Capítulo 12

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Me he puesto ropa un poco más destapada, unas gafas de sol, chanclas, el bolso y un libro. El plan de esta mañana es ir todos juntos a la playa, a disfrutar de las vistas invernales. Sí, con Álex incluido. Voy a tragarme mi orgullo y les voy a acompañar porque, simplemente, tengo ganas de ir y odio que él me limite. Nadie lo hace y no va a empezar él.

Las toallas las llevan entre los demás, así que ningún problema. En mi bolsa llevo algo de dinero, la ropa para ponerme encima por si tuviese frío, las llaves, el tabaco y poco más. Carlos se ha ofrecido a llevarme la mochila y yo estoy encantada. No hay nada que me guste más que un hombre que intente conquistarme a partir de ser caballeroso.

Al salir del baño, algo maquillada por si la ocasión lo mereciese, me encuentro con un alboroto un tanto caótico. Cada uno está intentando coger sus cosas sin chocarse con la demás gente, y no lo están consiguiendo. Es horrible tener tan poco espacio para moverse, yo me agobio en seguida. Lo única excepción, es que Álex y Carlos se me han quedado mirando.

- Deja de mirarme –le digo a Álex, solamente.

A Carlos le dejo mirarme todo lo que quiera, no me importa lo más mínimo, pero no es así con Álex. Veo a este último sin camiseta, mostrando sus músculos marcados... Es mucho más hombre, más fuerte... Y los ojos le deslumbran de una manera única. ¿Lo he dicho ya? Esto lo hace a propósito... Se debe de estar muriendo de frío.

- Reconoce que tú también lo hacías –me responde sonriendo.

Me ha pillado. Esto me pasa porque, normalmente, no tengo que disimular. Lo hago con otros chicos y ellos también me miran, ¡no me importa! Es la manera de demostrar que sientes atracción por esa persona, sobre todo por la expresión facial. Lo nota muy fácilmente cuando alguien quiere algo conmigo... Y Álex es uno.

Me dirijo fuera de la cabaña y le levanto el dedo corazón.

·

Estamos en la playa y todos se están formando un círculo, jugando a un juego de cartas del que ni siquiera sé cuál es su nombre, y yo estoy más alejada, en mi toalla particular. Estoy leyéndome el libro tranquilamente y concentrada, cuando viene Álex, que estaba con los demás, sólo para molestar.

- ¿Vienes a la playa a leer? –pregunta.

- No te atrevas a ensuciarme el libro –le amenazo poniéndome a la defensiva cuando veo que levanta la arena con los pies. Es uno de mis libros favoritos y no debería de habérmelo traído... Pero es el que me estoy leyendo.

- No te preocupes, me gusta leer y los respeto -Álex mueve su toalla al lado de la mía,  y se sienta encima. Después, mira el título del libro en la portada. Se llama "Antídoto"-. Fumas, sales de fiesta, tienes un carácter indomable... Pero te gusta leer. Los libros no pueden tener una vida más interesante que la tuya. ¿Cómo se explica esta mezcla? 

- ¿Hace falta que te lo explique o te das por aludido?

Intento guardar las distancias y acabar la conversación cuanto antes mejor para poder seguir leyendo. Él enarca las cejas y empieza a contemplar el mar en silencio. Me parece bien que al menos eso lo cumpla de verdad. Leo un rato más hasta que no soporto más la mirada penetrante de Álex en mi libro.

- ¿Por qué te empeñas en querer caerme bien? –le pregunto cerrando el libro.

- ¿Y por qué no? Se supone que vamos a pasar juntos unos cuantos meses ya que vamos al mismo instituto, será mejor que nos empecemos a llevar bien. Sería diferente si fuésemos a diferente clase... Pero es que me siento detrás de ti, Val.

Me levanto las gafas y le miro a los ojos. Tiene razón, estaremos muchísimos meses viéndonos treinta horas semanales. Menudo asco... ¡No veo el final de curso! Ojalá que se pase más rápido que un suspiro, porque es que sino, no sé cuánto voy a aguantar una situación así... Empiezo a cansarme.

- Te va a costar trabajo –le recuerdo.

Pasa un chico caminando por la arena al lado de mi toalla que no está nada mal y yo, con una rapidez asombrosa, me pongo las gafas bien, me suelto el pelo y me estiro en la toalla intentando seducirle. El chico se me queda mirando y yo le lanzo un beso sin cortarme. Luego, me río en señal de victoria.

- ¿Qué te crees que estás haciendo? –me pregunta Álex incrédulo.

- Ligando, ¿acaso no lo has visto?

- Deja de exponerte como si fueses un trofeo, ni siquiera le conoces, y por su forma de reaccionar, te mereces alguien mejor que ese imbécil. Te lo digo yo, que calo a la gente en un abrir y cerrar de ojos -es un ingenuo. 

- ¿Cómo quién? ¿Cómo tú? –le interrogo con sarcasmo.

- Por ejemplo –asegura.

- Entonces, no es un cambio a mejor.

- Ven, vamos a dar un paseo –dice de repente, levantándose y ofreciéndome la mano.

Pienso en qué hacer. Me apetece dar ese paseo, pero sola, no con alguien que me amarga la existencia... La rechazo y me levanto yo sola, sacudiéndome la arena, cojo un cigarrillo encendiéndomelo y empiezo a caminar hacia la orilla con él siguiéndome con una sonrisa socarrona de las suyas.

- Te acompaño para dar un vistazo a los chicos de aquí.

Paseamos por la arena y veo como los demás, que están en las toallas, nos miran y sonríen. Excepto Laila, que, de nuevo, pone cara de desagrado. ¿Qué culpa tengo yo de ser más guapa, atractiva y lista? Lo va a tener que aceptar. Y si Álex va detrás de mí... Lo siento, pero no tengo la culpa.

- ¿Qué te ha dado por fumar?

- ¡Estás pesado con el temita! –exclamo suspirando-. No lo sé, ¿vale? Es una manera de relajarme, se me deshace el nudo que tengo en el estómago en ocasiones por los nervios. Y ahora mismo, como a todas horas, me agobio al tenerte tan cerca, por eso fumo. Porque me bloqueo.

- A ver, no entiendo porque tienes esta reacción conmigo. Con otros hombres estás cómoda, incluso no recuerdo ninguno con el que no lo estés a parte de mí.

- Cojones, porque eres Álex Hidalgo. No por otra cosa.

- ¿Y no crees que deberías de empezar a superar el pasado? ¿No lo ves que te hace daño? Yo ya lo he hecho –me dice con una sonrisa.

Me parece muy fuerte lo que me acaba de decir. ¿Qué se supone que ha sido lo que ha tenido que superar este gilipollas? ¡Si yo no le hice nada nunca! ¡Si fue él el que me traicionó! ¡Si yo lo di todo y más por él! Este no sabe lo que es pasarlo mal, no sabe lo que es querer a alguien y perderle... ¡No tiene ni idea!

- Tienes suerte de que no te haya cruzado la cara de una bofetada ahora mismo –inspiro profundamente-. ¿Tú no has tenido que pasar ni un cuarto de lo que he tenido que pasar yo, te enteras? No sé si has reseteado tu cerebro o qué es lo que te pasa, pero la que salió mal de nuestra relación fui yo, si es que se le puede llamar de esa manera. Hemos estado tres años sin vernos y estos días estoy expulsando odio guardado durante demasiado tiempo. Así que no juegues con esto –tiro el cigarrillo al suelo y lo piso-. No estoy de broma, ten cuidado –expiro el humo en su cara.

¡FUERA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora