Capítulo 22

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Estaba en una sala completamente blanca, todo lo que veía era blanco, la sábana que me cubría era blanca así como la ropa que llevaba.... ¡oh, venga ya! ¿De verdad vuelvo a estar en el Palacio de los Sanadores?. ¡Esto estaba convirtiéndose en una mala costumbre!. Me levanté y vi que mi cuerpo había sido curado como siempre. Me miré en el espejo que había en la habitación, vale, todo en orden. Supongo que ahora venía la bronca en la sala del Consejo.... Decidí no perder el tiempo y presentarme yo misma al Consejo, se había vuelto una rutina así que...

Fui caminando hasta el Palacio y me dirigí hasta el Consejo, la gente que me cruzaba me miraba y me señalaba, me paré delante de un escudo pulido, no llevaba nada fuera de lugar y mi nariz no estaba manchada, ¿por qué me miraban?. Entré en la sala del Consejo sin ser anunciada.

- Vale, terminemos con esto, ¿cuál es mi castigo? - la sala estaba vacía... eso era nuevo. - Hola?, hoooolaaaaaa!, de acuerdo, mola! Por una vez no hay consecuencias, genial!

Salí fuera del castillo, había relativamente poca gente porque estaba amaneciendo, la gente me seguía mirando según me la encontraba, ¿qué pasaba?. De repente vi al Maestro Dorc que cruzaba uno de los pasillos, me quedé parada... no quería verle, me resultaba violento hablarle tras su juramento pero... los monos! ¿qué habría pasado con ellos?, así que corrí detrás de él.

- Maestro Dorc, Maestro! - llegué hasta su altura, Dorc me miró asombrado.

- ¡Senda!, ¿qué haces fuera del Palacio de los Sanadores? - luego me miró acusativo - has vuelto a escaparte, ¿verdad?

- Mmmmnnnn... pues un poco - admití - pero fui a la Sala del Consejo y no había nadie.

- Estuvimos reunidos hasta tarde ayer, tu curación fue más lenta de lo que se pensaba, hoy nos volveremos a reunir.

- Maestro... ¿no podéis decirme cuál será mi castigo ahora?, así podré cumplirlo y...

- ¿Castigo? Senda, ¿por qué crees que te vamos a castigar?. Salvaste a los aprendices y a los cachorros, salvaste esos niños monos y has ayudado a reubicar a su pueblo, ¿por qué crees que te vamos a castigar?, ¡eres una heroína! - me dijo exasperado. Vale... dicho así sonaba bien, pero...

- Fui con los cachorros a pesar de su orden... - le dije.

- Ya, el maese de los cachorros nunca debió llevarte, pero me alegra que lo hiciese, la pérdida de tantas vidas jóvenes habría supuesto un varapalo para nosotros. Hiciste un gran sacrificio pequeña, estamos orgullosos. - Me dijo mientras apoyaba su mano sobre mi hombre.

- Espere, ¿han reubicado a los monos??? - pregunté sorprendida.

- Estamos en proceso sí, al bosque detrás del hayedo, es un bosque grande con árboles altos donde estarán bien y protegidos dentro de nuestras fronteras. - Me dijo sonriendo.

- Genial... - dije.

- Senda, ve a desayunar, seguramente luego el Consejo te llame para que acudas, ve pequeña - me urgió.

Me fui a desayunar contenta, los monos estarían bien, quizá no en su hogar pero sí a salvo, además estarían lo suficientemente cerca como para que pudiese visitarles, y lo principal.... Conocían una forma de luchar contra los dragones!!! El día se había puesto interesante.

Al final se me había hecho un poco tarde por lo que cuando entré en el comedor todos los aprendices estaban allí, me senté en mi mesa donde Tarnan, Príus y los demás estaban sentados y desayunando.

Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora