Draco volaba en su forma de dragón por las Tierras Yermas, siguiéndole cuatro de los viejos dragones sin jinetes, en el cielo formaban una perfecta V invertida dejando una estela tras su vuelo. Era la quinta vez que recorrían aquellas tierras baldías en busca del aprendiz. ¡No había nada!, como las veces anteriores no encontraron nada, debían volver al castillo a informar al Rey pero en vez de eso Draco aterrizó. Se transformó nada más tocar el suelo en su forma semi humana y gritó al cielo. El resto de los dragones aterrizaron transformándose en humanos.
- Draco, ¿cuáles son tus órdenes? - le preguntó uno de ellos.
- Volveremos al castillo, no hemos encontrado nada hoy - respondió el dragón con rabia contenida. Uno de los dragones avanzó varios pasos.
- ¿Qué haremos si no la encontramos? - preguntó dudoso.
- Lo haremos, tenemos qué encontrarla - respondió Draco, luego musitó al desierto - ¿dónde estás pequeña?.
_._
Jack, el salamandra al que me habían entregado era un tipo legal, pero un maldito sádico. Llevaba cuatro horas blandiendo una especie de garrote con lo que peleaban las salamandras en su forma humana. Era de madera petrificada, largo y oscuro, al final del garrote habían colocado colmillos de lagartijas muertas, afilados y curvos, lo que le confería un aspecto realmente aterrador. Después de cuatro horas el aspecto seguía siendo igual de aterrador pero ayudaba que ya no sintiese los brazos.
- Para Senda, no estás en posición - me dijo Jack al volver.
- ¿Posición?, lo que no sé es cómo no se me han caído los brazos - contesté.
- Vale, vale, descansa un poco - me dijo. Me derrumbé en el suelo y me acercó una cantimplora para beber agua, me bebí toda la cantimplora de un trago.
- Gracias - le dije al devolverle la cantimplora vacía. Me quedé mirando la arena donde entrenábamos, había varias salamandras con distintos maestros que hacían lo mismo que yo, solo que ellos se podían transformar en salamandra y yo no... Al fondo los monjes nos observaban con detenimiento, sobre todo a mí, siempre me estaban observando... - Oye, los deformes, los monjes, ¿por qué nos observan tanto?
- Los amos nos protegen Senda, ya lo sabes - contestó Jack sin vacilar.... Ja! Hubiese jurado que no se lo creía.
- Serán tus amos, salamandra, yo no tengo amo ni señor - le dije también sin vacilar. Jack se me quedó mirando, luego me sonrió levemente y me dijo - Te he echado de menos. - Me sorprendió, ¿cómo vas a echar de menos algo que no conoces?
- Espera, ¿me conoces?, ¿me conocías antes? - le pregunté.
- Te conozco desde hace bastante - me dijo escueto.
- ¡Vaya! ¿y siempre he sido así? - me señalé - no... no tengo recuerdos de casi nada...
- Senda... ya lo sabes, los hijos de salamandra que no se transforman sois todos así....
- Sí, ya lo sé, escoria humana. - me volví a mirar a los monjes - Ya lo sé... Pero aún así ellos no tendrían que tratarnos como nos tratan. Ese poblado, donde me encontraste, no sabes lo que ocurre allí.
- Olvídalo, solo piensa que aquí tienes una buena vida Senda - me dijo poniéndose en pie.
- ¿Y ellos?, los que quedaron en el poblado. Había niños, Jack, niños pequeños que no sobrevivirán. Los menos afortunados nos arrastrábamos a los agujeros para intentar no congelarnos por la noche, los que tenían suerte podían dormir bajo. Ni las ratas se nos acercaban, sabían que las atraparíamos y nos las comeríamos. ¿Por qué ellos no pueden tener una buena vida?, ¿por nacer diferentes?.
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Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)
FantasyLos dragones y sus jinetes vestidos de negro eran temibles. Juntos, el dragón y su jinete era poderosos y letales. Los aprendices como yo vestían de blanco, cuando acabase mi formación un dragón me elegiría si era la adecuada. Él solo me puso una co...