Capítulo 35

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Estoy en la portería esperando a que venga Álex. Esta mañana hemos hecho oficial en clase que estamos juntos y los compañeros han empezado a aplaudir. Nos han felicitado todos, excepto las lacayas de Sonia. La Barbie aún no ha salido del hospital y Laila no ha aparecido. Dani no sabe nada de ella.

Hoy estábamos todos agotados de la fiesta de anoche, porque acabó tarde. No nos hemos enterado de prácticamente nada y es normal, un ritmo de vida así no lo resiste nadie. Eso sí, todos me han dicho que fue un fiestón. Y sí, para qué negarlo, fue una de las mejores fiestas que he organizado.

Esta mañana, lo primero que hemos hecho al vernos Álex y yo ha sido besarnos. Besos de madrugada... Hacía tiempo que no los tenía. Ha habido varias chicas que han soltado un suspiro largo, y ha habido chicos que también lo han hecho. Hemos roto muchos corazones con nuestra relación.

Y sí... Tenemos una relación estable. ¡Estamos saliendo! No he salido con nadie desde hace años, desde que salí con Álex la primera vez... Así que casi que no me acuerdo de cómo se hace, pero él me ha dicho que me va a enseñar... Y yo confío en él. Porque Álex no ha podido hacer algo mejor por mí que cambiar.

Le veo de lejos. Lleva puesta la camiseta verde de esta mañana y los mismos pantalones, pero a mí se me hace un mundo. Me ha dicho que me quiere acompañar a la biblioteca del pueblo, por eso le espero. Me pongo de pie, y cuando llega, Álex me rodea la cintura con un brazo y me da un beso de esos apasionados.

- Hola, mi amor –me saluda-. Qué bonita vas.

Me miro la ropa ya que me he puesto otra completamente. Es que a mí me pasa una cosa muy curiosa y es que a las siete de la mañana no me apetece arreglarme. Sí, es así. Me pongo la primera cosa que veo y me hago la raya en la línea del agua. Punto. Ahora, como iba a quedar con él, cuando ya se ha hecho más tarde sí que me gusta ponerme guapa. Llevo puesta una blusa blanca, con una falda floreada y unas medias, ya que no hace mucho frío, y me he delineado los ojos.

- Tú siempre estás guapo, cariño –digo mordiéndole el labio inferior.

Nos damos la mano y nos dirigimos hacia la biblioteca. Pensaba que no habría ninguna reacción en las personas cuando estuviéramos juntos, porque no estaría soltera. Al estar con un chico, pensaba que pasaría desapercibida, pero no. Se nos quedan mirando de la envidia que damos. No pensaba que algún día volviese a desprender felicidad.

A cada semáforo, es tiempo que utilizamos para besarnos como nunca. A cada gesto, me demuestra que hay una verdad en lo que siente y yo a cada segundo pido que esto sea la vida real. Porque si no estoy soñando, creo que no he podido ser más valiente al enfrentarme a una relación, y no me he equivocado.

Cuando llegamos a la biblioteca, empiezo a buscar la novela que quería. A Álex también le gustan los libros, así que se pone delante de la categoría que le gusta y busca libros de su interés. Hemos llegado bastante tarde, así que no tenemos tiempo que perder, porque nos van a echar.

Pasa un buen rato que nos las hemos pasado buscando libros, leyendo los principios de algunos en los que dudaba y hablando. Se ha empezado a hacer de noche, y con eso, ha ido bajando la temperatura. Y la verdad es que no tenemos mucho más tiempo, tenemos que irnos ya, porque nos cierran.

- ¡¿Lo has encontrado ya?! –me pregunta sulfurado. Está sentado en una butaca como un rey y se queja...

- ¡No está! ¡Te lo he dicho hace mil años!

- Entonces, ¿qué es lo que se supone que estás haciendo?

- Estoy buscando un libro que me guste. ¡No solloces tanto, pesado!

- ¡Llevamos aquí la vida!

Sí, y a mí se me ha pasado como minutos. La biblioteca es uno de mis lugares favoritos en el mundo, y aquí, al ser una biblioteca pequeña, hay algunos libros que jamás he visto en ninguna librería. Me parecen interesantes y que se puede sacar mucho partido de ellos. Es tan pequeña que no hay nadie, sólo hay la bibliotecaria en la planta de abajo y nosotros en la planta de arriba. Es gracioso porque podemos hablar normal e incluso gritar y no nos dice nada, debe de ser porque no viene casi nadie aquí. 

- Voy al baño. Espérame aquí –le ordeno.

- Sí, sí...

Me voy hacia el baño, me meto dentro y me miro en el espejo. Me pregunto qué es lo que debo de tener para gustarle tanto a Álex. Me toco los labios y los tengo hinchados por todos los besos que me he dado con él. He tenido suerte esta vez de poder tenerle justo cuando le he querido... Tengo suerte de que me quiera después de todo...

Entonces, oigo como se abre la puerta y me doy el susto de mi vida. ¡No me lo esperaba para nada! ¡¿Quién iba a entrar si no hay nadie en la biblioteca?! Me sigo tocando los labios mientras me miro en el espejo, y de reojo observo, con curiosidad quién es y lo descubro. Alguien que no debería de estar aquí... Álex.

- ¿A ti no te han enseñado de pequeño que no se entra en el baño de señoritas?

- Ya... Es que no me puedo resistir.

Se acerca a mí, me coge de las caderas y me sube encima del mármol. En un movimiento rápido, me sube la falda y mete mis manos entre mis piernas mientras no deja de besarme por todas partes. Ni siquiera puedo controlar sus movimientos, no sé por dónde me va a atacar la próxima vez.

El corazón me va a mil por hora, las manos de Álex me acarician por todos los rincones de mi piel y se me eriza. Álex me agarra del culo y hace fuerza para que me acerque aún más a él, rodeándole con mis piernas. Él me besa por el cuello y yo le ayudo a desatarse el cinturón. Luego, desabrocho el botón, bajo su cremallera y le bajo los pantalones. Álex coge mi camiseta por el borde y me la quita. Sigue besándome con lujuria hasta el momento en el que se apagan las luces.

- ¿Qué ha pasado? –pregunto.

- La luz. Espera, voy a encenderla. Vaya corte de rollo -escucho como Álex se sube los pantalones y va hacia el interruptor. Oigo como le da repetidas veces, pero no pasa nada. Las luces no se encienden y esto me está empezando a parecer raro. ¿Qué significa esto?

- ¡Álex! –grito asustada.

- ¡Voy!

De repente, algo me toca la pierna. Es su mano y yo se la cojo. Entonces, él pone la linterna de su móvil y podemos vestirnos y arreglarnos un poco. Nos agarramos de la mano y salimos, pero no hay nadie. Bajamos a la planta de abajo con la esperanza de que haya alguien, porque siguen estando las luces apagadas, sin embargo, no está la bibliotecaria de antes. ¡Se ha pirado y nos ha dejado encerrados! Vamos hacia la puerta principal, pero está cerrada. Que yo sepa, ni siquiera hay una puerta trasera o una salida alternativa. ¡Nos hemos quedado atrapados aquí de la forma más estúpida posible!

- ¿Qué vamos a hacer? –le pregunto esperando que me dé una solución que sea viable.

- ¿No te hace ilusión quedarte a dormir en una biblioteca?

- No mucho...

¡FUERA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora