Me había duchado y mi ropa estaba preparada encima de mi cama, el círculo negro a la altura de mi pecho se había ampliado hasta teñir todo el peto de negro. La primera de mi grupo. Bajé al comedor a comer saltando como una niña pequeña, luego tendríamos un discurso de los maeses y nos reuniríamos con los demás en una fiesta en el castillo para los aprendices y sus casas. Entré en la puerta del comedor y me quedé parada de golpe, mi mesa, mi vacía mesa estaba llena de gente sentada, de pie, era sin duda en la mesa donde más gente había de todas las mesas. ¿Y ahora?, ¿dónde demonios iba a sentarme yo?. Me acerqué lentamente y vi que Tarnan estaba sentado donde siempre, a su izquierda había dos sitios vacíos, mi sitio estaba vacío, suspiré aliviada y me senté a comer como siempre, me metí un panecillo en la boca de un bocado, tenía hambre. De repente la silla que quedaba vacía a mi izquierda se movió y se sentó Príus, me atraganté con el panecillo al verle, éste empezó a golpearme la espalda hasta que lo escupí.
- ¿Qué?, ¿qué haces aquí???? - le pregunté sorprendida.
- Comer, tengo hambre - me dijo tranquilamente.
- Pero es mi mesa - le dije - una mesa Morlan - recalqué.
- Es en la mesa donde comes tú, por lo que es también mi mesa - me dijo Príus con tranquilidad y empezó a comer.
Me quedé mirándole por unos instantes y luego encogí los hombros, ¡qué demonios! Que comiese donde quisiese. Fue una comida divertida, hablé, reí, conté y escuché. Casi todos los aprendices de mi clase estaban allí, revivimos las batallas. Fueron buenos momentos.
Nos reunimos luego en el gran salón donde Dorc dijo unas palabras, felicitó efusivamente a los iniciados por haber conseguido el logro de ganar a las clases superiores. Luego pasamos al salón de baile, allí estaban todas las familias de las distintas casas, y en un trono sentado se hallaba el Rey hablando con varios consejeros.
Cuando llegamos al salón los aprendices se dispersaron para buscar a sus familias, yo me di cuenta entonces que no tenía a nadie a quien buscar por lo que me quedé parada en una esquina sin saber a dónde ir, mi preceptor apareció de la nada para darme conversación, me sentí profundamente aliviada de poder hablar con alguien conocido. Príus apareció por un lateral seguido de un hombre que era exactamente igual que él solo que una versión más madura. Tenía una mirada seria y un poco cruel... el padre de Príus, ¡oh! ¡Venga ya!, ¿por qué yo?.
- Senda hija de Morlan, te presento a mi padre Aprius, hijo de Zalta - muy originales con los nombre no eran, eso sin duda - quería conocerte... - Príus bajó la mirada por un momento - ¡genial, genial! Pensé, ahora era cuando empezaba el discurso de yo soy un maravilloso Zalta y tú una miserable Morlan....
- Gracias Morlan - me dijo con voz seria - gracias por ayudar a mi hijo en el primer combate, me alegro que tomases esa decisión. - Me quedé mirando al padre de Príus con la boca abierta, ¿me acababa de dar las gracias? - Mi hijo me ha contado lo que... ejem - miró a Rem - lo que habéis hablado entre vosotros y estoy de acuerdo - si mi mandíbula pudiese desencajarse en esos momentos lo habría hecho - estoy orgulloso de lo que ha conseguido, lo que habéis conseguido. - Dicho esto, se dio media vuelta y se marchó. Príus me lanzó una tímida mirada y le siguió.
- Ver para creer, un Zalta dándole las gracias a una Morlan, ¡guau! - dijo Rem.
- ¿Preceptor Rem? - le inquerí.
- Dime Senda - tenía una copa en la mano de la que bebía a menudo.
- ¿Por qué soy una Morlan? - Rem se atragantó y el líquido salió disparado de su boca, se puso a toser, mirándome como si estuviese loca. - ¿Rem?, ¿quién decidió que perteneciese a esa casa?, ¿el rey?.
ESTÁS LEYENDO
Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)
FantastikLos dragones y sus jinetes vestidos de negro eran temibles. Juntos, el dragón y su jinete era poderosos y letales. Los aprendices como yo vestían de blanco, cuando acabase mi formación un dragón me elegiría si era la adecuada. Él solo me puso una co...