"Me tengo que levantar...", pienso, sino lo hago no conseguiré comida para hoy. Me duelen los hombros, la espalda me mata... Me arrastro desde mi agujero hasta ver las estrellas que se empiezan a difuminar en el cielo. "Tengo que moverme..." me digo, sino me quitarán la comida. El poblado está desierto, "¡estupendo! Un día más lo he conseguido". Llego hasta donde nos echan la comida, un enorme tronco partido a la mitad, todavía no han llegado y me siento apoyándome en él. Pronto llegarán.... Compruebo que llevo mi bolsa para coger esas horribles gachas que nos dan para comer, odio las gachas. La gente del poblado empieza a moverse, algunos se dirigen hacia donde estoy yo por lo que saco mi cuchillo, es mi posesión más preciada, lleva un bonito escudo y su acero jamás se mella ni oxida, creo que está forjado con aliento de dragón, pero también puede ser una fantasía mía. Me levanto y gruño a los dos primeros hombres que se acercan, ya hemos tenido más peleas por la comida y al final he conseguido que no se metan conmigo y me dejen llenar la bolsa con las malditas gachas. Se colocan como siempre al otro lado del tronco, bien. El resto de la gente del pueblo se empieza a agolpar detrás de nosotros. Las salamandras traen el tonel con las gachas y lo esparcen en el tronco. La lucha comienza, doy codazos a diestro y siniestro para meter mi bolsa y llenarla de la preciada comida, ahora el problema es salir del gentío. Doy un par de golpes y salto encima de la gente, afortunadamente caigo al otro lado. Voy andando mirando a un lado y a otro para evitar un ataque. De repente la veo, una mujer joven con un niño pequeño de unos tres años cargado a la espalda, he escuchado llorar al niño toda la noche, debe tenerlo enfermo. Está situada de las últimas, cuando llegue al tronco la comida habrá desaparecido, intento irme pero no puedo... avanzo hasta ella, le abro la bolsa y dejo caer en ella casi toda mi carga de mis preciosas gachas, hoy creo que me tocará chupar el cuero. Musita un 'gracias' y me alejo sin hablarla, me maldigo mientras tanto, que estúpida soy.
- Siempre haces lo mismo, llegas la primera y luego repartes tu comida con los demás - me dice un salamandra con su bolsa repleta de gachas.
- Si te acercas te destripo - le contesto de malos modos.
- No te preocupes humana, he visto lo que ocurre cuando alguien se te acerca. - Se da la vuelta mientras envidio su carga. Me maldigo mil veces más.
Me rugen las tripas, me subo hasta las piedras más altas y empiezo a lamer el interior de mi bolsa vacía, definitivamente hoy toca pasar hambre.
La verdad sea dicha, la culpa de estar en esa situación es mía, aunque bien pensado matar a aquel monje no estuvo nada mal, lo malo fueron las consecuencias, me metieron en aquel agujero tras molerme a palos, todavía arrastro las heridas del látigo en mi espalda y en mis brazos. Bebo de mi cantimplora y miro al cielo ya amanecido... maldita vida... Los monjes dicen que los hijos de las salamandras que no nos podemos transformar somos la escoria, solo servimos para ser criados. Las salamandras son nuestros guerreros, luchan en la guerra eterna contra los dragones, pueden adoptar la forma humana o luchar como salamandras... igual que ellos, los misteriosos dragones... nunca he visto uno pero me han dicho que son salvajes, violentos y sanguinarios. Lo más extraño es que llevan humanos como jinetes, igual de salvajes, esos jinetes no se pueden transformar en dragones, son como yo...., solo que ellos son guerreros y yo... yo soy escoria. Suspiro para mis adentros, al menos no soy una lagartija, esas son carne de cañón, tienen miles de crías porque los dragones las matan fácilmente, ellas sí que no pueden adoptar forma humana.
Bueno, pues aquí estoy, una huérfana hija de salamandras, el monje al que maté me dijo que me habían abandonado porque no podía transformarme, en este horrible lugar hay muchos como yo, abandonados... Aunque tampoco puede decir que me importe mucho, ser abandonada claro, no estar en este odioso poblado, básicamente porque no recuerdo mucho de mí misma, mi mente es una constante neblina negra, últimamente estoy mejor, al principio del todo no recordaba ni cómo comer. Ahora al menos recuerdo cosas, por ejemplo que puedo luchar, que sé luchar y que sé manejar mi cuchillo, es útil saber defenderse en un sitio como este para alguien como yo. No tengo demasiados recuerdos y no puedo separar aquellos que son recuerdos con las fantasías que me imagino o que sueño... Casi todas las noches sueño con un maravilloso lago de agua fría dentro de una cueva con piedras iridiscentes... hay algo que me espera allí, aunque supongo que ese es mi deseo, nunca he visto más agua que la que sale del caño sucio en el poblado. Al menos recuerdo algo, algo que sí es mío, recuerdo mi nombre... Senda.
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Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)
FantasyLos dragones y sus jinetes vestidos de negro eran temibles. Juntos, el dragón y su jinete era poderosos y letales. Los aprendices como yo vestían de blanco, cuando acabase mi formación un dragón me elegiría si era la adecuada. Él solo me puso una co...