Capítulo 3

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Último día de instituto de la semana. Al fin y al cabo, he sido lista empezando en jueves. Esta tortura de verle tantas horas durante cinco días seguidos va a terminar... Al menos hasta el lunes, que volvemos a empezar con esta locura. Voy a terminar mal psicológicamente con tanta presión...

Había llegado al centro dormida... Pero a medida que me he ido acercando y recordando a Álex, me he ido despertando... ¡Qué cruz! No sé cuál es la razón para que me tengan que tocar estas cosas a mí. Había tan pocas probabilidades de que pasara... Y ha pasado. Luego que vengan a mí y que me digan que es una simple casualidad.

Me acerco a mi sitio dejando la mochila en el suelo. Laila y Álex, no han llegado. Eso para mí supone un punto de positividad a la mañana. Rebeca y Érica sí que están aquí al otro lado de la clase, pero pasan de mí y se lo agradezco. No me apetece hablar con nadie a estas horas, sólo quiero dormir.

Me levanto para ir a dejar la chaqueta en las perchas que hay al final de la clase y un chico que no está bastante mal se cruza conmigo. Yo le sonrío y él a mí. El chico es bastante alto, tiene la cara alargada y es moreno de piel y de cabello. Los ojos los tiene muy oscuros y eso es algo que me encanta. Incluso, tiene algo de barba que le sobresale... Y eso, lo adoro. 

- Perdona... ¿Valeria? – me pregunta frunciendo el ceño.

- Sí –digo riéndome y haciéndome la simpática para caerle bien.

- Soy Carlos –me sonríe-. Dame tu número de teléfono y así te añado en el grupo de clase de WhatsApp.

- Claro –le digo las cifras de mi número de teléfono y me agrega-. No hace falta que sólo lo utilices para añadirme –le aclaro la indirecta guiñándole un ojo y sonriéndole. Él se queda pensativo, pero en cuanto lo entiende, me sonríe.

Vuelvo a mi mesa y disimulo mirando el móvil. ¡Cómo no me había dado cuenta antes de ese chaval! Seguro que ayer faltó, segurísimo. Es imposible que ayer no me hubiese fijado, él destaca por encima de los demás. ¿Tendrá novia? ¡Por favor, espero que no! ¡Que esté libre y sin ataduras!

Abro el grupo de clase y saludo con un "Hola, soy Valeria" muy seco, pero suficiente para que me dejen. El nombre del grupo es normal, aunque la foto de perfil es la cara de uno de los de clase dónde ha salido muy mal. Como siempre. Lo primero que hago es silenciarlo durante un año y desactivar las notificaciones. Mucho mejor.

Apoyo la cabeza encima de los brazos que tengo cruzados en la mesa. De esta forma, cierro los ojos, intentando obviar el ruido que hay en clase. Por suerte, no hay demasiado, pero me molestan hasta los murmuros a estas horas. No sé como la gente tiene ganas de armar escándalo.

- Buenos días, Val –me susurra alguien al oído.

Y al instante le reconozco... ¿Por qué tiene que ser tan tentadora su puñetera voz? Además, la tiene ronca de haber estado durmiendo hace poco. Me muerdo el labio inferior... Esto supone un elemento más en mi contra. No podía haber sido feo ahora, tenía que estar como un tren por todos los costados.

- ¡No vuelvas a hacer eso! –le grito girándome a mirarle.

- ¡Te levantas ya con ánimo, eh! ¿Cómo puedes estar enfadada conmigo a las siete de la mañana? –me pregunta con su sonrisa socarrona.

- No te creas que es muy difícil... Solamente viéndote la cara ya me hierve la sangre –respondo lo más borde posible.

- Ya, pero eso es porque estoy bueno. Le sucede a muchas mujeres con mi presencia –se acaricia la barbilla mientras lo dice.

- Mujeres no, niñatas. No me considero una de ellas, soy mucho más inteligente que todas esas estúpidas que te van detrás.

- Siempre lo has sido –me dice mirándome con esa misma repugnante sonrisa.

Me quedo en blanco. En realidad, yo me puedo meter en ese mismo pack. He sido una niñata que creía que los cuentos de hadas existían y que iba detrás de él como un niño detrás de un caramelo. Pero eso fue hace mucho, reitero que he cambiado... Y es una de las cosas por las que me siento orgullosa.

- Vete a la mierda, Álex.

Justo le insulto cuando suena el timbre que indica que empiezan las clases. En ese mismo momento, aparece Laila por la puerta, corriendo y jadeando, como si hubiese corrido una maratón. Pongo los ojos en blanco... Se empieza a torcer el día. Las esperanzas se han perdido despacio...

Laila da un beso a uno de los chicos que hay sentados cerca de nuestras mesas y se sienta a mi lado. Así que ese debe de ser su novio... Él es rubio, con el pelo corto y rizado. De rostro... Tampoco es nada del otro mundo, es del montón. Y sin duda, no hacen para nada buena pareja... No los hubiese relacionado jamás porque se les ve muy diferentes.

- Hola Álex -le saluda.

- Buenos días –dice acercándose a ella y dándole un beso tierno en la mejilla.

Me quedo mirándolos incrédula. Sigo sin comprender como puede tener amigos. Y tampoco entiendo como el novio de Laila se fía de Álex. Se escapa de mi entendimiento. Es jugársela demasiado y tentar a la suerte... Pero bueno, si les mola este rollo, ¿quién soy yo para meterme en medio?

- ¿Quieres tú uno? –me pregunta al verme contemplando la escena.

- Emmm... No. Prefiero que te metas tus besos por el culo.

La profesora de Filosofía entra en clase y coge el ordenador para pasar lista. De mientras, todos estamos hablando, excepto yo, que prefiero mantenerme al margen e intentar dormir por decimoquinta vez en lo que llevo aquí. Hasta me duele la cabeza. Estoy por irme y acabar con esta tontería de una vez.

- Valeria, he estado pensando en algo... -dice Laila. Enarco las cejas levantando la cabeza de la mesa y la miro con curiosidad-. Verás, nosotros algunos fines de semana, nos vamos a un camping por la Costa Brava. Alquilamos una cabaña y vamos a hacer turismo, a la playa... No hace tiempo para bañarse, pero dicen que estas próximas semanas va a hacer mucho más calor de lo normal y esta tarde nos vamos a ir ya hasta el domingo. ¿Quieres venirte con nosotros?

- ¿Con quién concretamente?

- Conmigo, Rebeca, Érica, mi novio –dice señalándole- que se llama Dani y ese chico de ahí –dice apuntando al chaval que me ha preguntado por el número de teléfono- que se llama Carlos.

Carlos... Va a ir. Sonrío al pensar que podría tener la oportunidad de pasar tres días en el camping con él pudiéndole conocer y que él me conociese a mí... Además, hasta dormiríamos en el mismo lugar. Es que lo tendría hecho. Sólo necesito un golpe de suerte para que saliese perfecto.

- ¿Este va a venir? –pregunto mirando a Álex. Si viene, está clarísimo que yo me quedo en casa. No paso un fin de semana atrapada con él por nada del mundo.

- No voy a ir –responde él por Laila-. Estos días no, tengo demasiados inconvenientes.

- Es una cabaña donde hay tres literas y una cama individual –coge una hoja y me hace un plano-. También hay un lavabo, pero no mucho más. Una televisión y un armario con separadores para que cada uno ponga sus cosas -se supone que hay dos literas a la izquierda y, una litera y la cama individual, a la derecha. Al fondo hay un ventanal con el televisor y a su izquierda, queda un espacio libre dónde está la puerta que lleva al baño -me da la hoja y me sonríe-. Sería genial que quisieses venir... ¿Podrás?

Y tras quedarme un rato pensando... Respondo que sí.

¡FUERA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora