Capítulo 34

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Álex me está acompañando a casa. Me ha hecho mucha gracia como ha terminado la fiesta, porque se han creado un montón de parejitas en gente que estaba soltera y no se conocían. La que más me ha gustado, sin duda, ha sido la de Dani y Martina. No ha pasado nada entre ellos, pero a ver, Dani va a ser mucho más feliz con ella que con Laila en todo caso. Espero que vaya a más. También me ha gustado mucho la de Rebeca con un compañero de mi instituto antiguo. Hacen muy buena pareja y ojalá que terminen juntos. La verdad, es que ha sido una fiesta de diez.

Con Álex me lo he pasado genial. Hemos bailado un montón, hemos cantado, nos hemos divertido y nos lo hemos pasado como nunca. Necesitaba fiesta y risas. Además de los momentos romanticones que hemos podido vivir. ¡Por otro lado, ni siquiera he bebido! ¡No he tomado nada de alcohol! ¡Estoy muy orgullosa de mí misma!

- Me lo he pasado genial contigo, otra vez –me dice cuando llegamos a mi portería.

- Ven, acompáñame hasta arriba.

En el ascensor, me miro el maquillaje y se me ha conservado bastante bien. Igualmente me lo retoco un poco mientras Álex me contempla expectante. Yo, a través del espejo, le sonrío. Bajamos en mi piso y cuando cojo la llave, la meto dentro de la cerradura y le doy una vuelta, me doy cuenta de que no está vacía la casa. Debe de haber vuelto mi padre, porque es bastante tarde. Se lo digo a Álex y mi padre aparece por la puerta.

- Hombre, Valeria, ¿qué son estas horas?

- Lo siento, papá. He celebrado la fiesta de mi cumpleaños y se me ha hecho tarde –me giro y miro a Álex-. Este es Álex, me ha acompañado a casa.

- Hola, chaval. Un placer –dice haciendo un apretón de manos con él-. Me suenas de algo...

- Sí, es que tiene un rostro muy común –le interrumpo mientras Álex frunce el ceño-. Papá, métete para dentro que me voy a despedir de él.

- Vale, pero cuidadito con lo que haces, ¡eh! –comenta dirigiéndose a Álex.

Mi padre se mete para dentro. ¡Yo suspiro y me da un vuelco al corazón! ¡Menos mal que no se ha dado cuenta de que es Álex Hidalgo, el chico por el que pasé una depresión hace años! ¡Le tiene mucho asco y si le hubiese reconocido, le podría haber metido una paliza y todo! No sé cómo se lo diré...

Me acerco a él, ya encontrándome mejor y nos abrazamos. Él seguro que está viendo a mi padre por detrás vigilándole con mala cara. Es un padre muy protector, pero es un inocente. No se entera de nada y no creo que ni siquiera se pueda imaginar la cantidad de hombres con los que he estado.

- Me apetece besarte –me susurra al oído.

De golpe, me da un pinchazo en el estómago. Aunque es normal que me pase, habiéndome dicho Álex lo que me ha dicho. Sí... Yo llevo queriendo besarle desde que le confesé lo que sentía... Hace mucho que no me reprimo las ganas de besar a alguien, pero intento mantener la cordura e intentar buscar la mejor respuesta.

- A mí también me apetece besarte –le confieso sin rodeos.

Sin embargo, nos separamos y me espero apoyada en el marco de la puerta a que venga el ascensor. En el momento en el que llega, Álex se despide de mí con la mano y yo me meto dentro de casa más deprimida que nunca. Si no hubiese estado mi padre... A lo mejor hubiese sido muy diferente. Podría haber pasado algo... ¡Nunca está y cuando necesito que no esté, es el primero que está aquí!

Me siento en el sofá junto a mi padre y me tapo con la manta que tiene en sus piernas. Está haciendo zapping en el televisor. Suspiro de no haber podido hacer nada con Álex... Tenía la esperanza de tener la casa para los dos solos, al menos un rato. En un momento, mi padre se me queda mirando sonriendo como si fuese una extraña. 

- Te gusta ese chico, ¿no? Se te nota muchísimo, hija.

- ¿En serio? –él asiente-. Es que no sé cómo hacerlo para decírselo... ¿Tú crees que también le gusto yo?

- Cómo no le vas a gustar, cariño. ¡Si eres guapísima! Y no porque seas mi hija, lo digo desde la objetividad.

- Ya... -como todos los padres del mundo.

- Anda, corre y díselo –yo enarco las cejas-. No estamos para perder el tiempo, la vida es muy corta. Además, me gusta ese chico para ti. Hacéis buena pareja.

Yo sonrío, le doy un beso en la calva y salgo corriendo a buscarle. Cierro la puerta principal y decido si ir por las escaleras o por el ascensor: escaleras. ¡No hay tiempo! Las bajo de dos en dos y cuando llego a la portería, me doy cuenta de que ha empezado a llover, así sin más. ¡¿Por qué a mí?!

Miro a lo lejos de la calle y lo veo caminando. Grito su nombre, pero no me oye. Por primera vez en la vida, me sacrifico y soy capaz de salir debajo de la lluvia y mojarme entera. El agua está congelada, pero me da igual. Corro con cuidado para no resbalarme y voy hacia su encuentro. Es curioso, porque él también está caminando tan pancho bajo la lluvia, mojándose entero. Ni siquiera corre un poco, anda mirando hacia el suelo y con las manos en los bolsillos.

- ¡Álex! –chillo lo más fuerte que puedo.

Él me escucha, se detiene y se gira. Sonríe cuando me ve corriendo y se aproxima a mí. Cuando llego, él y yo nos abrazamos. Cierro los ojos para disfrutar aun más del momento. Luego, le miro a los ojos y le acaricio la mejilla mientras que nos caen miles de gotitas por encima. No me espero más y continúo con lo que le tenía que decir antes...

- No quiero quedarme con las ganas –le confieso.

Se oye un trueno a lo lejos, pero no hacemos caso. En ese momento sólo existimos él y yo. Álex me coge por las mejillas y yo me pego más a él. Me sonríe. La sonrisa más bonita que he visto nunca. Nuestros labios se acercan más y más hasta que se juntan. Y así, nos damos el beso más deseado de nuestras vidas.

¡FUERA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora