5 Fingir que todo está bien

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Aquellas palabras que habían salido de la boca de Carl me dolieron bastante, por más ridículas que fueran.

Ni siquiera me conocía. Habló de mí, sin conocer mi pasado, lo que perdí y lo por lo que tuve que pasar durante el tiempo que estuve sola. Subí a la torre detrás de él, sin ánimos de quedareme callada y de brazos cruzados. 

—Insinúas que soy débil — afirmé con molestia.

Carl no contestó, solo se sentó a vigilar. Su espalda se encorvó un poco y recargó ambos codos sobre sus piernas, mirando al exterior. La oscuridad de la noche comenzaba a inundar el exterior.

—Ni siquiera me conoces Carl — hablé, mirándole —. Tú no tuviste que sufrir lo mismo que yo. Estuve tres años sola, soy hija única, sin hermanos que me acompañen, y mi padre murió antes de todo esto en un accidente de automóvil. Y tú dices que, a pesar de todo eso, ¿necesito de tu protección? — hice un gesto. Carl no se volteó.

-Mira, Ally...

—¿Lo dices por aquel incidente en la farmacia? - interrumpí - Porque te equivocas. A veces, todos necesitamos de ayuda, pero te aseguro que no he sobrevivido por mi buena suerte. Nadie me ayudó hasta ahora, Carl. Yo misma me tuve que cuidar.

Bajó la vista, como si en realidad no estuviera escuchando nada de lo que decía. Aunque eso no me importó, y continué con tranquilidad. 

—Tú por lo menos tienes a tu padre y a una linda hermana. Yo no tengo nada,  ¿sabes? - observé el campo de la prisión, entristecida -... Quisiera tener tanto como tú - susurré.

Carl no dijo nada al respecto, solo se quedó observando hacia la nada.

Me alejé de él, y tomé asiento a sus espaldas. Recargué mi espalda en la pared y suspiré, abrazando ambas rodillas contra mi pecho.

Extrañaba a mis padres, extrañaba mi verdadera vida.

Y entonces, me quedé dormida.

Carl

Después de aquella discusión que Allyson tuvo conmigo, me sentía muy mal por haberle dicho eso. Ella tenía razón en una cosa, tengo suerte de tener a mi padre y a mi hermana, es solo que desde que perdí a mamá fue tan fuerte el dolor. Un cambio en mí nada favorable.

Las imágenes de mi madre sufriendo lentamente me atormentaban día y noche. Sabía que no era culpable por ello, pero pensé que pude haber hecho algo más para salvarla. A veces, en las noches dentro de mí celda, lloraba por ella en silencio. Perdí a a mi madre, y nunca imaginé el dolor y vacío que me dejaría.

Giré la cabeza un poco, y a mis espaldas divisé a Allyson recostada en el suelo, durmiendo con tranquilidad.

Suspiré.

Me acerqué a ella con el cuidado de no despertarla y le coloqué la chaqueta que traía puesta. La noche me pareció demasiado fría como para que Allyson no pudiera cubrirse lo suficiente con tan solo el abrigo que llevaba puesto. Regresé a vigilar con pereza, pero el sueño logró vencerme en un par de minutos y me quedé dormido.

(...)




El brillante sol que me daba en el rostro logró despertarme. Al levantarme, noté que Allyson no estaba por ningún lado, pero mi chaqueta la encontré tirada en el suelo con descuido.

Miré por la ventana y la busqué con la mirada, hasta que la encontré muy desanimada por el césped, lanzando piedritas al tronco de un árbol. Me coloqué mi chaqueta y bajé de la torre de vigilancia con pasos acelerados.

Ally

Desperté de repente a la mañana siguiente. No recordaba en qué momento me había quedado dormida. Me incorporé hasta el punto el que que quedé sentada, y me di cuenta de que traía la  chaqueta de Carl cubriéndome parte del cuerpo. La saqué de encima mío y la dejé tirada a un lado de mí. La espalda me dolía. Me levanté, notando que Carl se encontraba dormido. Ninguno de los dos se mantuvo despierto durante la noche. Si Rick lo descubría, seguro nos reprocharía a ambos. 

Saliendo de la torre, caminé un poco para despejar mi mente y despertar del todo bien. Hubiera preferido esperar a que se hiciera de mañana para regresar a mi celda y dormir de una forma más cómoda. 

Cogí unas cuantas piedritas que me encontré durante mi caminata y las arrojé una por una al tronco de un árbol frente a mí. Ahí descubrí que tengo una pésima puntería para lanzar cosas.

Mi estómago gruñía terriblemente, por lo que decidí ir al comedor a desayunar algo. Ahí dentro ya se encontraban todos desayunando alegremente. Casi me hacían pensar que el mundo estaba bien, que no había personas come humanos queriendo mordernos.

—¡Buenos días! — saludé a todo el grupo una vez que entré.

—¡Buenos días, Allyson! — contestaron todos al unísono.

—Solo díganme Ally — pedí con amabilidad.

La verdad es que me había acostrumbrado a que me llamaran por el diminutivo en lugar de mi nombre completo.

Me senté, frotando mi espalda. Carol me sirvió un plato de avena. Al terminar, fui a mi celda a cambiarme de ropa, pues la que tenía puesta estaba algo llena de salpicaduras de salgre y un poco de tierra. Era asqeroso.

Terminando, salí. No existían muchas cosas por hacer dentro de ese lugar, y Rick se dejaba ver muy poco. 

Me encontré con Carl andando por ahí. Al verme se acercó, dedicandome un intento de sonrisa.

-¿Qué tal, Ally?

-¿Estás hablando conmigo? - cuestioné.

Se veía con una mejor actitud aquel día. Pensaba que se sintió algo de remordimiento por lo sucedido.

-Solo quiero disculparme. Sé que te pasaron cosas para nada lindas. Me es difícil fingir que todo está bien desde que mi madre murió. No quise hacerte sentir mal. ¿Puedes disculparme?

Le miré. Sus palabras eran sinceras, lo que me agradó.

-Te perdono - contesté -. Está todo bien.

No me abandones: Los iniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora