10 En problemas

6.7K 460 158
                                    

Carl abrió la puerta y Michonne entró esbozando una enorme sonrisa. Abrazó a Carl, después se acercó a mi e hizo lo mismo.

—Te extrañé — le dije en un susurro.

—Yo igual — me contestó, separándose de mí.

—Hay ropa en el piso de arriba, por si quieres cambiartela — le comentó Rick.

—Seguro, ahora vuelvo — dijo y subió al piso de arriba.

—Vamos a comer algo, Ally — me dijo Carl con una pequeña sonrisa.

Nos sentamos en la mesa y Carl me dió un plato, me serví un poco de cereal.

—Quisiera que tuvieramos un poco de leche — comentó Carl mirando el plato.

—Igual yo — puse una cucharada de cereal en mi boca.

—En tercer grado, tenía un amigo alérgico a los lacteos — me contó Carl riendo —, y siempre tomaba leche de soya.

—Y... ¿Alguna vez la probaste? — pregunté riendo.

—¡Vomité! — exclamó y ambos comenzamos a reír a carcajadas —Hubiera preferido tomar... la leche de Judith — dijo él, y todo se volvió silencio.

Judith estaba muerta, y el hecho de tener que recordarla hacía que se formara un nudo en mi estómago.

—Iré a terminar el libro, me faltan unos capítulos — dijo Carl y abandonó la cocina para irse al segundo piso. Así me dejó sola.

Rick entró en la cocina y me miró con una sonrisa.

—Gracias — me dijo —. Lo escuché reír, creí que jamás volvería a escuchar su risa — dijo como un agradecimiento al mismo tiempo en el que se sentaba en una de las sillas cerca de la mesa.

—Yo creí que jamás lo vería sonreír — me sincero él y Rick se rió —Voy con Carl — hablé y subí al piso de arriba.

Estuvimos un rato leyendo unos cuantos libros. Luego de un cuantos minutos transcurridos Michonne entró en la habitación.

—Vamos por provisiones, chicos. Tomen sus armas y bajen.

Carl y yo tomamos nuestras armas y salimos de la casa junto con Michonne. Rick se quedó a descansar y tratar de curar sus heridas con un botiquín que encontramos antes de salir.

Solo estaríamos fuera hasta el mediodía, así luego seguiríamos nuestro camino a algún otro sitio donde quedarnos.

Entramos a una casa grande que alguna vez fue muy lujosa y tomamos todo lo que nos fuera útil.

Entré en una de las habitaciones con Carl detrás de mí. Al revisarla encontré una camiseta color café a rayas blancas, así que decidí cambiarme la que traía por la que había encontrado.

—Encontré una camisa — dije mirando a Carl.

—¡Genial! — me observó con una sonrisa.

—¿Te importaría...? — dije mirándolo un tanto seria.

—Oh si, lo siento.

Carl se dio la vuelta para no mirarme. Inmediatamente me cambié de prenda.

—Ya puedes mirar — dije y Carl se volteó hacia conmigo, descubriéndose los ojos.

—¡Chicos, vamos, regresemos! Ya casi es medio día — exclamó Michonne entrando en la habitación.

—Muy bien — asentí y salimos de la casa camino a donde se encontraba Rick.

Al llegar Rick estaba fuera de la casa con su arma en mano, lo cual nos pareció algo extraño.

—Rick, ¿qué sucede ? — pregunté un tanto preocupada.

—Unos hombres entraron a la casa. Tuve que salir por una de las ventanas par evitar que me vieran — explicó mientras recargaba su pistola —. Es hora de irnos. Vámonos.

(...)

—Y ahora, ¿adónde iremos? — preguntó Carl mientras caminabamos por el bosque. Cada roca que aparecía en el camino era pateada por su pie derecho.

—A Terminus — respondió Rick —. No debe estar muy lejos.

—¿Podría ser un nuevo hogar donde estaremos a salvo? — pregunté curiosa.

—Espero que sí. Lo sabremos cuando lleguemos — habló Rick sin dejar de mirar el camino.

(...)

Estuvimos caminando por unas dos horas por el bosque, sin señales de Terminus.

—¿Estamos cerca? — preguntó Carl a su padre.

—¿De Terminus? Sí.

Estaba realmente exhausta. Lo único que deseaba era sentarme por un solo minuto.

—¡Ayuda! ¡Socorro! ¡Que alguien me ayude! — comenzó a gritar alguien muy cerca de nosotros.

Carl giró su cabeza hacia la dirección en la que venían aquellos gritos y, sin dudarlo, corrió a donde se encontraba aquel hombre en peligro, sin siquiera pensar unos segundos con lo que podría llegar a encontrarse.

—¡Carl, espera! — le grité, pero no se detuvo.

Michonne, Rick y yo tuvimos que ir detras de él. Carl se detuvo luego de haber recorrido varios metros sin descanso y apuntó con su arma a varios caminantes que rodeaban a un hombre gritando por la ayuda de alguien. Eran demasiados para nosotros cuatro.

—No podemos ayudarlo — dijo Rick, evitando que Carl disparara mientras los caminantes devoraban a aquel hombre.

Unos de ellos notaron nuestra presencia y comenzarón a seguirnos con un solo objetivo: mordernos.

—Debemos irnos — ordenó Michonne y comenzamos a correr hasta que logramos perderlos.

A lo lejos logramos ver una camioneta abandonada, así que nos acercamos a revisarla.

—Pronto anochecerá — señaló Rick —. Dormiremos aquí y haremos una fogata — indicó y los tres asentimos de acuerdo.

Cayó la noche. Carl y yo nos fuimos a dormir dentro de la camioneta, mientras Rick y Michonne conversaban alrrededor de la fogata.

—Que descanses — me dijo Carl con una sonrisa.

—Igual tú, Carl — me acomodé en los asientos de atrás, quedándome dormida.

(...)

Un ruido ensordecedor logró despertarme. Miré afuera a través de una de las ventanillas y me di cuenta de que aún era de noche, pero vi a Carl que estaba despierto, mirando hacia la nada. Logré ver que cinco hombres nos invadían. Uno de ellos apuntaba con una pistola a la sien de Rick, mientras que otro de ellos apuntaba a Michonne desde lo lejos.

—Oh, demonios — susurré.

No me abandones: Los iniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora