Capítulo 21

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Me despierto y me encuentro abrazada a él. Él está en mi espalda y puedo notar sus músculos marcados. Madre mía... ¡Ha sido espectacular! Podría decir sin exagerar que ha sido la mejor de las veces en que he tenido sexo. Entre lo que he aprendido yo y lo que él sabe por naturaleza, nos hemos entrelazado perfectamente y hemos pasado uno de los mejores momentos de nuestra vida. Seguro que el mejor.

Me doy la vuelta y apoyo mi cabeza en su pecho. El corazón se me acelera al mirar su rostro y descubrir una vez más que es él. No me lo termino de creer... Sin embargo, es Álex el que está en el sofá con su cuerpo desnudo pegado al mío. Ojalá que no esté durmiendo... Por favor, que sea verdad.

Vuelvo a contemplarle... Este chico, en otra vida, ha tenido que ser un Dios, un ángel o algo por el estilo... No puede ser que sea tan perfecto. Y es un sinsentido que después de todo, nos hayamos vuelto a fusionar, hayamos vuelto a ser uno... A ser Álex y Valeria... Sin ninguna diferencia entre los dos.

Álex abre los ojos y yo me incorporo del sofá. Debo irme para que no estemos incómodos, sin embargo, no me apetece nada moverme... Estoy muy bien acomodada y su calor me envuelve por completo. Esa vez, la primera de los dos, cuando me desperté... Él ya no estaba conmigo... Hoy sí.

- Puedes quedarte un rato más, si quieres.

Yo sonrío y vuelvo a estirarme encima de él. Álex sube sus manos por mi espalda provocándome escalofríos. Subo mis manos, le acaricio el pelo y le hago masajes haciendo círculos con suavidad. ¿Por qué ha tenido que ser siempre tan imbécil? ¿No podía haber sido un chico como los demás, haciendo que las cosas hubiesen transcurrido de forma natural, sin engaños, sin mentiras?

Él hace silencio, sólo me mira a los ojos. Hay una pequeña sonrisa que asoma de sus labios y de vez en cuando, aprieta los dientes haciendo que se le marque la mandíbula. Ese gesto me encanta. Incluso, me impone su belleza, porque estando desnudo, es mucho más guapo... Mucho más.

Sus ojos son de un azul increíble. Brillan como nunca y hasta creo poder leer en ellos todos sus pensamientos... Antes de empezar a besarle, me ha susurrado que me quiere... ¿Será cierto? Alargo un poco el brazo y cojo el reloj de muñeca de la mesa para ver la hora. Enarco las cejas al observar que son más de las doce de la noche y mi padre puede llegar en cualquier momento.

- Lo siento, vas a tener que irte. Mi padre está a punto de llegar –digo poniéndome de pie y vistiéndome con la ropa interior.

- Está bien.

Álex también se pone la ropa y yo ya voy hacia la habitación para ponerme el pijama directamente. Álex se abriga bien para salir a la calle a estas horas. Me hubiera gustado quedarme algo más de tiempo con él. Aunque parezca surrealista... Al menos, como es la última vez, me hubiese gustado disfrutarlo un poco más.

- Un beso, ¿no? –dice agarrándome de manera provocativa por la cintura. Yo me quito sus manos de encima.

- Cuidado con esa confianza, no te pases.

- Joder, ¿eso es pasarse? Más bien ha sido en el sofá dónde ha habido exceso de confianza –lo señala con el dedo.

- Eso ha sido sólo sexo –respondo tajante.

- ¿Sólo sexo? –hace una mueca con la cara-. Pues a mí me ha parecido que tus gemidos gritando mi nombre y el "sigue, sigue" que has pronunciado durante horas escondían algo más que "sólo sexo".

- Otro... ¿No me has oído esta mañana? –ante su silencio, sigo hablando-. El discursito que le he hecho a Carlos va para todos los hombres del mundo, no eres una excepción.

- ¡¿Cómo que no?! ¡¿Eso significa que me has utilizado?! –me acerco a él sin malas intenciones.

- A ver... ¿Cómo te lo digo con suavidad? No te he utilizado, simplemente nos hemos hecho un favor, porque no me vas a decir que no lo has disfrutado.

- ¡No es esa la cuestión! –exclama tocándose la frente con las manos-. Valeria, te he hecho el amor. Te dije antes de empezar que te quería y tú eso lo has utilizado para tu beneficio.

- Bueno, vale, tal vez. Lo reconozco. Pero no lo entiendes, yo solamente me dejé llevar por lo que sentía. En ningún momento estaba pensando en que te estaba utilizando, y si es así, ¡¿qué más da?! ¡Tú también lo hiciste hace tres años! ¡¿O es que acaso lo has olvidado?!

Álex coge todas las cosas que tiene esparcidas por el salón sin decir palabra. Se crea un ambiente de tensión y de incomodidad extremista. Llega más allá que incluso las primeras veces que estuvimos cerca hace una semana. Sin duda, esto es lo más difícil de pasar cuando estoy con un chico... Sin duda.

- Hace tres años –me responde- teníamos trece años. ¡Madura un poco! –me grita.

- ¡El que tiene que madurar eres tú! Entiende que lo que ha pasado ha sido sin compromisos y entonces te darás cuenta de que es lo que hacen las personas adultas.

- ¿Sabes? No te creo. No me creo que lo que ha pasado haya sido un simple polvo de esos que echas una noche de borrachera en un baño de la discoteca. Ha habido cosas que lo niegan, como la manera de tocarnos. Evoluciona de una vez y replantéate lo que es tener sentimientos.

- ¡No tienes ni idea! –grito empujándole con fuerza- Yo llegué una vez a sentir y me rompieron el corazón de tal forma que jamás se podrá volver a juntar. ¡¿Es que no te das cuenta?! ¡Fuiste tú el que se encargó personalmente de congelar mis sentimientos! Y ahora vienes aquí a obligarme a reconstruir el puñetero puzle como si fuera lo más fácil del mundo. No sé quién te crees que eres, pero no puedes jugar así conmigo. No me fío de ti y no voy a dejar que vuelvas a hacer conmigo lo que quieras. ¡Fuera de mi casa!

¡FUERA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora