6 El gobernador

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Cuando dicen que el tiempo pasa rápido, en ocasiones es cierto. Pero esa semana, transcurrió demasiado lento sin muchas actividaes por realizar.

Ya habían pasado siete días desde que Carl quiso arreglar nuestro pequeño desacuerdo. 

Vivir en aquella prisión no me parecía nada mal. Pero la gente de Rick ya tenía problemas antes de que yo llegara. Aunque no sabía nada al respecto, constantemente los escuchaba hablando sobre lo que les preocupaba. Mencionaban mucho a El gobernador. Parecía ser algo serio, y me interesaba saber más al respecto. Deseaba ayudar, que supieran que yo también era parte de ellos ahora.

Miré al cielo, y sin aviso se cruzó por mi mente el horrible recuerdo de aquel accidente donde murió mi padre.

*Años atrás*

Estaba sentada en el asiento de atrás del automóvil; mi padre iba manejando y mi madre a un lado de él como copiloto.

Leía un libro que me había regalado mi madre hace unas semanas en mi cumpleaños numero diez. Lo cerré algo mareada, y mirando a mi padre dije:

-¿Cuanto falta?

-No te preocupes, llegaremos en quince minutos - anunció, sin quitar la vista del camino.

Volteé la mirada hacia la ventanilla para mirar el paisaje, y de repente, el auto comenzó a sacudirse de un lado a otro con unos rechinidos incluidos. Escuché a mi madre pronunciar unas palabras poco entendibles, y pocos segundos todo se volvió una total oscuridad.

Desperté con un golpe en la cabeza y una enorme herida en mi brazo derecho. Estaba dentro del auto que se encontraba volteado de lado. Los vidios rotos, las cosas tiradas por doquier. Me paralicé.

Comencé a escuchar las sirenas de las ambulancias, bomberos y policías. Miré hacia el frente donde se encontraban mis padres. Mi madre despertó y confundida comenzó a gritar.

-¡Ayudaaa! ¡Estamos aquí dentro! ¡Ayúdenos!

La puerta que se encontraba a mi derecha se abrió, ya que la de mi izquierda estaba bloqueada. De inmediato, unas manos me tomaron y me sacaron dero ahí para poder llevarme a curar todas mis heridas.

Me cubrieron con una delgada manta y me sentaron en una de las ambulancias. El paramédico se me acercó para inspeccionar mis heridas. Del otro lado, en el otro camión de asistencia.

-¡Alejense, el auto va a explotar! - gritó uno de los bomberos, atrayendo la atención de todos.

Miré a todo mi alrededor, percatandome de que mi padre no estaba. Seguía dentro del auto que en segundos explotaría.

Me levanté y corrí hacia el auto, pero un oficial de policía logró tomarme del brazo y deternerme

-No lo entienden¡Mi padre sigue adentro! - grité con desesperación.

Los bomberos corrieron para tratar de sacarlo, pero antes de que pudieran llegar, el auto explotó en llamas.

-¡No! - gritó mi madre, acercándose al auto incendiado.

Me quede en shock. Mis pierna dejaron de responder y caí sobre mis piernas, destrozada. Uno de los bomberos me cargó entre sus brazos, mientras yo luchaba para salir de su agarre.

-¡Papá! - exclamé. Las lágrimas me inundaban los ojos.

Veía cómo mi madre se tiraba al suelo a lloriquear con una oficial a su lado, intentando darle consuelo.

Todo se me vino encima.

* fin del recuerdo*

Sacudí mi cabeza. 

Anhelaba el día en que ese recuerdo se marchara para siempre de mi mente. No me gustaba conservarlo después de tanto tiempo, solo me hacía sentir mal.

Pensé en Michonne y Hershel, quienes habían salido a recolectar provisiones y al parecer aún no regresaban, no los capté entrando a la prisión en ningún momento. 

Vi a Carl recargando su pistola sin preocupaciones, en cuanto me vio, alzó la mano y me saludó. Le devolví el gesto un tanto desconcertada. Me parecía algo bueno que quisiera portarse mejor conmigo desde sus disculpas.

Continué mi camino una vez que se dio la vuelta para seguir con lo suyo. Me acerqué a la valla, visualizado a lo lejos automóviles que ya se aproximaban. 

No creía que se trataba de algo bueno.

A pocos metros de mí, estaba Glenn, entrecerrando los ojos para poder ver mejor a nuestra amenaza.

-¡El gobernador! ¡Llamen a Rick!

Carl se levantó al instante y corrió a buscar a su padre.

Me alarmé. El gobernador se instaló detrás de las rejas con su gente. Traían un tanque, Un maldito tanque en nuestra contra. Un hombre con un parche en uno de sus ojos bajó de este, con dos personas pertenecientes a nuestro grupo. Michonne y Hershel habían sido tomados por  él.

Rick salió a defendernos con pasos rápidos. Luego apareció el resto del grupo con armas. Carl llegó a mí para entregarme una escopeta. Nos agachamos frente a la valla, recargando las armas.

-Ven acá Rick, charlemos.

Rick accedió ante la sugerencia de El gobernador.

-¿Qué pasa con este hombre? - cuestioné.

-Quiere quitarnos la prisión desde hace tiempo - respondió Carl, apuntandole -.Espero que mi padre pueda razonar con él.


Rick estuvo hablando con ese hombre cara a cara. Así fue un par de minutos, pero al parecer nuestro atacante no parecía del todo convencido con el trato que Rick trataba de acordar con él. Cada segundo que pasaba estaba más convencida de que en cualquier momento los matarían a los dos.

De repente, comenzó bajar la katana con la que tenía amenazado a Hershel poco a poco, haciéndonos creer que nos dejaría tranquilos y se marcharía de una vez... Pero no, le dijo algo a Rick que ninguno alcanzó a escuchar, levantó nuevamente la katana y con ella cortó el cuello de Hershel, acabando con su vida en un instante.

Su cuerpo cayó rendido, Michonne lo miró impactada. Todos quedamos impresionados ante la escena. Llenos de furia, comenzamos a disparar a todas las personas que nos atacaban. Me concentraba más en matar al líder que a todos los demás. Logré darle al brazo de aquel hombre, pero se fue de mi vista para refugiarse detrás de uno de los autos.

Vi a Maggie y Beth llorando por la horrible muerte de su padre. 

El grupo que nos atacaba comenzó a destruir la valla que nos protegía con su tanque y los caminantes comenzaron a entrar.

Todos nos separamos mientras matabamos a los caminantes que lograron entrar. Estaba a un lado de Carl, disparando sin detenerme, mientras veía cómo Rick a lo lejos luchaba a golpes con el líder de aquel grupo.

Un caminante me tomó de sorpresa por atrás rasgando mi camisa, pero por suerte no logró morderme. Cuando me volteé, se abalanzó sobre mí; luché como pude para que no me mordiera, y para mi mala suerte dos caminantes más se acercaban a donde yo me encontraba.

Carl desde lejos me miró tendida en el suelo y se acercó corriendo hasta mí. En ese preciso momento empiñé con fuerza mi cuchillo y acabé con el caminante sobre mí. Carl le disparó a los otros dos y me ofreció su mano para ayudarme a ponerme de pie.

Los dos nos miramos.

Rick venía hacia nosotros con su rostro golpeado y una pierna torcida. La prisión había sido destruida. Ahora no teníamos un hogar. 

Carl corrió hacia él y se abrazaron con fuerza, devastados. A un lado de mí se encontraba el porta bebé de Judith, vacío y envuelto en sangre. Me di la vuelta para mirar a ambos, con un  nudo en la garganta.

No me abandones: Los iniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora