39 Tipo de cabello largo

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Carl

Había pasado ya un año desde que perdí mi ojo. Era algo extraño, pero supongo que llegaría a acostumbrarme.

Claro que tuvimos que volver a construir la parte del muro que fue destruida, y recibimos la grandiosa noticia de que Maggie estaba​ embarazada.

Ally y yo no éramos absolutamente nada, pero volvimos a ser grandes amigos, lo que no me parecía muy bien, ya que no quería ser solo su amigo, quería que fuera mi novia nuevamente.

-¡Hey! Despierta - gritó Ally, sacándome de mis pensamientos.

-Lo lamento, ¿qué decías? - pregunté con una pequeña risa.

-¿Quieres venir con nosotros a buscar provisiones? - preguntó - Tu padre y Daryl irán también.

-No, yo me quedaré, sé que tú vas a estar bien, eres muy inteligente y valiente.

Se encogió de hombros.

-Está bien, volvemos luego. Adiós - se despidió de mi con un beso en la mejilla incluído.

En lo único que pensaba era: No te sonrojes. No... te... sonrojes.

Ally

Rick, Daryl y yo estábamos camino a buscar provisiones. Cuando pasamos por un pequeño Seven eleven Rick se detuvo rápidamente. Los tres bajamos del auto. Observé todo a mi alrededor pensando: ¿Cómo es que de un momento a otro el mundo se va al demonio? Aunque, por otro lado, podía creer que era algo bueno, de lo contrario nunca hubiera conocido a Beth o Hershel, a Rick, Maggie, Glenn y a todos los demás del grupo. De todas formas dicen que todo pasa por algo, lo bueno siempre tarda en llegar, y para mi suerte encontré una segunda familia.

-¡Ally! ¿Encontraste algo? - gritó Daryl desde el otro lado de la tienda.

Sacudí mi cabeza dos veces y me dí una pequeña bofetada volviendo a la realidad.

-¡Solo un montón de medicinas y pocas latas de frijoles! - contesté sin obtener alguna otra respuesta de Daryl. No le dí importancia y tomé todo lo que estuviera a mi alcance.

Al no encontrar nada más opté por buscar afuera. Quizás había algo que hubiéramos dejado pasar sin intención.

-¡Bingo! - grité al ver frente a mi una camioneta llena de comida.

Carl

Estaba con Maggie haciendo guardia, esperando a que Daryl, Ally y mi padre llegaran. La verdad ya no me preocupaba tanto por Ally, porque sabía​ que era valiente y fuerte. Cualquiera que quisiera dañarla le iría muy mal; además estaba con mi padre y con Daryl. Nada malo le podía​ pasar con ellos dos a su lado.

Volteé un momento a con Maggie y observé como su pequeño vientre cada vez era mas notorio. La idea de que tuvieran un bebé me encantaba, pero me aterraba​ al mismo tiempo. Talvez algún día su bebé y Judith podían ser buenos amigos.

Bueno, basta de pensar en todo eso, necesitaba ir con William para decirle que era su hora de hacer guardia.

Me despedí de Maggie, bajé de la torre de vigilancia y me dirige hasta una banca donde se encontraba William hablando con Amber. Ella ya no se había portado incorrectamente conmigo, por suerte.

Al salir de mis pensamientos caminé hacia la puerta de Alexandria, donde alcancé a ver a Ally, Daryl y mi padre entrando junto con un hombre de cabello largo.

-Pero ¿quién es éste?

Me acerqué hasta donde ellos estaban.

-¡William! - gritó Ally y corrió hasta él para darle un abrazo, al cual hice un gesto.

-¿Qué sucedió, Ally? - le pregunté, más bien como una excusa para hacer que ellos dos se separaran.

-Encontramos un camión lleno de comida, pero este idiota - señaló al desconocido - lo hundió en medio de un lago - contestó, mirándolo totalmente molesta.

Ally

Se hizo de noche y todos nos reunimos para cenar juntos bajo la luz de una pequeña fogata. Al hombre que capturamos lo encerramos en un cuarto para evitar que escapara. Si no me equivoco su nombre era Jesús.

-¿Qué tal tu sopa fría, Ally? - preguntó Enid con una cara graciosa.

-Bueno, creo que la hubiera disfrutado más si estiviera caliente - contesté compartiendo unas cuantas risas por mi comentario.

-¿Qué estabas pensando? Parece que los caminantes te comieron el cerebro - dijo mientras meneaba su vaso de agua de un lado a otro.

-No lo sé. Cosas. Me iré a dormir, estoy muy cansada. Hasta luego - le respondí. Me levanté de mi silla y subí las escaleras hasta mi habitación, mientras todos los demá se iban a sus casas.

-¡Que descanses! -gritó Enid momentos antes de cerrar la puerta, a lo que yo solo sonreí. Así eran las verdaderas amigas.

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No me abandones: Los iniciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora