Hemos dejado a Érica en su casa y ahora, la siguiente parada es Álex. Nos hemos pasado el viaje cantando canciones de Melendi los dos juntos. No ha estado mal, la verdad. Ahora estamos en un silencio de esos incómodos en los que nadie sabe qué decir. Se terminaron las canciones, se terminó la fiesta.
Carlos para en frente de su casa y esperamos a que Álex salga del coche, pero no lo hace. Me giro para ver qué pasa y me lo encuentro mirándome con esos ojazos azules que me atraviesan. No sé qué es lo que pretende... Pero haciendo estas cosas, sólo consigue dejarme prácticamente paralizada... Y él lo sabe.
- ¡¿Qué quieres?! –le pregunto siendo desagradecida.
- Me lo he pasado muy bien este fin de semana... Ha sido... Diferente –responde sonriendo.
Yo también me lo he pasado, medianamente, bien. Sinceramente, cuando me enteré el viernes de que se iba a quedar el fin de semana entero en la misma cabaña que yo, me quería morir. Creía que sería mucho peor. Al final, me he sorprendido y todo. Supongo que he estado siendo una exagerada.
Carlos le echa porque no le ha gustado nada su tono de ligoteo. Él se aleja en dirección hacia su portería y en el momento en que Carlos arranca y yo le estoy contemplando por la ventana, él se gira y me sonríe de nuevo. La siguiente parada es mi casa. Por fin, vuelta a la normalidad... Aunque mañana sea lunes... Pero, al menos podré descansar unas horas sin Álex... Álex me está volviendo loca...
Carlos vuelve a detenerse cuando estamos en frente de mi edificio, entonces se voltea y me sonríe... No es, ni por asomo, parecida a la de Álex, esa manera de reír es muy suya y me gusta mucho. La de él no es tan especial. Sin embargo, algo tiene que sabe de qué manera transmitírmelo y me seduce...
Yo le indico con el dedo que venga hacia los asientos traseros del coche y él frunce el ceño sin saber cómo hacerlo, me lo pregunta con la mirada. Entonces, le agarro la camiseta con la mano y le beso en los labios. Hago fuerza y me lo llevo a la parte trasera, sin tener en cuenta lo que pudiese romper.
Ahí, yo me siento rodeándole las caderas con las piernas. Nos besamos con una pasión que nos desborda mientras que le desabrocho el botón de los pantalones y meto mis manos por debajo de su camiseta, en su abdomen. Carlos sube sus manos por mi espalda y me desabrocha el sujetador. Él me besa por el cuello y yo me dejo besar. De repente, me viene un flashback de Álex bañándose en el lago. Abro los ojos y veo a una señora mayor que se está acercando.
- Espera, espera... -él deja de besarme despacio.
- ¿Qué? –pregunta con voz ronca y abriendo los ojos.
Me levanto de encima de él y vuelvo a recolocarme la ropa. Él también lo hace. No es el lugar... Ni el momento. Aunque desee más que nada ahora mismo tenerle a él sólo para mí... Seguro que tendremos otras oportunidades, planeándolo mejor, muy pronto. Y va a ser mejor que en un coche.
- ¿Quieres que quedemos mañana? –me dice poniéndose a dos centímetros de mi boca.
- Por supuesto... -y surgió.
Nos besamos de nuevo y salgo del coche, yéndome hacia al maletero. De ahí, saco mi maleta que todavía pesa más que cuando me la llevé hacia el camping. No lo entiendo, ¡¿cómo es posible?! Si no he comprado tanto, además de que me he preocupado para que no fuese tan abultada...
Subo a la acera arrastrando la maleta y él me ayuda a llevarla hasta el portal. Es un ángel. Se porta tan bien conmigo... ¡Qué suerte que hayamos coincidido de esta manera! De una forma tan curiosa, en la que no sé si lo volvería a repetir... Y siempre, la culpa es de la misma persona... Siempre.
- Estoy deseando que sea mañana... -menciona acercándose a mí.
- Yo también –entrelazo mis dedos detrás de su cuello y le sonrío. Nos damos un último beso de despedida y subo hacia casa...
Madre mía, ¡menudo fin de semana! He sacado cosas de provecho, como Carlos y situarme enterándome de información privilegiada. A lo mejor, si no hubiese ido, no me hubiese dado cuenta de lo zorra que llega a ser Laila, de lo tonto que es Álex dejándose hacer, lo inocente que llega a ser Dani, lo buena que es Rebeca conmigo y lo reservada que es Érica.
Entro en casa y como siempre, mi padre no está. Ese hombre no tiene vergüenza. Menos mal que soy hija única y soy algo mayorcita, porque si viviera aquí alguien más pequeño, estaría apañado. Cojo el pijama que tengo guardado en el armario y me meto en el baño para darme una ducha y prepararme para irme a dormir. Sin querer, ya se ha hecho bastante tarde.
Cuando me estoy bañando, me viene otra vez la imagen de Álex... Álex, Álex, Álex... ¡Qué puta locura con Álex! ¡¿Cómo puede ser que haya estado queriendo todo el fin de semana separarme de ese chico y ahora no pueda dejar de pensar en él?! ¡Si es lo que quería! ¡Irme de allí! ¡No estar torturándome yo sola!
Recuerdo las veces en las que me despertaba por la noche y miraba hacia abajo. Podía ver gracias a la luz de la calle que traspasaba la ventana y contemplaba como estaba destartalado, con la boca abierta y un pie fuera del colchón. Sonrío. Recuerdo cuando Laila le estaba besando delante de mí y él no sabía ni lo que estaba pasando... En esos momentos, él sólo quería que la persona a la que estaba besando fuera yo. Sonrío. "Se supone que vamos a pasar juntos unos cuantos meses ya que vamos al mismo instituto, será mejor que nos empecemos a llevar bien". Me lo dijo cuándo estábamos en la playa. Sonrío.
Entonces, me doy cuenta de que quizás... Solamente tal vez, me guste un poco más de lo que creía... No quería reconocerlo, no pensaba que fuese a ocurrir tan rápido... No pensaba en nada y a la misma vez, pensaba muchas cosas, y este viaje me ha demostrado que en muchas estaba equivocada.
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¡FUERA!
Teen Fiction¿Sabéis? Yo no estoy para perder el tiempo. Sé lo que quiero. A mí nadie me pisa, tengo un carácter muy fuerte. Todos a mi alrededor, obedecen mis normas. Odio las relaciones románticas y las parejas que son tan empalagosas. No creo en el amor, teng...