3 Un nuevo grupo

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Desperté con un terrible dolor de cabeza, y al mirar a mi alrededor, noté que estaba en una habitación recostada en la cama de abajo de una litera. Lo primero que pasó por mi mente, fue que me encontraba dentro de la prisión.

Miré hacía la puerta, donde visualicé a un chico de cabello castaño, sentado, mirándome con sus brillantes ojos azules.

-Despertaste - dijo con la vista en el suelo.

Oh, ¿En serio?

-¿Qué pasó? - me atreví a preguntar.

-Te desmayaste cuando unos caminantes trataron de morderte. Después de salvarte decidimos traerte aquí para asegurarnos de que estuvieras bien - contestó y me miró directo a los ojos, sin ninguna expresión -. A propósito, soy Carl, Carl Grimes. ¿Quién eres tú?

-Me llamo Allyson. Creo que los apellidos son cosa del pasado, ¿no crees? - me mantuve seria.

Asintió

-Quizás... Iré con mi padre para avisarle que despertaste - dijo, mientras salía de la habitación con pasos lentos.

Carl parecía ser un chico muy antipático. Supongo que la primera impresión no es algo importante para definir a una persona, pero igual veía algo en él que lo hacía actuar de una manera distante hacia las personas. Sabía que todos teníamos un pasado oscuro, pero ¿cuál sería el de él?

Observé detalladamente la habitación y me percaté de una foto en la cual aparecía Carl cuando pequeño. De alguna manera, sonreí. Sabía que se trataba de él, tenía la misma cara, aunque apostaba que aquella fotografía fue tomada probablemente a sus ocho años de edad. A un lado de él estaba un hombre que seguramente se trataba de su padre, ya que se abrazaban mutuamente con mucho con enorme cariño.

Carl había vuelto, esta vez con un hombre acompañándolo. Sí, con el de la fotografía. Llegó y se sentó a un lado mío.

-¿Cuál es tu nombre? - me preguntó repentinamente, directo al punto.

-Mi nombre es Allyson - lo miré sin ninguna expresión en mi rostro.

-Bueno, mi nombre es Rick. ¿Estabas con alguien cuando llegaste?

Negué.

-Estoy sola.

-Bueno, podríamos aceptarte en nuestro grupo si lo deseas. Aceptamos gente nueva y me gustaría ayudarte. Solo necesito que me respondas a unas preguntas.

-Está bien.

-¿Cuántos caminantes has matado? - inició.

-¿Cuántos? - reí - En serio no cree que lleve la cuenta, ¿o si? En todo caso yo diría unos doscientos a lo largo de todos estos años. La verdad no tengo idea.

Esa pregunta me pareció estúpida. ¿Qué clase de persona normal cuenta cuántos caminantes ha matado? No es algo que se tendría muy en cuenta.

-Bien, y ¿a cuántas personas has matado?

-Ninguna.

Carl y Rick se miraron impactados.

-¿De verdad?

Asentí.

-Eso es impresionante. ¿No quisieron lastimarte?

-Muchas personas, sí. Pero huí de ellas. No hizo falta recurrir a ello - respondí, mirando hacia el suelo.

No era lo mismo matar caminantes a matar una persona realmente viva. Era algo que no había tenido la oportunidad de experimentar, y no deseaba hacerlo pronto. Siempre traté de arreglar las cosas de la mejor manera antes de recurrir a otras medidas.

Rick y Carl se quedaron en silencio por un momento.

-Lamento que no tuvieras a nadie para protegerte, Allyson - dijo Rick, mirándome con lástima.

-No importa. Me alegra que me ayudaran con esos caminantes.

-Bueno, pues bienvenida al grupo - me mostró una sonrisa la cual devolví -. Carl te presentará al grupo y dormirás en tu propia celda, la cual Carl te mostrará.

-Gracias - le agradecí con una sonrisa mientras Rick abandonaba la habitación.

-Muy bien. Vamos Allyson, te presentaré al grupo.

Llegamos a un espacioso comedor, supongo donde alimentaban a los presos. Ahí se encontraban varias personas que conformaban el grupo, entre ellos una bebé. Me pareció sin duda una niña muy hermosa, pero me atormentaba la idea de que alguien tan inocente como un bebé estuviera viviendo en un mundo como aquel.

-Hola chicos, quiero presentarles a alguien - Carl recibió la atención de todos los presentes -. Chicos, ella es Allyson. Allyson, ellos son Glenn, Maggie, Hershel, Beth, Carol, Michonne, Sasha, Tyreese, Daryl y mi hermanita Judith - señaló a cada uno mientras los nombraba para que pudiera identificarlos.

-Hola, mucho gusto - los saludé a todos en general, dedicándoles una sonrisa.

-El gusto es nuestro - comentó Carol.

En verdad eran muy agradables, podían llegar a ser mi segunda familia en poco tiempo. Me hacía sentir segura estar viviendo en una prisión; después de todo era lo que necesitaba luego de unos largos años, vivir en un lugar seguro y tranquilo. Por fin en tres años logré encontrar un grupo y un sitio donde estar a salvo.

Salí al patio que era protegido por la valla junto con la edificación. Era bueno saber que teníamos algo con qué alejar a los putrefactos caminantes. Me senté debajo de un árbol, recárgandome en el tronco.

Por fin en tres años sentía toda esa tranquilidad de tener una vida normal, ahí dentro sentía que podía formar una nueva vida sin caminantes, como si nada hubiera pasado.

Cerré mis ojos y sentí una suave brisa chocar contra mi cara. Cuando los abrí, vi a Carl en frente de mí, caminando hacia la torre de vigilancia. Era muy extraño, nunca lo veía hablar con nadie, solo se quedaba en su celda, leyendo, alejado de todo.

Pero debo admitir que era muy lindo. Sus ojos atraían a cualquiera

Me levanté del césped y regresé a mi respectiva celda. Recosté mi cuerpo en la cama y cerré mis ojos, quedándome dormida al poco tiempo.

No me abandones: Los iniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora