Bloque doce

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La cabeza de Felix después de veinte minutos parecía una gran montaña de papeles llenos de baba de James, quien no paraba de lanzárselos con una pajilla.

Eran de esos días en que no tenía ganas de poner atención a la clase ¿Acaso era tan necesario para un alumno estrella no tener sus momentos libres?

Felix era de aquellas personas en que daban demasiadas vueltas a un asunto cuando en verdad lo creía necesario y sin duda su vida era uno de ellos.

¿Qué había hecho para merecer nacer con tanta precio?

¡Ni siquiera había dado su primer beso! ¿Como su padre lo creía capaz de casarse con una total extraña?

Pero después de todo su padre había cambiado, se dio cuenta de ello cuando lo vio tirar a la basura aquella taza que había decorado para que tomara su café. En ese tiempo todavía era un niño, odiaba llorar, era una de las cosas que más detestaba de las personas.

¿A quién le parece lindo una nariz roja como reno y llena de mocos?

No podría asegurar no haber llorado en su vida cuando casi toda su niñez después de la muerte de su madre se la pasaba encerrado llorando. Mejor ni hablar en aquellos días en la pubertad cuando se creía uno más de los adolescentes con vida catastrófica y solo quería escuchar canciones deprimentes.


―Hombre ¿Te sientes bien? ―Pregunto su amigo mientras mordía una hamburguesa.

―Sólo tengo hambre ¿James enserio vale la pena salir con una chica? ―Felix comenzó a meter algunas patatas fritas a su boca.

―¿Porque me lo preguntas? ¡¿Acaso ya estas dudando de tu sexualidad?! ¡Mierda! ¡Ya me lo veía venir! ¡Alto! ¡No me digas que yo te gusto porque yo soy heterosexual! Pero seamos sinceros ¿Quién no se enamoraría de lo apuesto que soy! ―James cambio sus aíres de preocupación a egocentrismo en pocos minutos mientras movía su corto cabello.

―¡Ya te dije que no soy gay! ¿Por qué siempre terminamos hablando de estos temas? ¡Soló quiero saber si debería saber porque todos se esfuerzan en intercambiar millones de microbios en baba!

―Pues es porque tu aun no has encontrado a una persona que te haga sentir de aquella manera que tomas por estúpida.

―¡Pero es que enserio es estúpida! ¡El amor no dura! ¡Es como si un día estuvieras enamorado y a la otra mañana no sientas lo mismo! ¡Es como una emborracharse en una noche!

―Algún día encontraras a una persona que te enamore cada mañana cuando despiertes, te haga sentir como emborracharte una y otra vez.


Los vecinos había notado que cuando Gabriel Agreste estaba en casa todo se volvían gritos en esta.

Esta noche Felix no pudo cubrir a su hermano...

―¡¿En qué pensabas Adrien?! ¡¿Acaso creías que los medios no se darían cuenta?! -Gabriel daba vueltas por la habitación y sus manos no soltaban su cabeza de la frustración.

Adrien no decía nada, seguía poniendo aquella cara de cordero como hace varios años esperando que su hermano mayor viniera a defenderlo.

Y esta no era la excepción...

―Es algo que ama ¿Acaso piensas tenerlo como tu marioneta al igual que yo? ¿Una pieza más de tu ajedrez?.

―¡Callate Felix! ¡Este no es tu problema! ―Gabriel camino peligrosamente a su hijo mayor que se encontraba con los brazos cruzados recargándose en la mesa y el menor solo estaba sentado en una de las sillas resignado.

―¡No me callare! ¡Adrien ya no es un niño puede hacer lo que quiera!.

―¡Cuando tenga un buen trabajo y tu un buen matrimonio entonces harán tiras si quieren su vida! ¡Ahora son mi responsabilidad! ¡Deben cuidar mi imagen!.

―¡Tu solo piensas en tu imagen! ¡Todo sería mejor si mamá estuviera aquí! ―Felix salió dando pasos firmes para cerrar la puerta de la cocina en un azotón dejando a un Gabriel mudo.

Adrien estaba dispuesto a salir corriendo, pero su padre lo sorprendió saliendo para buscar a Felix.


Felix puso a todo volumen su lista de reproducción tratando de hacer que su cabeza no pudiera matarse pensando en otras cosas que en el ritmo de una canción al azar. Pero sus planes se arruinaron al escuchar tocar la puerta de su cuarto.

Ni siquiera se tomó la molestia de responder ya que sabía que era su padre el que venía a torearlo como siempre.

―Sabemos perfectamente que nada ha sido igual que como cuando Juliette estaba aquí, no soy el mejor padre ni la mejor persona.

"¿Acaso apenas se da cuenta?"

Felix dejo sus cascos a un lado y abrió bruscamente la puerta.

―¿Qué quieres de mí? ¿Cuándo será el día en que estarás orgulloso de mí? ¿Sabes cuánto duele que tu padre te odie soló por dejar un juguete por accidente? ¡Yo no sabía que se iría al freno! -Y de nuevo Felix estaba haciendo lo que tanto odiaba.

―Yo nunca te he odiado...

―¿Sabes que se siente esperar que tu padre te abracé al llegar al trabajo? ¿O por lo menos esperar un "te quiero" de su parte? ¡Te apuesto a que aún sigues pensando que no sabemos que quien escoge nuestros regalos de cumpleaños y navidad es Nathalie y no tú!.

―Felix sé que estuve mal...

―¿Lo sabes? ¿Cuándo será el día en que te portaras como un verdadero padre y no solo lanzaras dinero a nuestro alrededor? ―Felix estaba a punto de entrar pero la voz de su padre lo hizo frenar.

―Es por ello que he escogido a aquella chica.

Y no mentía, aquella chica le recordaba a su difunta esposa con quien había pasado los días más felices. Las palabras de la nieta del amigo de su padre lo habían hecho tomar esa decisión.

Una chica sencilla y tenaz que tenía madera para darle una buena familia a su hijo y sobre todo la felicidad que nunca podría comprar.

Dos gatos negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora