Capítulo 31

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Llego a clase y me siento en mi sitio separada del mundo. Vuelve a ser lunes... ¡Que rápido pasan las semanas! Y pensar que hace una semana eché a Álex al otro lado de la clase y ahora me gustaría que se sentara conmigo para poder pasar tiempo con él... Cómo cambian las cosas...

Laila no está, no ha llegado aún. Como siempre, llega en el último momento... Álex tampoco está... Estoy ansiosa por verle, ayer estuve toda la tarde pensando en él y me costó dormirme, porque había demasiada diferencia con la noche anterior, sin él... Incluso tenía ganas de venir al instituto, con eso lo digo todo.

Antes de poder disfrutar de mi momento de gloria, como no, siempre hay alguien que me lo estropea y esta vez son las tres barbies despeluchadas. Se ponen alrededor de mi mesa y Sonia es la que está más cerca. Apoyan sus manos encima de mi mesa y me miran desde una perspectiva picada, supongo que para advertirme.

- Te advertimos que no te acercaras a él, ¿lo has olvidado?

- Ya, y yo os dije que me importa una mierda, ¿también se os ha borrado de la memoria? Y sí, se me ha olvidado de lo poco que me importan vuestras estupideces.

- Atente a las consecuencias –amenaza la líder. Yo me pongo de pie, a su altura.

- ¿Sabes? Me he dado cuenta de que aunque tú y él fueseis las únicas personas de la Tierra, Álex pasa de ti. La humanidad se extinguiría si dependiese de él. Tírale la caña a otro al que le gusten las tetas operadas.

Las tres barbies se van mirándome en modo amenaza. Yo no les aparto la mirada, sino que se las sigo. ¿Cómo la gente tiene tanto morro? Luego la borde se supone que soy yo. Aparece Álex detrás de ellas y las mira con el ceño fruncido, seguro que preguntándose qué ha podido pasar a estas horas de la mañana. Yo me acerco, le abrazo y le doy un beso en la mejilla.

- Hombre, buenos días –dice devolviéndome el beso-. Esto sí que es un buen despertar.

- Buenos días –le saludo manteniendo mis brazos rodeándole el cuello y él abrazándome por la cintura.

Tengo la mera sensación que todos los presentes en esta clase, nos están observando. A ver, yo también estaría sorprendida, porque el último día que estuvimos aquí, le evitaba y le insultaba tantas veces como podía. Sin embargo... En esto consiste mi vida, en dar bandazos extremistas. Aunque espero no dar más y quedarme donde estoy.

- Ahora me gustaría que te sentaras a mi lado en clase –me sincero haciendo una sonrisa.

- Vas a volver locos a los profesores.

Suena el timbre y Álex hace una mueca, a mí tampoco me gusta la idea de separarnos. Me alejo lo suficiente como para soltarnos y me duele hacerlo... ¿En qué momento se ha convertido en una persona tan importante para mí? La clave de todo esto ha sido el otro día, cuando pensé que ya no le tenía y descubrí lo mucho que me dolía.

Laila entra por la puerta, besa a Dani y se sienta en su sitio. Pobre infeliz... No tiene ni idea de lo que lleva en sus espaldas.... Ojalá un día se entere de todo, aunque yo no lo voy a decir. Perjudicaría a Álex y con la información puedo hacer chantaje a Laila. Lo tengo todo calculado. A no ser que Dani me lo pregunte a mí directamente, que entonces no le voy a mentir.

Veo a Carlos en el fondo de clase... La escena que montamos el otro día fue épica. Con todos mirando y Álex poniéndose en medio de los dos... La verdad es que le debo una disculpa. No se merecía lo que le hice... Ni lo que le he hecho a muchos chicos que tenían esperanzas conmigo... Lo que no entiendo es de donde las consiguieron.

Finalmente, me muevo con Álex a su mesa, para alejarme de Laila y poder estar con él. Los profesores no preguntan, los compañeros se callan y Álex no opone ninguna objeción a que me siente ahí, así que perfecto. Pasan unas cuantas horas que nos hemos pasado hablando y él intentando tomar apuntes, pero yo distrayéndole. Ojalá volviese a ser fin de semana y así podría pasarlo entero con él.

- Mañana es el cumpleaños de alguien –comenta.

- Sí, me suena –respondo.

- ¿Qué tienes pensado hacer? –me susurra disimulando para que nos vea la profesora. Está explicando los inicios del siglo XX en España.

- Alquilaré un local o alguna sala de discoteca para que vayamos todos. Invitaré a unos cuantos de aquí y a mis antiguos compañeros del anterior instituto en el que estaba, además de a mis amigos de siempre.

- ¿Y a mí? ¿Me vas a invitar? ¿O me voy a quedar sin ir a tu fiesta?

- Tú vas a tener que venir pero vestido tan guapo que las mujeres se caigan para atrás al verte, y me lo tienes que prometer, sino no te dejo entrar.

- Trato hecho –dice estrechando mi mano-. Voy al baño.

Álex se levanta y le pregunta a la profesora si puede ir. Ella asiente. No puedo imaginarme el momento en el que vaya a verle mañana... Si él ya es guapísimo con ojeras, agotado, despeinado y con chándal, me va a dar algo cuando le vea tan arreglado. ¡Sólo deseo que llegue ya!

Observo como la Barbie polioperada levanta la mano y dice sin más...

- Voy al baño yo también –la profesora no puede pararla y sale fuera sin permiso.

Hago una mueca. ¡¿Será posible que vaya a encontrarse "causalmente" con Álex?! No será capaz... Creo. Sólo de pensar en lo que puede hacer, se me empieza a subir la sangre a la cabeza y hiervo. Me levanto de la silla haciendo ruido, en medio de la explicación de la profesora y salgo al pasillo dando un portazo. 

Me voy en dirección al baño y me encuentro a la rubia poniendo las manos de Álex en su propio culo y luego, metiendo las suyas debajo de la camiseta de él. Él la rechaza, se mete dentro del baño y yo me escondo. Veo pasar a Sonia e irse de nuevo a clase, con la cabeza gacha, y entonces, me voy yo también hacia la misma dirección. 

Pasamos lo que queda de clase hablando él y yo, y cuando suena el timbre para irnos a casa, me despido de Álex de una manera fría. Tengo otras cosas en mente que voy a llevar a cabo, y puedo estar con él en otro momento. Ahora, tengo que tener unas cuantas palabras con Laila 2.0.

- ¿Te acompaño a casa? -me pregunta Álex, con la mejor intención del mundo.

- No, no hace falta. Voy a ir a comprarme el vestido para mañana que tengo que estar a la altura.

- Dame un beso, ¿no? –dice agarrándome por la cintura y haciendo su particular sonrisa.

Se lo doy rápidamente y le empujo para que se vaya de una vez. Él hace una mueca y se va sin decirme nada más. Yo cojo un cigarro y me lo enciendo mientras que espero que salga la petarda de la Barbie. Me doy cuenta que incluso me está dando mucho asco esta mierda. Tiro el cigarrillo al suelo después de inhalar una vez el humo, lo piso y tiro el paquete entero a la basura.

- ¡Barbie! –la llamo y se acerca, como si fuese un perro. O una perra-. ¿Quién te crees que eres para tocarle?

- Ya sabía que lo habías visto. Te dije que atentaras a las consecuencias.

- Ya... Pues tú, atente a las mías.

¡FUERA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora