Capítulo 25

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Álex me ha llevado hasta un bar en el que hay una terraza con jardineras llenas de flores que huelen como las rosas. Hemos decidido sentarnos fuera al sol y nos hemos pedido dos croissants con un café cada uno. A él le ha sorprendido que escogiera bollería, pero es que a mí la dieta me da lo mismo, nunca he hecho y no me hace falta hacerla.

- Ya que somos nuevos amigos –dice Álex-, tendremos que saber más cosas el uno del otro, ¿no?

- Venga, va. Me interesa este tema –le respondo-. Quiero saber si tus novias, las que me has dicho que has tenido, eran más guapas que yo. Pero no comparadas conmigo antes, sino comparadas conmigo ahora –apoyo el codo en la mesa y me aguanto la barbilla con delicadeza en posición misteriosa.

Álex sonríe y bebe un sorbo de su café. Se le queda un bigote oscuro por encima del labio y después se lo limpia con la lengua. Ese gesto me ha parecido irresistible... Y más siendo de él. Luego suspira y remueve su café, haciendo un silencio abrumador... La verdad, es que la respuesta me preocupa.

- Siempre has sido la más bonita de mis novias. Ahora eres, sin dudarlo, la mujer más impresionante que he conocido -sonrío cuando me dice esas palabras. Me encanta que me echen piropos y este ha sido uno de los mejores. Cojo un cigarrillo del paquete que llevo en el bolso y me lo enciendo.

- Es tu turno –le recalco.

- Quiero saber cuántos cigarros de esos llegas a fumarte al día. Eso debe de ser muy malo para la salud.

- Puedo llegar a fumarme hasta diez al día, pero los quiero ir racionando porque esto de los paquetes es para ricos.

- ¿Qué dices, loca? ¡¿Cómo puedes estar tan enganchada?!

Pongo los ojos en blanco y sigo fumándomelo. Es una tontería, cada vez fumo menos esta mierda. Me gustaría dejarlo, pero es que es un puñetero vicio... Llevo años queriendo ahorrarme el dinero que me gasto en esto para comprarme más libros, por eso voy minimizando el consumo.

- Me toca. Hay una duda que me lleva rondando por la cabeza desde el fin de semana pasado. Me quedé con la intriga de saber quién era la persona que dormía en mi cama de la cabaña antes de que llegara yo.

Él se remueve en su silla y tarda un rato en responderme. Se ve que ha sido una pregunta que no se esperaba o que le incomoda. Yo lo siento, pero no quiero quedarme con la duda, lo odio. Y más ahora que me he dado cuenta de que he tocado un tema espinoso... Eso es porque hay una larga historia detrás.

- En esa cama dormía mi exnovia... -responde él en un susurro. A mí, me da un pinchazo en el corazón que intento disimular-. Pero se quedó libre hace meses, no te preocupes. Esa relación está olvidada ya –añade con una sonrisa socarrona.

- Sólo espero que no hicierais nada extraño en esa cama...

- No puedo negártelo... Pero eso no es lo peor. Lo más siniestro es que nunca cambiamos las sábanas de los colchones –dice riéndose. Le doy un golpe en el hombro jugando y vuelvo a exhalar humo. Álex me mira con cara de desagrado y al final acabo tirando el cigarrillo al suelo, pisándolo para que no me dé más la brasa.

- ¿Contento? –pregunto ofendida.

- Mucho -responde con una sonrisa.

- Te toca a ti preguntar.

- Vale... Quiero saber qué es el tatuaje de tu espalda. Te lo he visto muchas veces cuando llevas puesto el pijama, pero todavía no he adivinado qué es.

¡Qué fuerte! ¡Se ha fijado incluso en el tatuaje que tengo! Lo llevo justo debajo del cuello, encima de la columna vertebral. Es un símbolo único en el mundo, básicamente porque me lo inventé yo y representa distintas cosas para mí que son importantes. Es una decisión de la que aflora mi fuerza innata.

- Es un dibujo que lo hice un día encima de un papel. Representa la fuerza que necesito para seguir adelante y que nadie va a poder conmigo. Que tengo que seguir mi propio camino aunque esté sola. Junta un poco bastantes rasgos de mi personalidad.

- ¿Y con cuántos años te lo hiciste?

- A los 14 años. Me lo hice un poco joven, pero no me arrepiento de él. Le puse a mi padre delante el papel que me daba consentimiento para hacérmelo y sólo para que le dejara tranquilo, lo firmó. Tardé menos de un minuto.

- Me gusta el tatuaje –afirma sonriendo-. Quiero preguntarte algo más sobre tus padres, porque en el momento que estuvimos saliendo cuando éramos pequeños, tu padre estaba poco en casa, supongo que como ahora, pero a tu madre sí que la veía más. ¿Qué pasó con ella?

Pienso en si contárselo... Realmente, debería de tener mucha confianza con él como para explicárselo y que luego, no lo pueda utilizar en mi contra. Aunque, sinceramente, si me dejo llevar por mis sentimientos... Es lo que me apetece. Solamente espero que no me la juegue ni me traicione más. Me fío de él.

- Mi madre me pegaba. Me trataba mal y no me quería. En cuanto lo supo mi padre, ya tuvo la excusa perfecta para divorciarse. Para él, ella era un lastre. Lo único que hacía era gastarse su dinero y no le hacía nada de gracia. Yo no me puse de por medio y me quedé a vivir con él. Desde entonces, no he vuelto a saber nada de ella.

¡FUERA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora