Es puente. Hacemos fiesta cuatro días, siendo hoy jueves, viernes, sábado y domingo unas pequeñas vacaciones para todos. Rebeca me preguntó si iba a ir al camping y yo respondí sin dudar que no. Iba a ir Carlos, con el que ya tengo suficiente mal rollo; Álex, con el que estoy enfadada; Laila, no hace falta ni explicarlo...
He preferido quedarme en casa reflexionando un poco. Tengo algo en la consciencia que no me deja estar tranquila y es por lo que le dije a Álex... No tiene sentido... Lo que le solté es verdad, por lo tanto, no debería de sentirme mal... Pero así estoy. Pensando en ello una y otra vez, en bucle...
Visualizo la conversación que tuvimos, las caras que puso mientras le acribillaba con mis impulsos. Y es que soy así, digo las cosas sin pensar... Sin embargo, jamás me había parado a pensar en lo que sale de mi boca... Hasta que ha llegado Álex... Siempre es Álex el que cambia las cosas.
Cojo un libro, un cigarro, el móvil y salgo al balcón donde da el sol y se está bien. Recibo un mensaje de Rebeca explicándome que Carlos no ha ido y que por un grupo de WhatsApp donde están metidos los compañeros de camping excepto yo, ha asegurado que no va a volver a ir. Le han intentado convencer por todos los medios posibles, pero no le han hecho cambiar de opinión. Está enfadado con el mundo, y sobre todo conmigo.
Yendo más allá y dándole vueltas al hecho de que iba a emplear mi relación con él para olvidar al otro, no es que haya sacado nada en neto. Lo único que he logrado es, primero, darme cuenta de que el fantasma de Álex me persigue y, segundo, comparándolos en la cama, saber que es imposible superar a Álex.
Recuerdo que cuando me desperté en su cama, pensé que era uno de los mejores y si lo comparas con él se va todo al garete. Cualquier hombre con el que me he acostado no tiene ni punto de comparación con él. Tampoco puedo dejar de pensar en esos momentos... Porque es un sentimiento que consideraba que no volvería a sentir.
Le contesto que estoy meditando la opción de ir allí y volver a hablar con Álex. No he dormido bien y está metido en mi cabeza siempre que no estoy distraída. Por eso mismo quiero leer, porque así puede que me meta dentro de otra historia y deje al lado, un poco, su silueta, mi vida...
Ella me responde que Laila está pegada a él como una garrapata, que casi que no le suelta ni para ir al baño. Yo suspiro... Odio que esa lagarta esté tan pendiente de él, y mucho más ahora que Álex podría cometer cualquier locura. No me apetece darle a Laila ese gusto. Así que decido ir.
Me relajaré un rato leyendo y cuando termine, haré la maleta y me iré hacia el camping. Miraré desde Internet el transporte público más rápido para llegar y me iré a la aventura. Total, no hay nadie que me lo impida. Abro el puñetero grupo de clase de WhatsApp porque llevo un buen rato viendo que están diciendo mi nombre. Entro y me encuentro con una conversación bastante inapropiada.
- Rubén: Yo también quiero ser uno de esos con los que echas un polvo de una noche, Valeria –es el chico que nos interrumpió a Carlos y a mí, y le contesté.
- Héctor: Yo también me apunto.
- Ernesto: Valeria, vamos, yo soy mucho mejor en la cama que esos dos –me envía un emoticono con cara de perversión.
Entremedias, hay mensajes de chicas que se quejan y en realidad, sólo tienen envidia de que me lo piden, ¡se les nota muchísimo! También hay mensajes de más chicos que me lo proponen, así que estoy obligada a responder. No me hace falta pensar demasiado para saber exactamente lo que tengo que contestar.
- Rubén: No me vas a negar a mí, habiéndole dado la oportunidad a Carlos –envía emoticonos riéndose.
- Valeria: Venga, os respondo porque no quiero que mi dignidad caiga al pedirme algo así unos mataos como vosotros. Para empezar, Rubén, a ver cuándo aceptas que Carlos está más bueno que tú. ¡Joder, es muy sencillo! No me iría contigo ni por dinero, antes que me maten. Y a los demás, deciros que tengo un listón y no voy a bajarlo a más de la mitad. Tenéis el ego muy subido. A ver si hago una buena obra humanitaria y os lo bajo. ¡Qué sois unos horcos! ¡Que las mujeres os miran por la calle por lo feos que sois! ¡Superadlo!
Después de lo dicho, hay muchos mensajes de las chicas del grupo y de los que no se han ofrecido a acostarse conmigo riéndose de ellos, sobre todo de Rubén. ¡Que se joda! Se cree Mel Gibson, el gilipollas. Juraría que de verdad se piensa que es más guapo que Carlos, no tiene ni idea...
- Héctor: Tú tampoco es que seas nada del otro mundo –comenta refiriéndose a mí.
- Valeria: Tú mismo me has propuesto acostarte conmigo. Además, pregúntale a cualquiera de la calle a ver qué le parezco –le mando un emoticono con un guiño.
En los siguientes mensajes también se metían con él, porque tengo razón. ¡Es que ha quedado muy mal! ¡No sé ni para que habla! Posteriormente, no continuaron con la conversación. Mejor para todos. Silencio el grupo añadiendo además que no me lleguen las notificaciones y me olvido de ello.
Busco la manera de llegar al camping y se ve que hay un tren que te deja prácticamente al lado, eso sí, son dos horas y media de viaje. ¿Vale la pena? Incluso el precio por ir es caro... Sin embargo, yo tengo una esencia, y en esa esencia no está la posibilidad de rendirse ni de imponer límites. Hago la maleta y me voy hacia el tren.
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¡FUERA!
Teen Fiction¿Sabéis? Yo no estoy para perder el tiempo. Sé lo que quiero. A mí nadie me pisa, tengo un carácter muy fuerte. Todos a mi alrededor, obedecen mis normas. Odio las relaciones románticas y las parejas que son tan empalagosas. No creo en el amor, teng...