Bloque nueve

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Adrien se encontraba escuchando la conversación de su hermano y su padre, quienes parecían sacarse los ojos en cualquier momento.

Desde que había abordado la limosina no le había dirigido ninguna palabra a Felix. Después de todo su hermano no era de hacerse del rogar y había notado el comportamiento molesto de su hermano menor, pero él no tenía el interés de preguntar.

Gabriel había anunciado que quería que cenaran los tres juntos, lógicamente algo que intranquilizo a sus hijos. 

Aquella cena era con las típicas preguntas secas departe de Gabriel que a no podía ocultar que no le importaba que hacían sus hijos con tal de no avergonzar el apellido Agreste. Los hermanos estaban dispuestos a levantarse de la mesa y subir a sus alcobas, pero Gabriel aclaro su voz llamando la atención de estos.

―Me gustaría hablar de un asunto importante contigo Felix ―Los hermanos se dedicaron una mirada de confusión, pero después Adrien solo asintió y se retiró cortésmente de la escena.

O eso era lo que ellos pensaban...

―¡Estas demente Gabriel! ¡Esto ya ha rebasado a los limites padre! ―Levanto la voz Felix mientras apretaba fuertemente los puños y su cara se tornaba más roja que nunca.

Los ojos de Adrien no podían estar más abiertos par en par después de escuchar aquel tema de matrimonio, tal vez se arrepentiría después de escuchar algo que no le incumbía detrás de la puerta.

―¡No me levantes la voz Felix! ¡Es una decisión que he tomado por el bien tuyo y el de la empresa! ―Contesto Gabriel tratando de sonar sereno. El hijo mayor soltó una risa socarrona haciendo enfadar a su padre.

―¡¿Cuándo carajos te has preocupado por nuestro bienestar?! ¡No me vengas con esas mentiras de que es por nuestro bien cuando solo es para beneficiarte a ti! ―Después de soltar aquellas palabras solo se escuchó un ruido sordo causado por el impacto del puño de Gabriel agreste.

Felix se encontraba sobándose la mejilla mientras que Gabriel trataba de calmarse y aflojar el agarre de sus nudillos.

―Te casaras y la conocerás la próxima semana ―Gabriel dijo para darle la espalda dispuesto a ir a su despacho.

―¿Y porque estas tan seguro de ello? ―Contesto Felix con una media sonrisa que le daba a entender que lo estaba retando.

―Es ello o estas fuera de la empresa ―Dijo Gabriel dirigiendo su mirada por última vez para irse del comedor.

Muchas preguntas cruzaban la mente de los dos hermanos, pero la mayor de todas ellas era la identidad de aquella chica y el porque su padre había tomado esa decisión.


Nathalie había llevado las aspirinas como le había ordenado su jefe, quien solo le soltó un seco agradecimiento y la echo cortésmente con un "Ya puede irse".

Cualquier persona en su sano juicio se preguntaría el porqué de aquella fidelidad como su mano derecha de la joven adulta, pero ella ni siquiera tenía una respuesta...

Muchas veces se sintió la peor persona por enamorarse de su jefe quien ya tenía una familia y aquella familia la había integrado gentilmente. Aun podía recordar como lloraba como magdalena cuando nació el menor de los hijos del Sr. Agreste y todo por una forma de pensar estúpida y infantil.

¡El señor agreste nunca sentiría lo mismo que ella y ella nunca le llegaría a los talones a su esposa!

Ella acomodo sus lentes y camino en dirección de su alcoba.

Habían pasado los años desde que la señora de la casa había muerto y el corazón de Gabriel se encontraba más cerrado que nunca. Ella lo tenía más claro que nunca y había decidido tiempo atrás encerrar aquellos sentimientos como una caja de pandora esperando a que alguien escuchara los susurro de su corazón y la amase.

¿Algo imposible no?

Nunca había sido buena en el amor y ser una mujer que cada vez los años no la hacían más joven y sin nunca haber tenido una relación estable o simplemente alguna de la que orgullosamente halla encontrado su primer amor.

Simples relaciones para evadir la soledad pero relaciones que de igual manera terminaban rotas porque no crecía un sentimiento verdadero.

Hasta que llego Gabriel haciendo crecer un sentimiento de admiración y en la mente de Nathalie eso significaba amor. El verdadero amor crece de la admiración.

Y la única que sabía su secreto...

Nathalie pasó por las habitaciones de los jóvenes y uno de ellos se encontraba en cama profundamente dormido, mientras que el otro no paraba de dar golpes a la pared y crear destrozos a su paso a la vez que soltaba maldiciones.

―Joven Felix ¿Puede parar? terminara lastimándose ―Pero parecía que al hijo mayor le entraba algo por un oído y le salía por el otro.

Ella decidió no seguir interviniendo y se metió a su propio dormitorio para tratar de descansar y esperar que la mansión siguiera en pie en la mañana.


¡Nueva portada mijos! Por recomendación de una amiga, aunque no me siento tan segura...

¿Prefieren esta nueva o la anterior?

Dos gatos negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora