Capítulo 27

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Habían pasado meses desde el último combate, mi esencia no daba pistas sobre cuándo volvería y mis conexiones eran pobres tirando a nulas. Al menos ya no tenía que volver todas las noches a dormir al Palacio de los Sanadores para que me sanasen una y otra vez. Mi cuerpo estaba realmente recuperado. El Rey no había querido que volviese a salir ni en una mísera patrulla, bien pensado sin mi conexión no podía enlazar con los dragones, sin mi esencia no podía defenderlos, ¿para qué necesitaban a un pobre aprendiz?. Arco, por su parte, pasaba el tiempo entre patrullas, pequeños combates y tratados, yo me pasaba el tiempo en los entrenamientos, las clases y mis búsquedas en la biblioteca sobre cómo ganar la siguiente prueba, el poco tiempo disponible lo pasaba con los monos para aprender de ellos. Había veces que pasaban las semanas y Arco y yo nos habíamos saludado fugazmente o incluso no le veía en absoluto... Y le echaba de menos....

- Tarnan, tu informe - le dije cuando ya estábamos sentados en clase - no me lo has dado.

- ¿Puedo dártelo mañana?, tengo que añadir un par de detalles - le miré de mala manera.

- No me gusta que os retraséis, ya lo sabes - le dije.

- Lo sé, lo tendré mañana, te lo prometo. ¿Vas a cenar en el comedor?

- No, hoy no, Kitu me está esperando para entrenar, ¿quieres venir? - le pregunté.

- He... he quedado - y me señaló con la cabeza una bonita morena que estaba sentada al final de la clase con cara de boba.

- Qué te diviertas - le dije riéndome silenciosamente. Me levanté y salí por la puerta seguida de los aprendices.

Draco estaba esperándome como siempre, nuestra conexión seguía siendo fuerte solo que en vez de venir de mí, venía de él, pero seguíamos igual de unidos.

- ¿Qué tal las clases? - me preguntó.

- Bien, como siempre.

- ¿Preparada? - se transformó en dragón y monté sobre él, fuimos directos hasta el bosque de los monos. Allí Kitu me esperaba para entrenar.

- Hola pequeño jinete - me saludó - hoy nos toca patrullar, ¿estás preparada?.

- Por supuesto - le dije.

- Id con cuidado, planearé sobre vosotros como siempre - nos dijo Draco.

Las patrullas de Kitu siempre empezaban por la noche, eran cuando podían ser más vulnerables. Era cierto que desde nuestro último gran combate el ataque de las lagartijas había bajado considerablemente, pero no por eso debíamos bajar la guardia. Con Kitu iban seis monos, yo era la octava en el grupo. Se lanzaron a la espesura del bosque y me lancé detrás de ellos, tras meses de entrenamiento ya no conseguían dejarme atrás ni me costaba tanto seguirles, ahora estaba a su altura. Había tenido que modificar mi calzado y la suela de mis botas había sido reemplazada por una áspera piel de jabalí para poder cogerme sin problemas a los árboles, en mis manos unos guantes con protuberancias me ayudaban a agarrarme de las lianas. Encontramos a dos, las seguimos durante un trecho en silencio y atacamos, cayeron enseguida, mañana volverían para quemar los cadáveres. Me resultaba extraño no escuchar los extraños siseos que emanaban de sus mentes, aquel perenne silencio era más atronador, a veces, que todo el ruido del mundo.

Volvimos a la plataforma de dónde habíamos partido al cabo de las horas. Draco me esperaba en su forma de dragón y me volvió a llevar a casa. Había sido un día productivo.

Me levanté al día siguiente temprano, faltaba poco para la prueba y estaba nerviosa, me jugaba bastante. Esa era la última prueba de formación, a partir de entonces empezaría una nueva etapa, la preparación para la ceremonia donde el dragón escogería a su próximo jinete. Si ganaba esa prueba podría ver a mis padres, ver a mi familia cuando quisiera, lamentablemente me enfrentaba a la prueba más dura y en peores condiciones. Suspiré tras lavarme la cara, iría a ver a Brom, hacía una semana que no me pasaba por la herrería.

Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora