Carl abrió la puerta y Michonne entró esbozando una enorme sonrisa. Abrazó a Carl, después se acercó a mi e hizo lo mismo.
—Te extrañé — le dije en un susurro.
—Yo igual — me contestó, separándose de mí.
—Hay ropa en el piso de arriba, por si quieres cambiartela — le comentó Rick.
—Seguro, ahora vuelvo — dijo y subió al piso de arriba.
—Vamos a comer algo, Ally — me dijo Carl con una pequeña sonrisa.
Nos sentamos en la mesa y Carl me dió un plato, me serví un poco de cereal.
—Quisiera que tuvieramos un poco de leche — comentó Carl mirando el plato.
—Igual yo — puse una cucharada de cereal en mi boca.
—En tercer grado, tenía un amigo alérgico a los lacteos — me contó Carl riendo —, y siempre tomaba leche de soya.
—Y... ¿Alguna vez la probaste? — pregunté riendo.
—¡Vomité! — exclamó y ambos comenzamos a reír a carcajadas —Hubiera preferido tomar... la leche de Judith — dijo él, y todo se volvió silencio.
Judith estaba muerta, y el hecho de tener que recordarla hacía que se formara un nudo en mi estómago.
—Iré a terminar el libro, me faltan unos capítulos — dijo Carl y abandonó la cocina para irse al segundo piso. Así me dejó sola.
Rick entró en la cocina y me miró con una sonrisa.
—Gracias — me dijo —. Lo escuché reír, creí que jamás volvería a escuchar su risa — dijo como un agradecimiento al mismo tiempo en el que se sentaba en una de las sillas cerca de la mesa.
—Yo creí que jamás lo vería sonreír — me sincero él y Rick se rió —Voy con Carl — hablé y subí al piso de arriba.
Estuvimos un rato leyendo unos cuantos libros. Luego de un cuantos minutos transcurridos Michonne entró en la habitación.
—Vamos por provisiones, chicos. Tomen sus armas y bajen.
Carl y yo tomamos nuestras armas y salimos de la casa junto con Michonne. Rick se quedó a descansar y tratar de curar sus heridas con un botiquín que encontramos antes de salir.
Solo estaríamos fuera hasta el mediodía, así luego seguiríamos nuestro camino a algún otro sitio donde quedarnos.
Entramos a una casa grande que alguna vez fue muy lujosa y tomamos todo lo que nos fuera útil.
Entré en una de las habitaciones con Carl detrás de mí. Al revisarla encontré una camiseta color café a rayas blancas, así que decidí cambiarme la que traía por la que había encontrado.
—Encontré una camisa — dije mirando a Carl.
—¡Genial! — me observó con una sonrisa.
—¿Te importaría...? — dije mirándolo un tanto seria.
—Oh si, lo siento.
Carl se dio la vuelta para no mirarme. Inmediatamente me cambié de prenda.
—Ya puedes mirar — dije y Carl se volteó hacia conmigo, descubriéndose los ojos.
—¡Chicos, vamos, regresemos! Ya casi es medio día — exclamó Michonne entrando en la habitación.
—Muy bien — asentí y salimos de la casa camino a donde se encontraba Rick.
Al llegar Rick estaba fuera de la casa con su arma en mano, lo cual nos pareció algo extraño.
—Rick, ¿qué sucede ? — pregunté un tanto preocupada.
—Unos hombres entraron a la casa. Tuve que salir por una de las ventanas par evitar que me vieran — explicó mientras recargaba su pistola —. Es hora de irnos. Vámonos.
(...)
—Y ahora, ¿adónde iremos? — preguntó Carl mientras caminabamos por el bosque. Cada roca que aparecía en el camino era pateada por su pie derecho.
—A Terminus — respondió Rick —. No debe estar muy lejos.
—¿Podría ser un nuevo hogar donde estaremos a salvo? — pregunté curiosa.
—Espero que sí. Lo sabremos cuando lleguemos — habló Rick sin dejar de mirar el camino.
(...)
Estuvimos caminando por unas dos horas por el bosque, sin señales de Terminus.
—¿Estamos cerca? — preguntó Carl a su padre.
—¿De Terminus? Sí.
Estaba realmente exhausta. Lo único que deseaba era sentarme por un solo minuto.
—¡Ayuda! ¡Socorro! ¡Que alguien me ayude! — comenzó a gritar alguien muy cerca de nosotros.
Carl giró su cabeza hacia la dirección en la que venían aquellos gritos y, sin dudarlo, corrió a donde se encontraba aquel hombre en peligro, sin siquiera pensar unos segundos con lo que podría llegar a encontrarse.
—¡Carl, espera! — le grité, pero no se detuvo.
Michonne, Rick y yo tuvimos que ir detras de él. Carl se detuvo luego de haber recorrido varios metros sin descanso y apuntó con su arma a varios caminantes que rodeaban a un hombre gritando por la ayuda de alguien. Eran demasiados para nosotros cuatro.
—No podemos ayudarlo — dijo Rick, evitando que Carl disparara mientras los caminantes devoraban a aquel hombre.
Unos de ellos notaron nuestra presencia y comenzarón a seguirnos con un solo objetivo: mordernos.
—Debemos irnos — ordenó Michonne y comenzamos a correr hasta que logramos perderlos.
A lo lejos logramos ver una camioneta abandonada, así que nos acercamos a revisarla.
—Pronto anochecerá — señaló Rick —. Dormiremos aquí y haremos una fogata — indicó y los tres asentimos de acuerdo.
Cayó la noche. Carl y yo nos fuimos a dormir dentro de la camioneta, mientras Rick y Michonne conversaban alrrededor de la fogata.
—Que descanses — me dijo Carl con una sonrisa.
—Igual tú, Carl — me acomodé en los asientos de atrás, quedándome dormida.
(...)
Un ruido ensordecedor logró despertarme. Miré afuera a través de una de las ventanillas y me di cuenta de que aún era de noche, pero vi a Carl que estaba despierto, mirando hacia la nada. Logré ver que cinco hombres nos invadían. Uno de ellos apuntaba con una pistola a la sien de Rick, mientras que otro de ellos apuntaba a Michonne desde lo lejos.
—Oh, demonios — susurré.
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No me abandones: Los inicios
FanfictionPrimera parte EDITADO El apocalipsis ha comenzado. Un extraño virus se está propagando en varias partes del mundo, convirtiéndo a las persona en extrañas criaturas: zombies. Allyson está dispuesta a sobrevivir como sea, aunque se encontrará con muc...