Salgo del baño arreglada, maquillada y lo más guapa posible para poder seducirle... Tengo tantas ganas de que nos vayamos por ahí que creo que es la opción a la que me estoy acogiendo para no pegarme un tiro. Un fin de semana entero con Álex... ¡Y me quejaba de estar con él en el instituto!
Cuando salgo, todos los hombres se quedan mirándome... Y las mujeres también. Se crea un ambiente bastante incómodo para mí, pero que en realidad, convivo con él siempre. Se hace silencio e incluso Álex, que estaba estirado en mi cama, se incorpora para mirarme... ¿Qué hace en mi cama?
- Fuera de mi cama –le ordeno con mirada asesina.
A medida que avanzo, todos me siguen con sus ojos. Y eso que solamente me he puesto unos pantalones tejanos cortos con unas medias, una camiseta y por encima, una camisa abierta. Tampoco llevo nada del otro mundo. Pero, lo sé, soy guapísima. Además, he clavado el maquillaje.
Él se levanta e intenta cogerme la mano para besármela, pero la aparto rápidamente con cara de asco, antes de que haga algo de lo que me pueda arrepentir. Qué se supone que hace? Sabe perfectamente que no quiero ni verle, pero creo que él ni escucha ni ve, está encabezonado conmigo.
- Estás preciosa –suspira Carlos.
- Muchas gracias. Tú también –le sonrío. Es verdad, él va vestido con una camiseta negra y unos tejanos que le sientan muy bien.
- ¿Nos vamos? -pregunta Rebeca.
- Sí, vámonos.
Todos nos disponemos a salir por la puerta y yo ya me dirijo hacia allí cuando Álex empieza a caminar a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja. Él me mira sin ningun disimulo, sin cortarse ni un pelo. Normalmente me da igual, pero con Álex no puedo. No puedo dejarle. Y... ¿Nos piensa acompañar?
- Espera, espera... ¿Tú dónde vas? –digo frunciendo el ceño.
- ¿A cenar? –pregunta con sarcasmo y enarcando las cejas.
- Si él va, yo no voy –me detengo en seco. No pienso ir... con ese imbécil toda la noche, no.
- ¡Vale! Pues yo tampoco. Me quedo contigo –dice sonriendo. ¡Esto es una pesadilla!
- ¿Puedes parar ya? –le pregunta Carlos a Álex antes de un insulto.
- Y si no, ¿qué? –se acerca a él en tono amenazante y yo me pongo en medio. ¡Son como críos!
- ¡Déjame vivir! –le grito a él. Tras decirle esas dos palabras mágicas, Álex se quedó callado y sentado en la única cama libre que quedaba, ahora suya, mientras que los demás nos hemos ido a cenar.
·
- Esta noche los chicos queremos ir a hacer una especie de acampada, con tiendas, linternas, sacos de dormir... En el bosque. ¡Para vivir aventuras! –comenta Dani.
- Cariño, estáis como una cabra. Teniendo una cabaña donde pasar la noche siendo invierno e iros a la deriva... Es de estar loco.
- Puede que lo esté... Pero es por tu culpa.
Se tocan con la nariz y luego se dan un beso de esos de cuentos de hadas... Por favor... Hay que ser serio. Pongo los ojos en blanco y bebo un trago del refresco que me he pedido con algo de alcohol. Estas escenas tan falsas que hierven la sangre... Como se nota que van a cortar en unos días.
En un momento, desvío la mirada y veo acercándose a Álex. ¡Álex! Viene congelado y va echando vaho allá por donde pasa. Anda encogido, aunque se acerca decidido hacia donde estamos sentados. No puede ser... Espero estar viendo visiones, porque como sea él... Ya no sé ni qué le voy a hacer.
- Val. Me gustaría saber si sigues enfadada conmigo y si tengo alguna posibilidad.
Este tío ha debido de pensar que soy gilipollas. O que soy estúpida o idiota o retrasada como alguna de sus novias. Me levanto y me pongo a su altura para empezar a reprocharle las cosas en la cara. No me parece nada bien que tenga el valor de preguntarme algo así, sabiendo lo mucho que sufrí en su momento.
- A ver si lo captas, chaval. No quiero novio. No quiero tener ninguna relación con nadie. Sólo quiero llevarme a la cama a cuantos más hombres mejor y no me gusta repetir. No lo he hecho nunca ni lo haré. Así que tú estás tachado, desde ya hace tres años, de la puta lista. Déjame en paz, porque por mucho que insistas, no voy a cambiar de opinión.
- Pero yo... ¿Algún día me podrás perdonar? -cojo el vaso que tenía en la mesa con Coca-Cola y se lo tiro por la cabeza. Los demás, se quedan con la boca abierta y yo me aseguro que no haya quedado ni una sola gota en el vaso.
- Espero que hayas captado la indirecta. Deja de tomarme por estúpida, no me conoces.
Me voy. No me pienso quedar aquí. No pienso dejar que se salga con la suya. No quiero verle la cara. Me pone enferma, me nace una rabia en la barriga que no puedo con ella. Cojo un cigarro e inhalo el humo. ¡Qué bien sienta! No sé a dónde voy, no sé qué voy a hacer... Pero escucho unos pasos que se acercan rápidamente a mí... ¡Por favor, que no sea él!
- Tienes dos opciones... -¡qué pesado! Es demasiado para mí... Lo peor es que no puedo hacer nada-. Irte sola a ningún lado o regresamos con los demás y me porto bien –le miro mal-. ¡Lo prometo! –exclama levantando las manos, mientras sigue chorreando por la bebida. Yo suspiro.
- Álex...
- Dime –dice poniéndose delante de mí.
Le miro a los ojos sin saber qué decirle. Una parte de mí recuerda a todas esas veces que le miraba y veía al chico con el que quería pasar el resto de mis días. Ese sentimiento estaba enterrado y a conciencia desde hacía mucho tiempo... Me había costado tanto conseguirlo... Y ahora viene a romperme los planes.
- Nada –me giro y me voy en dirección al restaurante donde se encuentran los otros.
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¡FUERA!
Teen Fiction¿Sabéis? Yo no estoy para perder el tiempo. Sé lo que quiero. A mí nadie me pisa, tengo un carácter muy fuerte. Todos a mi alrededor, obedecen mis normas. Odio las relaciones románticas y las parejas que son tan empalagosas. No creo en el amor, teng...