Antes de empezar el capítulo, queridos readers, déjenme decirle que creo que este será el último capítulo, no es que sea el final de la historia pero pienso parar un momento y darme un respiro...
También creo que soy mala persona por jugar con sus sentimientos de esta manera, puesto que es mentira, jamás pararía la historia, aunque me tarde, no la pararé...
Ámenme que yo los amo ¿está bien?
Este capítulo es especial porque ustedes son especiales, espero que lo disfruten, prometo subir más seguido esta vez y hacer maratón navideño.
Por cierto ¡Bienvenido el mes más bello y hermoso del año!
***
Savannah caminaba de un lado a otro sin saber qué hacer, después de enterarse que estaba embarazada y que ese bebe era de Sebastián, tenía que cortar lo más pronto posible ese vínculo que se había creado. Al estrujarse los dedos se dio cuenta que le faltaba algo...
Maldito Sebastián, no le había devuelto el anillo de compromiso que le había dado Nico antes de irse a New York. Ahora ¿que se supone que le devolvería a Nico?
Nico estaba entrenando, o al menos eso le había dicho, y ella según se había ido de compras con Jud, pero todo fue mentira... por partes de ambos. Lo que no sabía Nico es que Savannah estaba en casa, y lo que no sabía Savannah era que Nico estaba en su despacho, reunido con su agente...
La principessa sentía que las paredes de su habitación se cerraban, se había metido en un gran lio al intentar disimular un amor que nunca había muerto, al aceptar estar en brazos de otro hombre cuando su corazón siempre le ha pertenecido a uno solo.
Salió corriendo al baño para despejar su estómago vacío, había tenido náuseas y no precisamente por el embarazo.
Bajó las escaleras y fue por zumo de naranja que últimamente se estaba volviendo su preferido, le preguntó a Martina que quién estaba en casa puesto que se oían voces desde el despacho, caminó despreocupada hasta donde se encontraba su supuesto futuro marido, se paró para dar un sorbo pero se quedó ahí, de pie, escuchando la conversación.
Estando ahí se dio cuenta, que la verdadera Savannah era esa, intrépida y chismosa, una que había dejado atrás hace mucho y que solo con el hombre correcto, podía ser quien era, simple, sencilla, preocupada.
Simplemente Savannah siendo Savannah.
«Debes de convencer a Savannah de que se casen antes de octubre, es importante que te cases antes de que se acabe este semestre Nico y lo sabes», una voz grave con un italiano perfecto entró por los tímpanos de la pequeña Black. «No puedo presionarla, y menos ahora que se vio con el idiota de Sebastián ¿es que no ves que hasta dejó al par de mocosos con él? Savannah era capaz de soportar cualquier cosa, menos que hablaran así de sus hijos, de ellos no.
Siendo tan Savannah iba a entrar gracias a un impulso, pero su astucia fue más rápida y se quedó detrás de la puerta, escuchando con atención la conversación.
«Eres un descarado Nicolás, te has estado viendo con Giorgia desde hace más de dos años, y le piensas críticar a tu futura esposa de las vacaciones que se ha dado con su familia» Savannah no sabía si molestarse o sentirse feliz, no sabía si sorprenderse porque Giuseppe, el agente de Nico, lo haya llamado Nicolás o le haya escupido esa verdad.
«Ese no es el maldito punto y lo sabes, necesito casarme para poder pagar la deuda, si no es así, no iré con el Bayern, no me dejaran jugar en el Milán y lo peor... no quiero aparecer en las noticias otra vez y mucho menos por algo bochornoso» Savannah agarró fuerte el vaso, no sabía si sentir pena, molestarse o reírse de la desgracia de Nico.
«Te dije que pagaras los benditos impuestos y que hablaras con tu padre y con Giorgia, se la pasan gastando todo tu dinero, te lo dije Nico, si no los detienes te dejaran en banca rota. Dale gracias a Dios que has firmado contrato, aunque eso no nos debe de mantener confiados ¿Cómo quieres que te explique que nuestro respiro se llama Savannah la billonaria Black?
Todo era por el dinero, todo era por ese asqueroso trozo de papel que más de una vez le jodió la vida. Una vez más la vida la decepcionó, sintió asco por todas las veces que se entregó a él, fue un excelente actor al demostrarle lo mucho que supuestamente la quería, a ella y sus hijos, cosa que ya había descubierto, nunca fue así.
Las personas le daban prioridad a cosas sin sentido, nuevamente miró al cielo dándole las gracias a un ser supremo por darle el padre que tenía, y no por los lujos, sino por los valores.
Vio por la puerta que ambos estaban de espalda, sentados con un vaso lleno de blue label, el whisky preferido de Nico. Abrió la puerta con delicadeza y se situó en todo el marco, siguió escuchándolos hablar, tomando de su zumo de naranja y ellos, ajenos de su presencia seguían conversando, hasta que Giuseppe se puso colorado y luego perdió el color. Todo en cuestiones de segundos, su vaso se estrelló en el suelo y Nico volteo rápidamente.
Savannah sonrió y siguió tomando de su zumo «Pensé que estabas entrenando... cariño», Nico vio todas las alarmas a su alrededor, no sabía que decir, sintió como si le fuesen bajado el pantalón y lo fuesen obligado a orinarse encima. Martina llegó pero rápidamente fue despachada por la orden de su señora «Martina, llama a Jud y dile que nos vamos hoy en la noche, arregla todas mis cosas en un equipaje, dile a Tayler que te ayude. Ah, y por favor dile a Paul que tenga el Jet listo, gracias» todo eso dijo sin dejarlo de mirar, porque Savannah cuando quería ser mala, lo era. «Tú no te mueves de aquí Martina» Nico no sabía que decir, pero sabía lo que tenía que hacer: no permitir que Savannah se alejara.
Como la principessa no sabía a quién se estaba enfrentando, ya no, decidió tocar su medalla, esa misma que la había salvado del peligro unas veces. Martina al recibir la peor de las miradas de la Srta. Black se fue corriendo a hacer lo que le habían encomendado. Giuseppe estaba gélido, sin poder reaccionar, era ese típico hombre machista, pero que no sabía rebelarse ante una mujer con carácter y decidida, el típico hombre machista pero cobarde.
«Principessa, escucha, todo esto tiene una explicación...» Savannah le sonrió con la mejor de las sonrisas «Nico, tranquilo, te devolveré el dinero de la sortija y te daré algo extra por hacerme nuevamente una mujer libre, de verdad, muchas gracias» se fue de ahí dejando claro que no quería ni que la siguieran y mucho menos las explicaciones inéditas. Se detuvo a medio caminar y se giró «Ah y Nico, creo que es lo mejor para los dos, creo que tú tampoco quisieras casarte con alguien que está esperando otro bebe, que sigue sin ser tuyo. Te quiero».
Ahora si lograba respirar, ahora si se sentía viva, por fin... Savannah era libre.
ESTÁS LEYENDO
Almas Perfectas Destinos Imperfectos. PI#2 EDITANDO
RomanceCuando el problema no es el amor entonces ¿Qué lo es? Un amor tan inmenso sumergido en dos almas tan perfectas, toman destinos muy imperfectos. Savannah tomó un vuelo. Sebastián tomó una decisión. Las mentiras junto a un buen escenario fueron cómpl...