Capítulo 17

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Ha sido la mañana más tranquila que he tenido de las tres. Normal, separándome de los dos, nadie se puede quejar. ¡Qué vida! Ojalá, pueda mañana Carlos ponerse a mi lado y así ya no me sentaré sola, sino que con mi chico favorito de clase. Estoy yendo hacia su casa porque está vacía. Yo ya me espero una de las mejores noches que he pasado con un chico. Seguro que no me va a decepcionar. Tengo las expectativas muy altas.

Subo las escaleras dentro de su edificio de manera decidida. Sin embargo, no estoy tan segura interiormente. Siempre tengo al fantasma de Álex rondando por mi cabeza, es imposible quitárselo... Él es lo único que me puede frenar... Esa también es una de las razones por las que voy... Para superarlo e intentar de una vez por todas, pasar página.

Llamo a la puerta y me abre Carlos. Está vestido con un pantalón corto azul celeste y una camiseta de tirantes negra. Sin ni siquiera un "hola", nos acercamos y nos besamos durante unos segundos. Es genial el buen rollo que se ha creado entre nosotros tan rápido, es como si ya tuviésemos confianza de hace tiempo.

- Pasa –me dice.

Normal que esté vestido con tan poca ropa, aquí la calefacción está puesta al máximo parece ser. Me quito el abrigo y una camiseta que llevaba por encima de una de tirantes. Carlos se me queda mirando al verme con ropa ceñida, entonces me acerco a él y le rodeo por el cuello, sintiéndole más mío.

- ¿Quieres tomar algo? –pregunta.

- Si tienes algún refresco...

Carlos se va hacia la cocina. Le noto muy tenso. ¿Qué le debe de pasar? Yo me voy al salón principal, por lo que veo, y me fijo en el entorno. Encuentro la casa bastante bonita y acogedora, no es demasiado grande, pero es suficiente. Tiene muchos marcos de fotos con su familia. Me aproximo a uno y lo contemplo de cerca. Qué envidia...

Él aparece de nuevo en el salón con dos Coca-Colas y unos vasos para beber. Me ofrece sentarme en el sofá y deja lo que lleva en una pequeña mesita que hay en el centro. Nos miramos y sonreímos mientras bebemos. Sin querer, se está convirtiendo en un silencio incómodo.

- ¿Te pasa algo? Es que te veo raro... ¿Te encuentras mal?... ¿O qué es lo que te sucede?

- No, no me pasa nada –responde con una risa nerviosa-. Es que pocas veces he estado en mi casa a solas con una chica tan guapa –yo sonrío y le doy un beso suave.

- Relájate –le consuelo tocándole la pierna-. No te preocupes, sólo soy una chica –me río. Él se contagia conmigo.

- Lo sé.

Carlos deja su vaso en la mesa, me coge el mío y también se lo quita de encima. Yo sonrío y él me coge por la cintura. Entonces me empieza a besar por la cara hasta llegar a los labios... ¡Qué provocador es! Estoy segura de que lo hace para que pierda los papeles, y parece que tiene demasiada experiencia...

- Ven –añade cogiéndome de la mano.

Me muerdo el labio inferior en señal de protesta. No sé por qué, pero cuando beso a este chico, siempre me quedo con ganas de más. ¡No puedo saciar mi sed, es un puñetero vicio! Él me lleva hasta un dormitorio donde hay una cama doble. Hay una ventana con unas cortinas blancas por donde entra luz, un armario de madera y unas mesas de noche muy adorables.

- ¿No crees que hace mucho calor? –le pregunto.

Me cojo el borde de la camiseta y me la quito ante la mirada expectante de Carlos. La lanzo al suelo, le agarro de la camiseta y de un tirón, ya tengo su boca besándose con la mía. Carlos me empuja con delicadeza hasta que nos caemos los dos encima de la cama, yo debajo de él. Nos ayudamos a desvestirnos lo más rápido posible y a partir de ahí, sucede lo que he estado esperando desde que le vi por primera vez en clase.

·

Cuando me despierto, Carlos tiene un brazo encima de mi barriga. Hago una mueca, le cojo con cuidado de un dedo y me deshago de él. ¡Hace un calor horrible! Con el coletero que tengo en la muñeca, me hago un moño mal hecho, de estar por casa. No me va a durar, por eso espero que no me vea Carlos. Aunque, en realidad, ahora ya me da igual...

Cojo mi ropa y me la llevo a un baño que da a la misma habitación. Ahí me ducho, me refresco y me visto. Estuvimos horas haciéndolo y nos quedamos dormidos del agotamiento. Ya empalmamos y decidimos que hoy no iríamos al instituto, sino que nos quedaríamos durmiendo. Yo encantada.

Me arreglo un poco el pelo y lista. Al final, me miro en el espejo. Tengo los mofletes sonrojados y buen aspecto. Es la apariencia que tengo siempre después de haberme quedado con alguno. Salgo de la habitación mirando el móvil y Carlos tiene los ojos abiertos. Lástima... Casi podría haberme ido sin que se enterase.

- Cielo, ¿qué haces levantada? ¿Por qué no me has esperado para ducharnos juntos? –pregunta con inocencia y una sonrisa.

- Lo siento, tengo prisa. Me tengo que ir –me excuso intentando que sea creíble.

- ¿Dónde? ¿No se suponía que íbamos a pasar la mañana aquí? –me estoy empezando a agobiar... Esta conversación se está haciendo demasiado larga. Me dirijo hacia la puerta.

- ¿En qué momento dije yo eso? Yo cedí en que nos quedáramos a dormir hasta ahora, no en nada más.

- ¿Y te vas? ¿Así, sin más? Tenemos la casa libre hasta por la tarde. ¿No vamos a repetir? –pregunta en estado de shock. Abro la puerta principal.

- Cariño, yo nunca repito –le guiño un ojo y la cierro.

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