego con emoción a su esposo ignorando a su adolescente hija.

―¡Mamá! ―Si de algo estaba segura Marinette era que sería una larga y vergonzosa noche.

Tom presiono cuidadosamente el timbre, mientras Sabine trataba de acomodar su moño y arreglar el pelo de su hija con un poco de saliva, algo que no le agrado a Marinette y dio un paso hacia atrás enojada.

―Deberías dejar de ser tan amargada ¡A veces me pregunto si en el hospital nos cambiaron de hija! ―Su padre le dio un codazo burlón mientras los colores de enojo se notaban más en la blanca piel de la azabache.

Una voz atendió la entrada mientras una cámara paso inspeccionando a cada uno de los integrantes de la familia, para después abrir en par aquella gran reja.

Al dar paso apenas al jardín ya se encontraban con la boca abierta de lo hermoso que se encontraba. Los medios no mentían al decir que era una de las casas más caras y hermosas que había en toda la ciudad.

Rosas de todos los colores que podrían existir, las cuales parecían más vivas que nunca. Dos fuentes con hermosos cisnes como decoración en la punta. Por ultimo dos estatuas de marfil con dos pequeños querubines te daban la bienvenida.

―Familia Dupain ¡Los estábamos esperando! ―Gabriel saludo para darles paso dentro de la mansión con una sonrisa que no era difícil de identificar lo falsa que era.

Mientras Gabriel tomaba de la mano de cada uno, sus dos hijos bajaron a presentarse llevándose una gran sorpresa los tres.

―Ellos son mis dos hijos, parece ser que tú ya conoces a Adrien ¿No es así Marinette? ―Gabriel se dirigió a la chica que encontraba pidiéndole a la tierra que la tragara en sus pensamientos. Adrien la saludo cortésmente.

―S-Si ¿C-como no conocerlo? ¡Que diga! ¿C-como no conocer a un chico tan incr..? ¡Inocente! ¡Si! ¡Eso! ―Aquello hizo que Felix comenzara a reír pero al sentir la mirada de reprendimiento de su padre volvió a su postura sería. Adrien como siempre no tomo importancia a los nervios de la chica.

"Que chica más obvia ¿Inocente el enano? ¡Dile eso a la imagen de Selena Gomez en su pared!"

―Entonces solo me queda presentarte a mi "supuesto" hijo maduro, futuro prometido y dueño de la empresa ―Felix beso la palma de su mano haciendo que la cara de Marinette subiera a mil colores y una cara de desaprobación aparecía en la de Adrien que ya se encontraba furioso con los brazos cruzados.

―Ahora que nos conocemos ¿Por qué no pasamos a la mesa? ―Dijo Gabriel para dirigirlos a la gran mesa en donde cenarían.

―¡Este lugar es tan grande! ¡Puede escucharse hasta el vuelo de una mosca! ¿Sabine, crees que se escuche como un concierto al poner las canciones de Alizee? ―Tom pregunto en un susurro sorprendido a su esposa.

―¡Es lo más seguro! ¡Moriría por escuchar la canción "J'en Ai Marre" ―Los dos comenzaron a dar pequeños brincos de alegría mientras que su hija los miraba suplicante para que dejarán de comportarse de forma tan penosa.


Probablemente esta había sido la cena más incómoda en la que había asistido Marinette. En casa estaba acostumbrada a escuchar a sus padres hablar hasta por los codos y bromear sobre cada mañana. Aquí todos se mantenían comiendo hasta con miedo de no hacer ruido al sorber la sopa.

Habían pasado varios minutos hasta que Gabriel decidió hablar mientras un mayordomo le servía vino.

―Ahora que estamos todos reunidos lo mejor sería planificar un acuerdo ¿cierto? ―Pregunto de nuevo con una sonrisa falsa mientras que había subido sus manos encima de la mesa acariciándolas como si tuviera un plan malvado en mente.

―Un acuerdo es cuando todas las personas aceptan un punto donde todo estén complacidos y estoy totalmente seguro de que yo no lo estoy padre ―Felix soltó descaradamente mientras cortaba su carne con total cuidado tratando de que cada pedazo sea igual y tuviera un orden.

Los invitados observaron asombrados el comportamiento del joven mientras que su hermano menos lo miraba asustado esperándose lo peor y su padre con total enojo.

―Ya habíamos hablado de esto hijo querido ―Gabriel trato de hacer su voz demasiado dulce que solo logro sonar demasiado hipócrita.

―Sí, pero yo tengo mis reglas y asuntos personales los cuales hablar con la señorita Mary ―Aquel apodo hizo que Marinette levantara una de sus cejas demasiado extrañada, nunca en su vida hacía escuchado que la llamarán así más que su mejor amiga y muy pocas veces.

―¿Así? ¿Cómo cuáles? ¿Puedes exponerlos mejor hijo? ―Gabriel en vez de parecer intentar comprender las palabras de su hijo parecía retarlo con una sonrisa burlona que parecía de familia.

Felix no sabía que responder y casi se atragantaba con su propia saliva. En su mente había planeado otro final, uno donde su padre quedaría en vergüenza y lo mandaría a su habitación furioso.

―Cinco meses...Mary y yo debemos conocernos cinco meses, si en esos cinco meses ella sigue de acuerdo a este estúpido contrato entonces adelante ―Felix al terminar de hablar cerro sus ojos bruscamente esperando una oposición fuerte de su padre, pero esta no llego, en su lugar Gabriel comenzó a aplaudir un poco animado.

―Me parece Perfecto.

Dos gatos negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora