Bloque veintitrés

1.4K 147 23
                                    

Nathaniel últimamente había encontrado una manera de distraerse de auto lastimar su corazón pensando en Marinette. Este nuevo pasatiempo se trataba de molestar a la Barbie de su escuela.

Algunas veces se sentía culpable por verla llorar o enojarse con aquellas bromas, otras veces Chloe comenzaba a reír. Aquella risa no era tímida como cualquier chica educada, era una risa a carcajadas.

Era una risa rebelde, diciendo que ella no era tan hueca como aparentaba.

Le causaba gracia la manera en que aquella risa la hacía encorvarse hasta las rodillas a la rubia y sus brazos rodeaban su estómago.

Lo que él no sabía era que aquella chica de igual manera comenzaba a tomarlo como un pequeño descanso de su aburrida rutina.

Últimamente en su celular no dejaba de sonar una canción de Miley Cyrus. Comenzaba a creer que era tan estúpida su situación para sentirse identificada con una canción.

Por un momento pensaba en que tal vez Nathaniel podía dejar que ella se comportara tan fríamente, tal vez era esa persona en la cual mencionan tanto en los versos de redes sociales sobre amor. Tal vez el cambiaría la forma de ver su vida, alguien que valga en verdad la pena.

Pero él ya tenía apartado su corazón de alguien que ella odiaba con todo su corazón.

Esa chica tenía la vida perfecta y le encantaba ponerse en el papel de la pobre chica que debe causar lastima en todo.

Aveces quería abofetear a la panadera por no ser feliz con el amor que tiene a su alrededor, por ser una idiota llorona.

Odiaba tener que tomar el papel de villana, pero la vida tenía ese plan desde que había nacido.

A veces es mejor no juzgar a las personas por su portada. No siempre la chica presumida era en verdad tan segura de sí misma y si de algo estaba segura era que Marinette solo quería montar un teatro por nada.

Nadie debería sentir la soledad como ella la sentía con sus padres, cuando más madura te haces con unos padres que quieren que des honor a la familia, menos quieres madurar.

Chloe solo quería que el pelirrojo fuera amable como lo era con Marinette.

Tal vez ella nunca le diría por su orgullo lo guapo que se veía con su jersey gris, pero se le estaba haciendo costumbre hablar hasta las cuatro de la mañana de cualquier tontería con él.

Tal vez Nathaniel la tomaba como una forma de burlarse de ella, pero para Chloe era diferente.

Él se estaba volviendo en una forma de llenar un hueco de su corazón.

En tan poco tiempo ella le había contado que su color favorito era el rosa, que le tenía miedo a subir a una motocicleta y amaba el refresco de uva y las papas fritas.

Nunca se había sentido tan libre...

Nadie se había tomado la molestia de conocerla, ni siquiera Sabrina.

Pero ella no sería la clase de chica que Nathaniel escogería.

El pelirrojo corrió a buscar a la rubia al encontrar el plan maestro para terminar con su fracaso en el amor.

―¡Chloe!.―Nathaniel llego hasta mitad de la calle fuera de la escuela para detener a Chloe.

―¿Mande?.―Respondió por educación, pero luego se maldijo dentro de su cabeza al ver sonreír malévolamente al pelirrojo.

―¡Ayúdame a conquistarla!.―Ella sabía a quién se refería y sintió de nuevo un vació aterrador dentro de su ser.

―¿Qué ganare ayudándote?.―De nuevo siguió con su papel de chica sin corazón, aunque en este momento se encontraba con más frío que nunca ese mismo corazón.

―Seré tu sirviente por dos meses.―Respondió seguro Nathaniel sin dejar de sonreír ilusionado.

―Tres.―Chloe intento subir la oferta.

―Dos.―Repitió Nathaniel.

―Cuatro o no hay trato.―Chloe en el fondo deseaba que él lo rechazara y fuera con alguien más, así su salud emocional no se vería afectada.

―Está bien.―Acepto Nathaniel.

―¿Y cómo voy a saber que eres de fiar.―Actuó la rubia inseguridad.

―¿Te das cuenta que vamos en la misma escuela?.

―Aun así.

―¿Y si lo prometo con el meñique?.―Nathaniel puso en frente de la cara de Chloe su meñique.

―Ese dedo está muy negro de mentiras.―Chloe se gira mostrando de nuevo desinterés.

―¡No jodas!.―Exclamo el pelirrojo.

―¡Soy una princesa y no debes hablarme así!.―Exclamo indignada la rubia.

―De las brujas posiblemente...―Susurro cruzado de brazos Nathaniel.

"De nuevo me lastimas y no te das cuenta"

―¡¿Que dijiste?!.―Levanto aún más la voz.

―¿Y un pacto de sangre?.―Saco un clip de sus bolsillos.

―¿Eres o te haces?.―Chloe vio con repulsión aquel objeto.

―¡Ok! ¡El de la cachetada!.

―¡Si!.―Antes de que reaccionara le dio una bofetada y comenzó a correr la rubia.

―¡Así no era!.―Grito muy enojado el pelirrojo.

―¡Comenzamos tus clases mañana Romeo!.―Ella intento de sonar divertida, pero en realidad estaba huyendo del dolor.

"Muy bien, acabo de firmar mi sentencia de muerte"

Se podía observar a la rubia correr hasta su casa derramando lágrimas dejando a las personas de los alrededores sorprendidas.

Su primer corazón roto...

Dos gatos negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora