Capítulo 7

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Había pasado como dos semanas desde que Tarnan había hecho su juramento de lealtad y todavía no sabía cómo sentirme. Tarnan no ayudaba en nada con su actitud, en los entrenamientos siempre estaba a mi lado y aunque no me ayudaba ni me hablaba todos veían que me apoyaba y a la vez me protegía con su presencia de Príus y sus matones. En clase había cogido la costumbre de sentarse a mi lado, cruzábamos un tímido hola y adiós pero siempre se sentaba a mi lado. Pero lo peor era en el comedor, había comenzado a sentarse también en mi mesa, lo que acarreaba una horda de niñatas pululando constantemente a mí alrededor, me daban dolor de cabeza. No quería ni pensar cuando Rem o incluso Arco me preguntasen por esta nueva amistad, no sabía cómo decir lo que había pasado. Tarnan no había vuelto a hablar sobre el juramento y se le veía feliz, relajado, incluso a veces podía ver cómo coqueteaba con las chicas, simplemente parecía feliz de estar a mi lado, como aliviado por haberlo hecho, como si supiese cuál era su sitio. Yo estaba de los nervios, veía planear en mi futuro una bronca monumental o no, la verdad es que estaba muy confundida, el puente que se había establecido entre Tarnan y yo era muy fuerte, ¿qué había hecho?. Cada vez que se me acercaba Rem me escabullía o le ponía una excusa para no hablar más de dos minutos con él. La prueba se acercaba y cada vez estaba más nerviosa, no sabía si había hecho bien o mal con el juramento, no sabía si estaría suficientemente preparada, ¿y si me tocaba luchar contra Tarnan?, por favor, si me lo proponía podía saber incluso cuándo iba al baño el chico!!!

Aquella tarde llamé a Caius para que me recogiese, me llevó hasta las montañas como siempre y salté encima de un risco, quería desfogarme, desquitarme, quería golpear algo hasta que no pudiese moverse, quería realmente una buena lucha contra las lagartijas. En seguida las encontré, o más bien me encontraron ellas y ahí fue donde cometí mi primer error, me lancé hacia ellas en plan Braveheart sin visualizar cuántas había, golpeé a las dos primeras, esquivé sus garras pero una tercera me golpeó con su cola en plena cara, sentí el brutal golpe y creí que me había roto el pómulo en ese momento, no conseguía centrarme, mi cerebro debía estar bailando samba dentro de mi cabeza. Oí un rugido cerca de mí y luego el graznido de las águilas. Algo me tapaba la visión del ojo y me di cuenta que era mi propia sangre que salía de un pequeño corte encima de mi ceja. En ese momento sentí miedo por mí y por las águilas que habían venido a protegerme así que expandí lo que pude mi conexión con ellas y enlacé a las ocho águilas al mismo tiempo, podía ver con sus ojos y con los míos, me limpié la sangre con mi manga y volví a la lucha con las águilas como aliadas, como si fuésemos un solo ser. Derrotamos a unas veinte lagartijas que quedaron dispersas por la montaña donde estábamos, el mayor número hasta el momento. Caius dejó caer el estribo y me cogí a él, cuando llegamos al claro del bosque me disculpé por ponerles en peligro. Caius no estaba preocupado, pero yo sí, menuda imprudencia a días de empezar la prueba. Podía haber hecho daño a las águilas o a mí misma. Estúpida, estúpida aprendiz....

Volví a mi habitación y me duché, el corte de mi cara estaba morado pero no era profundo por lo que le eche un pegote de ungüento, lo peor era mi cara, hinchada desde la sien hasta el cuello, mi ojo se hallaba medio cerrado por la hinchazón y mi labio inferior había duplicado el tamaño, un buen dolor de cabeza se había instalado y no parecía irse, por lo que opté a no cenar en el comedor e intenté dormir lo que pude.

Al día siguiente mi cara tenía un aspecto desastroso, un enorme hematoma cubría mi mejilla y mi ojo definitivamente estaba cerrado, al menos había aprendido algo, nunca te metas en una pelea sin saber todas las opciones.

Brom no me preguntó nada, hice mi trabajo como siempre y me fui, ese día no cogí los panecillos, me iba a pasar un buen tiempo bebiendo solo con pajitas. Cuando llegué a desayunar mis ojos se cruzaron con los de Tarnan, vi sorpresa en su rostro, supongo que intentaba hacer memoria de si me habían golpeado en el entrenamiento y por primera vez hizo uso de nuestra conexión, me dejó sin respiración, ¿la conocía?, me sondeó y vi que buscaba el rostro de Príus por si él era el culpable, cerré mi mente a su escaneo y sacudí la cabeza negando a su pregunta silenciosa. En los entrenamientos como siempre me quedé la última, el dolor de cabeza era intenso y me impedía concentrarme. A la hora de la comida volví a mi habitación para intentar dormir, encima de la cama me encontré una botellita con un mensaje, 'bébelo', reconocí la letra de Tilly, no sabía cómo se había enterado pero obedecí sin dudar, el alivio llegó casi al momento, me adormeció en seguida y caía en un profundo y reparador sueño. Me desperté como siempre con la familiar sensación de que alguien me observaba, esta vez abrí mi mente y busqué algo pero solo pude encontrar oscuridad, si había alguien sabía muy bien cómo bloquearme, era frustrante!. Por las estrellas pude ver que eran pasadas la medianoche, mi rostro se había deshinchado mágicamente aunque el hematoma seguía en mi cara, lo que fuera que me había dado Tilly era increíble, debía pedirle más. Hacía tres días que no pasaba por la biblioteca, estaba repasando algunas estrategias que necesitaba para la prueba por lo que decidí que hasta que no fuese a la herrería me iría a la biblioteca a estudiar. Me preparé y recorrí el camino silencioso y oscuro hasta la biblioteca. Estaba iluminada tenuemente pero lo suficiente para poder moverme sin problemas, me senté en mi sitio y empecé a estudiar. No había pasado mucho tiempo cuando sentí cómo unos brazos me rodeaban, esta vez ni siquiera me asusté, Arco me estaba abrazando. Me besó con mucha suavidad la mejilla herida y luego hizo lo mismo con mis labios.

Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora