Me desperté en medio de la noche con la familiar sensación de que alguien me observaba, a esas alturas había descartado que fuese el dragón original pero aun así me preocupaba que alguien estuviese espiándome o algo. Salí a la terraza a respirar un poco. Las estrellas relucían como faros en la noche, era un hermoso espectáculo. Intenté imaginar cómo sería estar en medio de una batalla, lo más cercano que había estado era una vez que estuve en una disputa por un accidente de tráfico y allí el que se llevó la peor parte fue el parachoques de mi coche. ¿Qué iba a hacer yo en mitad de una guerra?. Volví a la cama y me dejé caer de golpe, lo siguiente que escuché fue mi nombre en labios de las criadas que me urgían a vestirme y prepararme. Después de una buena ducha estaba lista y las seguí a la sala del día anterior donde todos me esperaban, por lo visto hoy no tenía clase. Seguimos repasando una y otra vez, nombres, lugares, estrategias... comimos en un comedor donde se seguía hablando constantemente de lo mismo, sentada en mitad de todos ellos me sentía insignificante, el Rey en el extremo de la mesa hablaba con unos y otros, nadie reparaba mucho en mí. Suspiré para mis adentros, volvía a ser invisible nuevamente, suponía que cuando se casase esa sensación sería permanente, los celos rugieron en mi interior, maldita rubia estúpida, maldito idiota... Levanté la mirada y vi que el rey me miraba extrañado, con un gesto volví a mirar a mi plato avergonzada. ¿Me había leído la mente?, no creía, tenía mucho cuidado de protegerme de todos.
La tarde llegó y me dieron permiso para retirarme, me acompañaron a mi torre donde los aprendices me esperaban sentados en los bancos del parque, al verme me abrazaron y me dieron ánimos para el día siguiente, el día de la batalla. Volví a meterme en mi torre como si me hubiesen sentenciado a muerte. Miré mi cama y a mi alrededor y de repente recordé que tenía que hacer algo....
Me encontraba sentada en el final de la gran explanada, todavía era de noche pero yo ya estaba preparada, no podía dormir y había venido antes. Mis pies se balanceaban por el acantilado mientras que miraba al horizonte, donde el mar se juntaba con las estrellas. Tenía un miedo atroz, nunca había entrado en combate, no sabía si saldría corriendo cuando llegase el momento, tampoco tenía a nadie a quien confiar mis miedos, en la explanada solo estarían las familias allegadas de los jinetes y de los dragones, lo que significaba que estaría sola pues mis padres no estaban, no sabía qué me encontraría pero a pesar de todo no habría nadie a mi lado. Recordé una canción de cuna que trataba de un guerrero con el mismo miedo que yo, no al dolor ni a la muerte sino a no estar a la altura, fallar cuando esperaban tanto de ti. Empecé a cantarla bajito, para mí, mientras seguía balanceando los pies, el cielo iba clareando y yo seguía mirando a las estrellas que lentamente iban desapareciendo. La nana hablaba de las despedidas, del adiós a las familias, del adiós a los compañeros caídos, de las batallas perdidas y las guerras ganadas, la melodía estaba en mi interior, suave, envolvente y al mismo tiempo reconfortante, ecos de voces salían de mi mente, voces que también cantaban la nana. El sol había salido por fin y me levanté cuando solo quedaba una estrofa, sacudí mi ropa mientras seguía cantando y di un salto para volver al suelo de la explanada, la canción murió en mi garganta de golpe. Las voces que había oído eran reales, los jinetes y los dragones estaban allí, habían estado detrás de mí todo el tiempo cantando conmigo, sin darme cuenta habían aparecido y se habían unido a mi canción. Draco en su forma humana se acercó a mí con una tierna sonrisa en la cara.
- Hacía mucho tiempo que no escuchaba esa canción, pequeña. - Me dijo.
- ¿A sí?, es una canción de cuna que nos cantaba mi abuelo - le dije completamente avergonzada.
- ¿Tu abuelo te cantaba una canción de guerra? - se rió ante mi mirada extrañada - esa canción la cantamos sentados frente al fuego en tiempos desesperados, es una canción que nos da esperanza. Hacía mucho que no lo hacíamos, gracias por recordarnos que aún tenemos esperanza - todos asintieron detrás de él - prepárate Senda, es el momento.
ESTÁS LEYENDO
Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)
FantasyLos dragones y sus jinetes vestidos de negro eran temibles. Juntos, el dragón y su jinete era poderosos y letales. Los aprendices como yo vestían de blanco, cuando acabase mi formación un dragón me elegiría si era la adecuada. Él solo me puso una co...