Vigilamos al profesor toda la tarde, le vimos estudiar el libro y consultar sus documentos, también hizo un par de llamadas de teléfono. Nada sospechoso. Cuando salió de noche le seguimos hasta casa en silencio, vimos cómo se daba la vuelta varias veces en cuanto escuchaba algún sonido extraño pero llegó sin problemas. Vivía en una bonita casa cerca de la universidad, una esposa y dos hijos de corta edad formaban la idílica familia del académico. Era noche cerrada cuando vimos entrar en su casa a dos hombres cubiertos por gruesos abrigos.
- Druidas... - dijo Draco a mi lado.
- ¿Cómo lo sabes? – pregunté.
- Apestan a muérdago y roble, ¿no los hueles? – inhalé el aire de la noche y un ligero aroma a naturaleza vino a mí.
- Vamos, la mujer y los niños duermen, puedo hacer que no se despierten. – le dije a Draco.
- Los druidas son peligrosos, pequeña. Hay que tener cuidado.... – me dijo el dragón, asentí y volamos hasta la puerta de atrás de la casa. Entramos en silencio, se oían voces en la parte delantera de la casa. Enlacé con la familia Campbell y les hice dormir.
- ¿Estás seguro que eran dragones? – preguntó uno de los hombres al profesor.
- Sí, tenían el aspecto que dicen las leyendas. La mujer era increíblemente hermosa con cabello color miel y ojos cuajados de estrellas. El hombre parecía su protector, muy alto y viejo como el tiempo, no tenían arrugas, ni marcas, ni cicatrices.... Nada.... Ella podía controlar a su antojo una especie de cosa negra como el petróleo que movía como si estuviese viva. Se metió en mi mente, en lo más profundo de mi ser.... – se restregó los ojos como si recordase algo, supuse que recordaba las torturas que le hice ver.
- Ella debía ser el jinete y el otro el dragón – dijo el otro hombre. Ninguno de los dos se había quitado los abrigos, vi que arrastraban unas cuerdas y me tensé. A mi lado Draco hizo lo mismo.
- ¿Por qué querían saber del vellocino? – preguntó el primer hombre.
- Decían que querían encontrarlo, me preguntaron la localización exacta, la mujer me dio un libro escrito por un argonauta.
- ¿Has encontrado algo? – preguntó el segundo hombre.
- Creo que sí, un nombre que antes no había visto Kolkheti – recordé haber visto ese nombre, era un pequeño parque natural con un lago de agua marina cerca de la costa.
- No les digas nada.... Hablaremos con el cónclave. Esto no traerá nada bueno – dijo uno de ellos.
- ¡Pero me amenazaron!, ¡amenazaron a mi familia! – gritó el profesor.
- Caballeros... creo que estas formas no son las adecuadas para presentarnos – dije saliendo de la oscuridad. Draco salió detrás de mí en su forma semihumana.
Ocurrió muy deprisa, el profesor dio un grito y se escudó detrás de una mesa, los dos hombres se quitaron sendos abrigos dejándonos ver sus rostros. Eran viejos guerreros, unos horribles tatuajes azules les cruzaban el rostro haciendo dibujos tribales, avanzaban por su cuello para desaparecer en unos ropajes parduzcos y verdes que les permitirían camuflarse en un bosque sin problemas. Sacaron una especie de hoz de oro solo que con la empuñadora cambiada para poder utilizarla como un puñal. Uno de ellos se lanzó hacia mí y extendí mi esencia a modo de pared. La hoz de oro la cortó como la mantequilla y siguió avanzando hacia mí, el otro se dirigió a Draco al mismo tiempo. Éste dio un rugido y lanzó al otro hombre a través de la habitación hasta estrellarse contra la pared. Luego se dirigió hacia el que venía hacia mí y lo cogió por el cuello, subió su brazo con intención de hundirlo en el pecho del druida.
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Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)
FantasyLos dragones y sus jinetes vestidos de negro eran temibles. Juntos, el dragón y su jinete era poderosos y letales. Los aprendices como yo vestían de blanco, cuando acabase mi formación un dragón me elegiría si era la adecuada. Él solo me puso una co...