Capítulo #40: "Cobarde"

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Mi subconsciente me decía que huyera de la realidad, que desapareciera.

Pero yo no podía hacer eso, por más que lo quisiera, yo realmente quería olvidar todo lo vivido.

Ser una nueva yo, sin rencores, sin odio y tener la oportunidad de nuevo de confiar en alguien.

Alam me estaba mirando como si quisiera hablarme con la mirada, Amy seguía tirada en el piso aguantándose el cabello y yo estaba ahí parada hundida completamente en mis pensamientos.

Quería ir a la cafetería y comer algo, pero tenía mucho coraje, y tenía que sacarlo de mi sistema.

Sin más, salí corriendo lo más que pude, no quería hablar con nadie.

Sentía los pasos de Alam y su voz.

Amber, no te vallas.

_Déjame en paz, necesito estar sola.

Volteo mi mirada hacia atrás y Amy lo tenía agarrado, aproveche y corrí más rápido y me escondí detrás de una pared.

Sentía sus pasos cerca, pero mi corazón no daba más para seguir corriendo

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Sentía sus pasos cerca, pero mi corazón no daba más para seguir corriendo.

Podía sentir como todo el mundo conspiraba en mi contra, y de una manera u otra se iban a enterar quién era yo realmente.

Pero eso no podía pasar.

Max Punto De Vista

Bueno nena, yo voy a ir a la cafetería, nos vemos allá, le digo a Leyla y salgo del salón de clases.

_Yo voy ya mismo, quiero ir a hablar con Michael, habla Leyla.

Seguí caminando por los largos pasillos hasta que en una esquina, divisó una melena rubia, Amber.

Mira rubia, le digo a Amber haciéndola sonreír.

_Max, que bueno verte, dice con una cara un poco triste.

Si lo dices con esa cara, me voy a sentir un poquito mal, digo haciendo pucheros.

_Perdón, no estoy de humor.

¿Qué te pasó?, preguntó.

_Podemos hablar en otra parte, no me siento cómoda aquí.

Claro, vamos a comer afuera, le digo sonriéndole.

Seguimos caminando hasta llegar a mi fraternidad, donde nos fuimos en mi carro.

Paramos en un restaurante, y nos bajamos. Durante el camino no cruzamos palabra alguna, ya que me quede cantando en volumen alto.

Al llegar a la entrada nos recibió un mesero, y yo me le quedé mirando.

Tenía esos ojos color miel, y su cabellera negra, todo un dios griego.

NADA ES LO QUE PARECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora