Capítulo 16

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Llego a clase con mala leche. Cuando el despertador ha sonado, le he dado un golpe con el que ha caído al suelo y se ha despedazado. Eso me ha fastidiado, pero he seguido durmiendo. Entonces, cuando he mirado la hora en el móvil, era muy tarde y he tenido que desayunar, vestirme y prepararme relativamente rápido. Con eso quiero decir que me he tenido que levantar al momento, aunque fuera un zombie.

Después, viniendo hacia el instituto ya me ha dado lo mismo llegar tarde, llegar temprano o ser puntual. Como si no llegaba en la vida. Tenía demasiado sueño para esforzarme más, aunque he llegado bastante bien de tiempo. Debe de haber sido un golpe de suerte de esos que a veces se dejan aparecer.

¡Me siento en mi sitio y recuerdo que es al lado de Laila! ¡¿Por qué la vida es tan cruel conmigo?! ¡Menos mal que ella no está aquí ahora mismo, ojalá que no venga! De golpe, hay alguien que se sienta encima de mi mesa sin preguntar y sin vergüenza. No quiero mirarle la cara, pero estoy segura de quién es.

- Buenos días –me saluda Álex. No me equivocaba.

- ¡Fuera de mi mesa! –le digo enfadada, poniéndome de pie y arrastrando la silla haciendo ruido en el suelo.

- Joder... Menuda alegría por la mañana –responde con ironía.

Pongo los ojos en blanco y levanto las cejas de nuevo recordándole que le he ordenado algo y que lo debe de hacer. Álex sonríe y baja de mi mesa haciéndose el chulo. Yo suspiro... ¡Qué pesadilla! Estoy empezando a ver como he entrado en un bucle del que no sé salir, esto tiene muy mala pinta.

Sin embargo, entra por la puerta, con su perfecto tupé, uno de los chicos más guapos de esta clase y del instituto entero. Lo primero que hace es buscarme con la mirada y yo sonrío por la alegría. Ahora él es el único que puede cambiar mi estado de humor. Y me alegro mucho de que sea así.

Sorteo a Álex que todavía estaba por en medio y corro al encuentro de Carlos. Él me rodea por la cintura y yo me subo encima de sus pies para llegar más fácilmente a sus labios y besarnos. ¡Sus besos saben a gloria! Es lo que me apetece cuando le veo, comérmelo a besos, y yo no soy una chica de privarme placeres.

- Hola, cielo...

- Hola, guapo...

Volvemos a besarnos de nuevo, le doy de la mano y le acompaño hasta su silla. Me siento encima de su mesa mientras que él está de pie y yo le rodeo el cuerpo con mis piernas. Nos seguimos besando... Él me acaricia la cara con la mano y yo le acerco más a mi cuerpo para que estemos pegados...

- Hombre... Carlos... No nos habías dicho que tenías novia –nos interrumpe un pequeño líder que hay en clase. O eso es lo que se cree que es-. Ni siquiera sabíamos que habías tenido pareja alguna vez.

¿Qué cojones se cree? Cuando hicimos esa especie de interrogatorio para conocernos, él dijo que había tenido más parejas. Si no recuerdo mal, era uno de los que más había tenido.

- Qué extraño... A mí tampoco me habían dicho que te metías en la vida de los de más –respondo yo por él.

- Vaya... Es dura de roer... No pensábamos que no te iban ese tipo de chicas, tan...

- ¿Tan qué? ¡¿Eh?! –grito. Carlos me coge para que no me lance a zurrarle-. ¡Atrévete a decirlo si tienes huevos!

Suena el timbre y ese tipo levanta las manos en señal de paz. Yo me voy hacia la puerta de la clase para esperar al profesor. Tengo que hablar con quién sea para que cambien a Álex de sitio. No voy a ceder en esto. Si arreglo este problema, quizás no me sea tan difícil venir aquí todos los días hasta final de curso.

Veo a Laila corriendo por el pasillo y en el momento en el que pasa por mi lado, noto una tensión en el ambiente sobrenatural. Nos hacemos una mirada de reojo y ella sigue con su camino, sentándose en su sitio y dándole un beso de postureo a Dani. Pobre inocente. En cuanto llega la profesora, la sigo hasta la mesa e interrumpo lo que está haciendo para hablarla.

- Emm... Profe, quería hablar contigo sobre un tema.

- Dime Valeria. ¿Tienes algún problema aquí en el instituto?

- Sí, realmente se le podría llamar "problema" –contesto haciendo las comillas-. Quiero un cambio de sitio.

- ¿Qué pasa? ¿No acabas de compaginar con Laila?

- También, pero el cambio no es para mí –recalco riéndome-. Es para Álex Hidalgo. No quiero tenerle cerca, quiero que se siente en el sitio vacío que hay al otro lado de la clase -la profesora me mira como si estuviera incrédula. ¿Qué pasa? ¿Acaso no cambian a los alumnos cuando les da la gana? Bien, pues esto es una solicitud.

- Eso no se puede hacer, Valeria. No puedes venir aquí y reclamar algo de esta forma teniendo en cuenta que el cambio no es para ti. Álex está muy bien donde está.

- ¿Cómo qué no? –pregunto haciendo una mueca-. No lo hago por mí, lo hago por la clase directamente. ¿Acaso crees que vamos a poder avanzar algo en materia teniéndonos a los dos juntos?

- Eso es problema vuestro. A mí no me metáis en vuestras cosas -suspiro y resoplo un sinfín de insultos para la profesora. Es maleducada, pasiva, irrespetuosa... ¡Menuda mal encarada! Camino hacia la puerta y cuando voy a salir, ella me llama.

- ¿Dónde vas? No te he dado permiso –me pregunta enfadada.

- Voy a hablar con dirección sobre lo que te he dicho –toda la clase se me queda mirando con los ojos abiertos.

- Como salgas de la clase, te echo fuera –me amenaza señalándome.

- ¡Pues échame! Total, esta clase es un coñazo -salgo por la puerta y me dirijo hasta el despacho de la directora. ¡Qué comedura de coco la tía esa! Ni siquiera sé cuál es la asignatura que hace, pero me da lo mismo.

Cuando llego, llamo a la puerta y paso sin preguntar. La directora tiene un millón de papeles en la mesa y los está ordenando. Lleva puestas unas gafas para ver de cerca y lleva hecho un moño que más bien está despeinado. Debe de estar ocupada, pero me da lo mismo. Lo mío tiene prioridad por encima de cualquier cosa.

- ¡Valeria! ¡Qué alegría verte de nuevo! –qué pelota...-. ¿Qué quieres? Siéntate, por favor -me siento como ella ha dicho e intenta apartar, como puede, algunas de las hojas que hay encima de la mesa. Me acomodo y paso a la acción cuando ella también lo hace.

- Mi profesora se ha negado a un cambio de sitio. Quiero que Álex Hidalgo se cambie de mesa para que pueda molestarme lo mínimo posible y a mi profesora le da lo mismo. Dice que no lo puede hacer.

- ¿Y por qué no?

- Buena pregunta. Dice que yo no soy nadie como para mandar en algo como esto.

- Es que, realmente, es así Valeria...

- Mire, a mí me da lo mismo como sea. Sabe perfectamente que como no esté satisfecha, me voy a cambiar de instituto. Eso sería perjudicial para vosotros. Por lo tanto, dígale que me haga caso. Está haciendo clase ahora.

Ella se toca la frente, se levanta sin decir palabra y sale en dirección hacia mi clase indicándome que la acompañe. Entramos las dos y observo como todos están haciendo unos ejercicios del libro. La directora le dice a la profesora que salgan de clase para hablar. Al cabo de unos minutos, entra la borde sola.

- Álex, ponte al final de la clase –ordena.

- ¡¿Por qué?! –pregunta indignado.

- Sin protestas -Álex coge sus cosas y se va hacia atrás. Yo cojo las mías y me siento en la mesa de Álex, detrás de Laila. Es un plan perfecto. Los dos alejados de mí y alejados entre ellos. Perfecto.

¡FUERA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora