Capítulo 8: "Debes aceptarlo"

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Pasado

Niza – Francia.

Sebastián


Respiré profundo viendo el hermoso paisaje que tenía frente a mí. La naturalidad de la vista no me daba la paz que tanto ansiaba, y estar tan lejos de casa no me hacía sentir la libertad que deseaba. Estaba cansando de toda esta mierda.

Era un hecho de que comenzaría en Leyes en Columbia University, y todo gracias a ella

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Era un hecho de que comenzaría en Leyes en Columbia University, y todo gracias a ella.

Era un hecho que fue una estupidez fingir mi muerte, y todo gracias a ella.

Era un hecho de que estaba odiando más y más a la vida, y todo gracias a ella.

Y era un hecho de que era un imbécil, y todo gracias a mí.

Volví a respirar, esta vez con dificultad. Prácticamente me ahogué tanto en la frustración y en el dolor que su partida me causó, que con eso, fue suficiente para chantajearlos a todos para que me ayudaran a fingir mi muerte.

No me interesó que el día de mi supuesta muerte ella estaba planeando regresar, no me importó su dolor y mucho menos su bienestar. No me importó nada.

Y ahora estoy aquí, después de un año en la universidad disfrutando de mis lindas y hermosas vacaciones, tratando de sacarme de la mente los seis meses que Savannah fue a llorar a mi tumba, y tratando de olvidar ese día en el que estaba a punto de descubrirme.

Ese día no supe como sentirme, si frustrado por saber que ella podía saber que estaba mintiendo, o aliviado de reconocer que ella aun no me olvida... o me olvidaba. Hace un mes no se aparece por New York y eso me tiene algo ansioso, impaciente... preocupado tal vez.

—Señor —me llamó Peter, mi guardaespaldas.

—¿Si? —dije volteándome hacia él y dando un sorbo de mi piña colada.

—Señor —suspiró— es mejor que no se exponga tanto. Sabe que los chismes no tardan en llegar a oídos no deseados.

—Claro, ya voy a entrar al hotel... y gracias Peter.

Peter me caía bien, sabía hacer su trabajo y su discreción me sorprendía. Era como mi Tayler.



Salí de la ducha y no pude dejar de sonreír cuando me vi en el espejo. Creo que por fin le cumplí el sueño a Danielle, al fin había cortado mi cabello, al fin parecía un hombre de veinte años. Admito que había bajado de peso al enterarme que se había ido, incluso agarre varias enfermedades, pero ahora... ahora me veo bien, con mi cabello bien cortado por los lados, algo más de peso y más músculos, y por supuesto todo mi brazo derecho tatuado. Esperaré a que Richard termine de ponerle color a los restantes para luego empezar con mi brazo izquierdo.

Almas Perfectas Destinos Imperfectos. PI#2 EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora