Capítulo 28

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Hemos apagado las luces, han pasado más de dos horas desde el espectáculo que ha habido antes y yo sigo dándole vueltas a como se ha dirigido Laila a Álex. He llegado a dos conclusiones: la primera, que Álex me oculta algo; la segunda, que Laila está como una regadera. Yo apuesto por la primera.

No me lo puedo creer. Se supone que si me oculta algo, estará relacionado con la relación que tienen Laila y Álex. Lo único que sé, es que Laila le acosa y está "enamorada" de él, sin embargo, empiezo a sentir que hay algo que se me escapa, hay una pieza del puzle que no encaja. Como se hayan acostado, le retiro la palabra a Álex. ¡Qué asco de vida!

De repente, escucho como alguien se levanta de la cama. Abro los ojos y gracias a la luz de la calle proveniente de las farolas, sé que es Laila, aunque solamente vea su sombra. Vuelvo a cerrarlos, y escucho como despierta a Álex con cuidado de no hacer ruido y le dice que salgan fuera de la cabaña para hablar.

- ¿Seguro que está dormida esta puerca? –le pregunta ella a él.

- ¡Eh! Un respeto –susurra-. Sí, yo creo que sí.

Se van fuera y yo resisto sin abrir los ojos. Entonces, me levanto y apoyo con mucha delicadeza la oreja en la puerta para poder escuchar algo, pero no logro oír nada. Me vuelvo a la cama dándole una patada al colchón y me estiro indignada. ¿Cómo que puerca? ¡¿Pero quién se ha creído que es la niñata esa?! ¡¿Cómo tiene tanta cara de insultarme con lo que llega a ser ella?!

Me ha mentido. Álex me ha mentido. Me dijo que nunca más me mentiría y me ha estado ocultando cosas. Es increíble que después de todo, de haberle confesado lo de mi madre, de depositar plena confianza en él, me esté engañando con la estúpida de Laila. Y como se lo esté contando... Es que le mato.

·

Álex me despierta pronto para ir a contemplar el lago y despejarnos. Me levanto de mala gana y él me lo nota, pero no me pregunta nada. Preparo lo habitual y nos vamos hacia el agua. Antes de quitarme el calzado para meter los pies dentro, me detiene con la mano en el hombro. Yo fijo la mirada en él de forma en que le atravieso como una estaca.

- ¿Te puedo hacer una pregunta? –me dice inocentemente-. ¿Qué te pasa?

- ¿Te puedo hacer yo otra? –Álex asiente con la cabeza-. ¡¿Se puede saber qué coño me ocultas con esa niñata?! –grito empujándole.

- ¿Cómo?

- No finjas que no sabes nada, no soy gilipollas. Oí como Laila me insultó y te sacó fuera de la cabaña, para tu desgracia no comprobaste mejor que estuviese dormida. Con esto y lo que te dijo, he enlazado conceptos –Álex suspira...

- ¿Puedo saber... cuál es tu conclusión?

- ¿Te has acostado con ella? –pasan unos segundos y no me responde.

- No es lo que tú piensas, déjame que te lo explique.

- ¡¿Cómo qué no?! ¡Álex, no me has contestado! –grito-. Eres un imbécil, egocéntrico, asqueroso...

- ¡Valeria, espera, te lo tengo que contar!

- ¡Me importa una mierda, joder! –digo con un nudo en la garganta-. ¡Me prometiste que no me mentirías!

- ¡Y no te he mentido!

Con toda la rabia del mundo, le empujo y cae al lago. Yo salgo corriendo y me voy llorando por la ciudad. No quiero que nadie me vea y sin embargo, todos me miran. Me meto dentro de un parque al que no había ido nunca y me paso el día ahí, llorando y enfadándome con el mundo, como siempre. Nunca merece la pena nada.

·

A las once de la noche, vuelvo a la cabaña. Caminando despacio, intentando que no se me noten los ojos hinchados. Era lo que me faltaba ya, darle el beneficio de verme de esta manera. Yo sólo quiero que me dejen vivir tranquila, pero parece que el karma está en mi contra, y el mundo prefiere ir a contracorriente.

Al principio, no tenía muy claro por qué lloraba, creía que tenía algo que ver con que Laila haya sido la persona con la que me ha traicionado acostándose con ella. Pero no es sólo por eso, me he dado cuenta de que me ha vuelto a atrapar. Sólo con unas horas, ha vuelto a enamorarme locamente de él.

No entiendo cómo es posible, tampoco hemos vivido tantas cosas. Miro a las estrellas y decido no engañarme más, he arrastrado mis sentimientos hacia él durante años. No ha hecho falta demasiado para volver a revivirlos, solamente verle. Yo nunca he superado nada... No con él, no sé seguir...

Y lo sabía. Desde el primer día supe que en poco tiempo conseguiría lo que se propusiera, incluso volverme a caer en sus redes. Precisamente por eso quería alejarme de él, para no sufrir,  para que no me atrapara con sus ojos y sus sonrisas malignas, para que no me utilizara y para que no me doliese el corazón como lo hace ahora.

Enciendo un cigarro que tenía en el pantalón... Me lo meto en la boca y recuerdo sus palabras "no me gustan las chicas que fuman". Me enganché por él y siempre ha sido una gilipollez, porque no alivia lo que siento. Lo tiro al suelo y lo piso con cólera. Es la primera vez que hago algo parecido desde que empecé...

·

Llego a la cabaña y no hay nadie. No tengo ni la más mínima idea de dónde se han ido, pero me da igual. Veo que las cosas que había llevado hacia al lago y he abandonado ahí cuando me he ido corriendo, están encima de mi cama. Lo tiro y lo dejo detrás de mi cabecera. Me pongo rápidamente dentro de la cama y me estiro con la intención de dormir horas y horas seguidas, no despertarme jamás y poder estar en paz por fin.

¡FUERA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora