Bloque seis

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Marinette viajaba dentro del autobús de camino como cada mañana a la escuela mientras por sus audífonos sonaba la canción "Sugar". Era sorprendente que por primera vez llegaría temprano a la escuela. Si temprano nos referimos a la hora acordada de la entrada. El sabor dulce de la paleta de cereza que había encontrado en su chaqueta era una buena señal de que hoy sería un buen día.

¡Por primera vez no cargaba tan mala suerte!

Leía las noticias de su teléfono, el cual nunca ponía atención ya que siempre iba de prisa.

Un chico se sentó a su lado haciendo que Marinette lo mirara disimuladamente.

"Lindos hoyuelos..."

Los ojos del chico se toparon con los de la chica, haciendo que los dos voltearan de inmediato al lado contrario.


Toda la mañana habría sido perfecta si no fuera por aquella chica rubia que tambaleaba la cintura de un lado a otro al caminar.

Marinette al verla pasar por el pasillo se hizo a un lado cerrando fuertemente los ojos. Sabía perfectamente que si la notaba no duraría en molestarla, para su mala suerte aquella rubia se había levantado esa mañana pensando en su perfecta víctima.

―Oye Sabrina ¿Sabías que la leche va mejor en el pan? ―Pregunto extendiendo su mano a la chica con cabello color zanahoria.

―Yo soy intolerante a la lactosa así que yo no podría responder eso... ―Contesto inocentemente Sabrina.

―¡No seas idiota Sabrina y pásame el cartón de leche! ―Extendió su mano abriendo y cerrando su puño amenazadoramente.

Sabrina cumplió las ordenes de la chica con complejo de abeja reina para que esta le hachare encima de la cabeza el contenido del cartón a Marinette. El dúo malvado comenzó a reír mientras que Marinette aguantaba un nudo en su garganta hasta que sintió un suéter tibio sobre su cabeza y un olor masculino que desconocía.

―¿Sigues sin dejar de ser insoportable no Chloe? ―Aquella voz nunca la había escuchado hizo que mirara al alto chico que la había ayudado y reconoció al chico que se había sentado a su lado en el autobús.

―C-claude...¿Qué haces aquí? ―Pregunto nerviosa la rubia tratando de hacer la situación lo más normal posible y ocultar su mala obra.

―Eso es algo que no te incumbe ¿Vas a responderme porque le hiciste tal cosa a esta señorita? ―Respondió el joven levantando un poco la voz atrayendo a la chica azabache por el cuello hacía él.

―Solo nos divertíamos...―Respondió Sabrina acomodándose los lentes como acostumbraba en situaciones incomodas.

―¿Desde cuándo causar problemas es una de las más sanas actividades ¡Ustedes siguen causándome lástima con sus actitudes de niñas creídas! ―El chico dijo para tomar la mano de la chica y jalarla hasta un salón deshabitado la mayoría de los días.


Mientras un rubio miraba desde el otro lado del pasillo con un rostro de preocupación. Si tan solo fuera más valiente podría haber evitado tantas molestias a su primera amiga. La chica que al principio lo tomaba como un idiota por malinterpretar la acción de quitar la goma de mascar de su asiento.

Su puño se encontraba cerrado mientras un extraño sentimiento de enojo se acumulaba en su interior y sobre todo por ver que ahora otro chico había ganado el lugar de ser su héroe.


Claude había intentado limpiar la ropa de la chica mientras aquella se encontraba sentada sobre la mesa escolar.

―Gracias, creo que ya me encuentro bien ―Respondió la chica para de un salto bajar de la mesa.

―No fue nada ―La chica iba a salir hasta que sintió un abrazó por la espalda de aquel joven.

―Alguna vez estuve en tus zapatos y te aconsejaría no hacerles caso a aquellas personas que tratan de borrar tu linda sonrisa ¿Okey? ―Soltó su agarre de la chica y ella solo asintió sin voltear a verlo para salir del salón. Si lo hubiera volteado a ver no podría esconder el color de sus mejillas, solo dio pequeños golpes sobre estas.


El Sr. Agreste se encontraba tomando el té delante del escritorio de su único hijo tratando de convencerlo en una de sus mejores ideas.

―Si en algo tienes razón es que me gustaría que ellos tuvieran un matrimonio que trajera buena imagen a la empresa pero yo ya tenía planeado a la jovencita Bourgeois ―El anciano no se encontraba contento ante aquello, el deseaba por primera vez de verdad que la flor de loto que había visto en la fotografía de aquella tarde fuera parte de la familia y no se rendiría hasta lograrlo.

Dos gatos negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora