Bloque diecisiete

2K 184 11
                                    

Cada persona tiene una obsesión en lo profundo de su ser, aquella que sabe que debe dejar o lo terminara matando.

La obsesión de Adrien era tan extraña que solo podía despejar su mente subiendo a la torre eiffel a la media noche. Una pequeña tradición cada lunes.

En esas horas París era tan tranquilo, podía quedarse toda la noche si quería y nadie le exigiría nada. No era el joven modelo e hijo de la marca de un gran diseñador. Solo era él, un joven que no sabía que quería en un futuro.

Podía fumar un cigarrillo y nadie lo criticaría por ello.

A la gente les gusta decir que quieres ser, pero Adrien estaba totalmente decidido a no ser una sola cosa, sería todo. Esa era la palabra perfecta que lo describía "todo".

Era el tipo de persona que se entregaba completamente a algo o alguien.

Sería una lástima que haya encontrado una manía que ni el humo del cigarro lo haga olvidarla...

La cara de la ojiazul no podía salir de su mente, nunca alguien lo había mirado de tal manera tan decepcionada.

Sabía el gran error que había cometido al salir con aquella chica ¿Pero acaso es tan malo tratar de salir con alguien?

Marinette y él nunca podrían estar juntos.

Ella era la clase de chica que buscaba un chico digno de ser un príncipe en un cuento de hadas, Adrien simplemente era un chico complicado que estaba acostumbrado a dañar sin darse cuenta.

Él no podría prometerle un felices para siempre.

"Mereces sin duda a alguien que esté completamente loco por ti y que no te haga jamás dudar del amor Marinette, yo no estoy listo para eso. Tal vez en un futuro..."

Al terminar de despejar sus asuntos pendientes subió a la motocicleta que su padre le había comprado como regalo de cumpleaños después de tantas veces tener que ir a rogarle hasta su oficina.


Sabrina Raincomprix no podía dejar de mirar la pantalla de facebook sin evitar que una enorme tristeza la hiciera querer llorar.

Había pasado un tiempo desde que su mejor amiga se había alejado completamente de ella.

Hoy solo había recibido un mensaje de agradecimiento por su amistad de parte de la rubia y luego un bloqueo.

Sabía que era terriblemente malo aferrarse a una persona, pero era demasiado tarde y sobre todo esa era la mala costumbre de ella.

Ahora no tenía a quien aferrarse y se sentía demasiado vacía, las lágrimas no aparecían porque ya estaba preparado para ello.


Había terminado de correr la ruta que cada tarde hacía, a su lado se encontraba su hermana gemela quien siempre lo seguía montada en una bicicleta.

―¡Claude! ¡Quiero comer! ¿No crees que es momento de regresar a casa?.

―Shhh...Déjame descansar un poco ―Claude caminaba despacio recobrando el aliento.

―¡Eres un flojo y no lo quieres aceptar!.

―¡Ya cállate Rubí! ―Los hermanos planeaban seguir peleando como era costumbre al estar juntos, pero la mirada de Claude se centró en una conocida melena rubia de un compañero que amaba molestar.

Felix se encontraba leyendo dentro de un mini súper. Se encontraba realmente tranquilo hasta que escucho la campanilla de la entrada sonar avisando que una persona no muy grata venía a joderlo de nuevo.

―¡Hey! ¿Cómo está mi ninja favorito? ―Soltó Claude tratando se ser divertido, sin embargo Felix nunca entendió su humor.

Odiaba que le dijeran ninja solo por disfrazarse con una bolsa de basura junto a su amigo James.

Y más porque Claude por alguna razón había obtenido esa foto y la publico en el grupo de tareas de su área.

―Mal, como siempre que apareces.

―¡Vamos Felix! ¿Por un día no puedes dedicarme una sonrisa o hacerme la platica?.

―¿De qué tendría que hablar como un idiota?.

―A veces la idiotez puede llevar a la sabiduría ¿No has escuchado la suerte de los idiotas?.

―Eso solo pasa en las malas películas de comedia, Claude.

―Entonces ¿Porque no me acompañas a ver una?.

―No gracias, no quiero salir contigo.

―¡Ya basta! ¡Parecen una pareja peleada! ―Rubí alzo la voz harta de escuchar a cada uno discutir y su mirada dirigirse a cada insinuación.

Felix había salido de la tienda, pero Claude lo seguía intentando convencer de salir con él.

―¡Felix! ¡Solo quiero hacer las paces! ¡Seamos amigos!.

―Yo no soy amigo de idiotas ―Siguió caminando con la misma frialdad en sus palabras.

Tal vez James era de igual manera un idiota, pero era el único idiota que toleraba y apreciaba.

―¡Bien! ¡Pero algún día lograre que seamos lo mejores amigos! ―Contesto Claude rindiéndose en medio de la banqueta.

―En tus sueños idiota.

Dos gatos negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora