Bloque diecinueve

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La mente de la azabache comenzaba a terne aquel efecto del alcohol y aunque no le gustara pensar en el pasado, ahora se encontraba perdiéndose dentro de una pequeño baso imaginando dentro de aquel liquido demasiadas cosas juntas.

Algunas lágrimas no pudieron evitar caer encima del boceto.

Había sido el peor error de su padre destapar aquella botella de rompope justo el día en que Marinette tenía tantas ganas de llorar simplemente por el gusto para poder superar.

Ella siempre se imaginó de camino al altar nerviosa pero feliz por unirse a la persona que amaba.

Hay costumbre que nunca se pierden y ese era el caso de la extraña preferencia de tomar rompope con galletas. Amaba el sabor de leche de avellana con alcohol sumergiendo deliciosas galletas tostadas.

Casi eran la uno y media de la madrugada pero la azabache disfrutaba aquel postre mientras terminaba algunos bocetos.


Chloe se miraba fijamente al espejo mientras desenredaba cada uno de sus rubios cabellos. Siempre había imaginado que el espejo era la pequeña entrada hacia el país de las maravillas, el cual distorsionaba la forma de ver a cada una de las personas.

Sin duda el mundo real estaba tan loco que todos querían ser totalmente iguales.

"¿Sí en verdad soy bonita porque no soy especial para alguien que no sea mi familia?"

Había visto demasiadas veces los trenes pasar, pero nunca había subido a uno y este día se había propuesto a ir a la escuela en uno. Su padre no se interpuso en su decisión, tenía asuntos más importantes que atender.

Tomo sus cosas y su chofer solo la había dejado en aquella estación.

―¿Esta segura señorita?―Pregunto el amable chofer quien la había llevado a todos lugares desde que tenía uso de razón.

―Lo estoy Benjamin, estoy completamente segura―Ella le sonrió tratando de demostrar seguridad.

―Está bien señorita, puede marcarme cualquier cosa ¡Le deseo un día lleno de felicidad!.

Chloe los primeros días creía que aquel chofer era demasiado extraño ¿Acaso no era tan fácil decirle "Que tenga un buen día"?.

Con el tiempo se fue acostumbrando a aquella frase.

"Si tan solo fuera verdad"

―Igualmente Benjamin―Ella se despidió de un beso en la mejilla y el hombre partió de nuevo a la mansión.

Había una tormenta tan fuerte que parecía que se callera el cielo.

"Tal vez esto no fue buena idea, pero por lo menos este es un buen día para darle la bienvenida a la melancolía"

Ella comenzaba a desesperarse, cuando un chico con cabellera pelirroja pasó a su lado. Inspecciono detalladamente a quien parecía ser su compañero de clases, parecía tener los ojos levemente rojos y unas pequeñas ojeras se notaban debajo de estos.

La manía de cuestionar hasta su desayuno llego, pero no tomo importancia ya que esa costumbre le había causado varios problemas en el pasado.

El condenado tren había llegado, ella se había sentado a uno de los dos últimos lugares vacíos, gran sorpresa se había llevado cuando Nathaniel había tomado el otro.

Ella se puso los audífonos de su iphone y comenzó a escuchar la primera canción de su lista de reproducción.

La canción "Eternity" se escuchaba por todo el tren y ella no se daba cuenta de lo mal puesta que estaba la estrada de sus audífonos, hasta que Nathaniel toco su hombro y ella lo miro con cara de pocos amigos como de costumbre.

―Tienes un interesante gusto musical―Ella al darse cuenta de su error puso en pausa rápidamente el teléfono, Nathaniel soltó una pequeña carcajada que la hizo sentir avergonzada.

Dos gatos negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora