El día empezó como siempre, antes del amanecer estaba en la herrería delante de la forja intentando reavivarla, Brom había terminado por fin la espada y hoy la probaría para ajustar el peso, estaba emocionada. Faltaba poco para la prueba e iba teniendo mis armas listas, el escudo me encantaba, Brom me preguntó si quería grabarle el escudo de mi familia pero me negué en redondo, ni hablar, nada de familias ni de Morlans. Probamos la espada, era realmente magnífica, pero se la quedó para equilibrar la empuñadura. Volví al castillo para el entrenamiento diario, al pasar por el pueblo vi al pescadero descargar el carro y le ofrecí mi ayuda, aceptó enseguida, mi fuerza era bienvenida por la gente del pueblo y solía ayudarles en lo que podía. Poco a poco iba conociendo a aquellas personas, al principio me saludaban con timidez e incluso con rechazo, pero con el paso del tiempo me habían acabado aceptando como una más. Se había extendido por el pueblo que había ayudado a Lara y a sus hijos y eso había ayudado a que me aceptasen. La panadera solía regalarme todas las mañanas unos panecillos blancos suaves como la espuma como ya hizo el primer día que nos conocimos, eran una de mis cosas favoritas, me los dejaba colgando de su puerta e iba comiéndolos tranquilamente de camino al castillo, ese día me llamó para dármelos y conversé unos minutos con ella tras ayudar al pescadero con su mercancía. Un enorme dragón se posó en medio del pueblo bloqueándome el paso y enseguida tomó su forma humana.
- ¿Trabajas en la herrería? – Arco estaba enfrente de mí con el ceño fruncido, buf! otra vez modo Rey activado.
- Sí – contesté sin vacilar – a cambio de mi ayuda me forja las armas.
- Morlan.... – dijo la palabra como si la maldijese mientras miraba al infinito. Miré hacia abajo y lentamente le sorteé, a lo mejor con suerte no me veía, él hizo un movimiento rápido y volvió a ponerse delante. – Pídemelo y le obligaré a que te de las armas.
- Ni en sueños Escamoso – bajé la voz para que nadie me oyese llamarle así – no quiero nada de ellos.
Parecía que me iba a abrazar pero desplegó sus alas y salió volando, y allí me quedé con todo el pueblo alucinando de ver al Rey hablando con una mera aprendiz... leches, esto daría de qué hablar.
Después de mi ducha y mi desayuno fui a los entrenamientos, más de lo mismo, nadie me hacía caso, perfecto, hoy estaban corrigiendo a Tubo, menisco débil por lo visto... jejejeje.....
Comí en mi inmensa mesa y me senté en el aula a escuchar las clases de la tarde, normalmente nadie se sentaba a mi lado pero aquel día di un respingo al oír la silla que estaba a mi derecha. Tarnan! Tarnan se había sentado a mi derecha!!! ¿Estaba loco?. Me quedé mirándole con la boca abierta, él me miró y puso su dedo índice debajo de mi barbilla y me cerró a modo de broma la boca, se volvió y se dispuso a escuchar al profesor. Con lentitud me empecé a desplazar una silla más a la izquierda para dejar un espacio entre nosotros cuando sentí su mano en mi brazo, con fuerza me retuvo y dejó posada su mano toda la clase sobre mi brazo. En el descanso entre clase y clase el enjambre de chichas guapas que le seguía a todas partes se arremolinó a nuestro alrededor como si yo no estuviese, no me tocaban pero sus vocecitas chillonas no me dejaban concentrarme, intenté levantarme para cambiarme de sitio pero Tarnan volvió a retenerme, ¿qué le pasaba?, la clase empezó de nuevo, las abejitas se fueron y volví a quedarme junto a él. No estaba atendiendo al profesor, intentaba ver cómo despegarme de mi nuevo compañero de pupitre cuando escuché una cosa escalofriante.
- .... la guerra contra las salamandras dura más de 10 siglos, muchas vidas perdidas, muchos esfuerzos para proteger a la humanidad....
- ¿Estamos en guerra? – grité, ¿guerra?, ¿desde cuándo estábamos en guerra? Pensé desconcertada.
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Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)
FantasyLos dragones y sus jinetes vestidos de negro eran temibles. Juntos, el dragón y su jinete era poderosos y letales. Los aprendices como yo vestían de blanco, cuando acabase mi formación un dragón me elegiría si era la adecuada. Él solo me puso una co...