Capítulo 27

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Me he probado el conjunto que andaba buscando y para mi desgracia, Álex tenía razón. No me queda como esperaba y no me gusta nada, no está hecho nada para mí. Sin embargo, la ropa interior que me ha dado él y que me ha asegurado que me iba a gustar, me quedaba como un guante. Me favorecía muchísimo, era sexy y provocador... E incluso, era más barato. Una ganga que no se ha escapado ante los ojos de él y que merece la pena. Conoce mi cuerpo más de lo que yo creía...

Álex ha intentado por todos los medios entrar en el probador para ver cómo me quedaban las prendas, con la excusa de que es "mi novio". ¡Pero yo no me he dejado, no podía dejarle pasar! A parte de que no me fío de él, tampoco tengo demasiada confianza en mí misma. Estando tan desnuda... ¡Podría haber ardido Troya!

Otra anécdota que me ha llamado la atención, es que cuando ha cogido el modelito, era el de mi talla, ni una más, ni una menos, y su contestación al preguntarle cómo lo sabía ha sido que él es muy observador... Tremendamente inquietante. Y muy tentador... Estas cosas sólo las sabe hacer Álex sutilmente.

Nos vamos hacia el mostrador para pagar, y las dependientas siguen mirándole muy sonrientes. En realidad, las entiendo. Si yo estuviera en el lugar de ellas, me moriría de ganas de ser yo y no lo podría evitar. Tener el privilegio de saberlo todo de él, hay muchas veces que lo tengo subestimado.

- Son 39,95€ -dice la morena al pasar el conjunto por la máquina y meterlo dentro de una bolsita.

- No sé si merece la pena, Álex.

- Te lo pago yo, mi amor –me responde dándome un beso en la mejilla. Las dos mujeres suspiran.

En cuanto salimos de la tienda, le doy un golpe en el hombro, jugando. A mí, que no me da vergüenza nada, porque me da más o menos igual todo, esta vez estaba ardiendo de timidez. Sabe hacer demasiado bien de novio... Y sabe perfectamente como crear envidia... Que me diga algo en lo que no es experto.

- ¡Te has pasado, eh!

- ¡Perdona! Has empezado tú con el juego, yo sólo he intentado corroborar tu coartada. Al fin y al cabo, te he ayudado y has conseguido ese conjunto gratis. Me debes una, podría haberte delatado.

- Sí, claro –le respondo con sarcasmo-. Si tú no hubieras disfrutado de la situación, no lo hubieses hecho.

- Tienes razón –me dice con esa sonrisa socarrona que tiene.

·

Álex y yo nos hemos pasado el día juntos, y no me ha decepcionado. Creía que podría haber sido mucho peor, y sin embargo, me he reído muchísimas veces por su culpa. En el momento en que abrimos la puerta de la cabaña, todos los habitantes se nos quedan mirando. Dejan de hacer lo que estaban haciendo sólo para contemplar la escena. Sé que es extraño, pero podrían disimular un poco.

Yo voy al baño y me preparo para ir a la cama. Me gusta ser el centro de atención... Pero tampoco de esta forma. Casi que me siento intimidada y como si tuviera que dar explicaciones sobre mi vida y sobre lo que hago o dejo de hacer. La verdad, no me gusta nada la actitud que tienen.

Me tumbo en la cama y Álex ya se encuentra en la suya, o más bien, en el colchón al lado de mi cama. Se dedica a escribir en su móvil, está concentrado, y para molestarle, le peino el tupé. En vez de relajarse con la caricia, se altera y eso me hace sospechar en qué es lo que debe de estar haciendo para ponerse así. Cojo el móvil y disimulo para que no se me note lo que voy a hacer. Abro la conversación con Álex, que por ahora, estaba vacía y le escribo un mensaje para intentar averiguar algo.

- ¿Con quién hablas tan predispuesto?

- Con un amigo, ¿por? –me da a mí que no es un hombre, sino una mujer, y que su nombre empieza por "Lai" y termina por "La". Además, ella también está con el móvil.

- Curiosidad -dejo el móvil en el cargador, enchufado para que se cargue por la noche. Vuelvo a mi cama e intento dejar la mente en blanco. En verdad, me debería de importar bien poco lo que hace.

- ¿Qué, Valeria, ya has encontrado algún otro ligue por la Costa Brava? –me pregunta Laila en modo borde.

- No, ni lo necesito –le respondo.

- Es que desde Carlos, sigues a dos velas. Eso debe de bajarte en el ranking de líos por semana, ¿no?

- ¿Y tú qué vas a saber de mi vida? No te enteras ni de la mitad.

- O sea, que han habido más.

Yo pongo los ojos en blanco y decido hacer una travesura. Miro a Álex con todo el descaro del mundo para demostrarle que me he acostado con el chico más guapo de la Costa Brava, de Barcelona y de España. Laila, poco a poco, empieza a agrandar los ojos al darse cuenta de lo que insinúo.

- ¡¿Te has acostado con Álex?! –grita Laila. De golpe, los restantes miembros de la cabaña, posan sus miradas en él y en mí. Somos la novedad del momento.

- Sí –se apresura a responder él antes que sea yo.

- ¡¿Cómo has podido?! –dice Laila alzando la voz dirigiéndose a Álex-. Después de lo que te ha hecho, de lo que te ha dicho, de todo... ¡¿Vas y te acuestas con ella?! –tiene los ojos rojizos. ¡¿Va a llorar?!-. No me esperaba esto de ti, Álex. No me lo esperaba.

¡FUERA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora