Nos hemos sentado los dos en el sofá y le he dado algo para merendar. Al final, hemos terminado hablando como si fuésemos amigos y nos hemos estirado los dos como hemos podido. En realidad, no está siendo incómodo... Seguramente que está floreciendo la confianza que teníamos.
- ¡Tienes los pies helados! –grita él cuando le toco.
- Esa es una de las cosas que deberías saber de mí, siempre tengo los pies congelados.
- Entonces tus pies son un peligro –dice riéndose. Yo lo hago con él.
Con sinceridad, esta tarde está siendo agradable. Estoy intentando dejar de estar a la defensiva y portarme bien, aunque me está costando muchos esfuerzos... De momento, vale la pena. A veces me canso de estar tanto tiempo enfadada con el mundo... Aunque solamente sea para no gritar.
- ¿Sigues teniendo frío? –pregunta por lo que ha pasado antes, que me han echado del vestuario sin ropa y en pleno invierno.
- No, ya estoy bien –le contesto sonriendo.
- Y ahora, ¿me vas a decir qué es lo que te han dicho esas tres petardas para que me echaras la culpa a mí?
Me lo pienso un momento. Aunque sea una "amenaza", y lo digo entre comillas porque no llega ni a eso, no tengo ningún motivo para no contárselo. Es que no me dan miedo, ni me han intimidado, ni nada. Me alegro incluso de que Álex les haya dejado con mal cuerpo. Que se jodan.
- Me dijeron en el vestuario que no me acercara a ti ni que tuviera ninguna relación contigo. Supongo que es por eso de que le gustas a la Barbie y piensa que soy una rival. Pero vamos, ya estás viendo por donde me paso la amenaza –él vuelve a reírse. Me encanta su sonrisa.
- ¿Y tú que les contestaste para que te echaran? –sigue con el interrogatorio-. Seguro que no te quedaste con las ganas.
- Les respondí que si no me daba la gana de hacerles caso, qué me harían. Y ya ves... Daños colaterales –explico riéndome.
Él me mira y resopla. Le veo en la expresión de la cara que no le hace nada de gracia lo que me han hecho las Barbies despeluchadas, y creo que es más insignificante para mí que para él. Cojo los platos y los vasos, y Álex me ayuda a llevar todo lo de la mesa al lavavajillas de la cocina. Mientras ponemos los cubiertos, Álex continúa con la conversación.
- Y tus padres, ¿dónde están? ¿No van a venir? –no deja de preguntarme... Qué chaval más curioso.
- Vivo sólo con mi padre y él trabaja hasta muy tarde. También se va temprano, así que prácticamente ni le veo.
Álex hace una mueca. Sí, es como si viviera prácticamente sola. No tiene nada de malo, en realidad. Es como si me hubiera independizado ya hace tiempo. En cuanto acabe de estudiar, lo haré de verdad seguro. Y espero que pronto, porque me apetece mucho vivir sola sin dependencias.
- Me acuerdo de tus padres. Eran muy majos, aunque siempre han estado muy ocupados.
Afirmo con la cabeza. Me vuelvo corriendo al sofá y me tapo con la manta. Pienso en antes, cuando Álex conoció a mis padres. Entonces, sí que éramos una familia feliz y unida. Pero a partir de que se enteraron de lo que me pasó con él, nos distanciamos. Me llamaban irresponsable, inconsciente, loca, insensata... Entre muchas más cosas. Si vieran que está aquí conmigo, le cortarían la cabeza.
Álex coge el móvil y pone una canción nueva en bucle. Es la de "El amor es un arte" de Melendi. Adoro la letra de esa canción, siempre me ha transmitido mucho. Empezamos a cantarla los dos con una sonrisa y Álex se sienta conmigo. Al final, me va a hacer reír... Pocas personas tienen esa virtud.
Cuando termina, me levanto y voy a mi habitación a coger las cosas para ducharme. La ducha de esta mañana no ha terminado de satisfacerme, entre todo, parece como si no me hubiese duchado. Me he quedado con una fría capa en la piel que me tiene helada desde hace horas... Y no lo soporto más.
- Dame cinco minutos. Si quieres espera o... Te puedes ir. Como quieras –le digo.
- No, no, me espero.
Me meto dentro de la ducha. No sé qué pensar... ¿Qué se supone que es lo que está pasando hoy? Estoy pasando tiempo voluntariamente con Álex. Es como si estuviera en un mundo paralelo. O como si hubiese viajado tiempo atrás... Cuando nos llevábamos tan bien... Y éramos amigos.
Es que desde que he llegado aquí, él no ha hecho nada para reprocharle. Simplemente, ha sido algo pesado, pero nada más. Soy yo la que estoy todo el tiempo evitando que esté a mi lado desde que llegué. Al menos, prometo no ser tan dura con él siempre y cuando esté de mi lado y no del de Laila o Sonia.
¡Mierda! ¡Me he olvidado la mascarilla del pelo fuera, en la mesa! Bien, genial... ¿Se supone que tengo que volver a salir del baño sólo con una toalla? Joder... No me lo pienso más y salgo a la aventura. No tengo que darle demasiadas vueltas. Agarro el pomo de la puerta y lo giro... Y allí está. Suspiro porque albergaba esperanzas de que se hubiera ido. Pero no... ¿Cómo se va a ir si es la primera vez que le dejo quedarse?
- Me he dejado la mascarilla... -me explico.
Intento ir rápida, pero cuando me inclino para recogerla... Álex me rodea desde detrás, por la cintura. Rezo. Rezo para que no pase nada. Pero... no tiene muy buena pinta. Él me acerca a su cuerpo y yo no tengo ni idea de cómo reaccionar. Hacía mucho tiempo que no le sentía tan cerca de mí... ¿Respiración entrecortada? Me suena de algo... El corazón se me acelera... ¿Cuándo fue la última vez que me pasó algo similar?
La toalla de mi cabeza se cae al suelo... ¿La ha tirado él o... se ha caído? No sé... Estoy empezando a... quedarme paralizada. ¿Es real lo que está pasando o es mi imaginación que me está haciendo pasar una mala jugada? Álex me aparta el cabello del cuello y apoya su cabeza en la mía. ¿Es el cielo? No... No lo creo porque no existe esa posibilidad, aunque creo que no hay ninguna diferencia.
- Te quiero –me confiesa en un susurro.
Sí que es el cielo, y no puedo esperar más para morir. Me giro y lo beso. No quiero pensar, no quiero darme cuenta de lo que estamos haciendo y de las consecuencias que va a tener. Él no me detiene, al contrario, sigue mi beso y me aguanta con sus brazos cuando me lanzo encima de él a rodearle la cintura con mis piernas mientras sigo besándole por la cara y el cuello.
Nos deshacemos de la toalla que nos separa y por segunda vez, cometo el mismo pecado haciendo el amor con una persona que sé que es el mayor error de mi vida, sin embargo, también es mi mayor tentación. "El amor es un arte" suena en bucle de fondo entretanto recuerdo lo que es la felicidad gracias a él.
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¡FUERA!
Teen Fiction¿Sabéis? Yo no estoy para perder el tiempo. Sé lo que quiero. A mí nadie me pisa, tengo un carácter muy fuerte. Todos a mi alrededor, obedecen mis normas. Odio las relaciones románticas y las parejas que son tan empalagosas. No creo en el amor, teng...