Capítulo 24: "Ni en noviembre, ni nunca"

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Presente

Milán – Italia

Savannah

Un mes después yo no le había dicho nada a Nico. Creo que en el fondo él sabe que nuestra relación esta algo quebrada, hay una grieta en lo nuestro gracias a mí y eso es algo que él sabe desde hace años.

Por otra parte mis principitos estaban más felices que nunca con su padre en New York, no había un día en el que no me echaran sus cuentos por Skype... hasta ahora, han arruinado tres maquetas de Jared con ayuda de Simba y Ted. Le han hecho una broma a Sebas con ayuda de Nat y otra a Liam con ayuda de Sebas... una cadena de inmaduros haciendo estupideces.

En el fondo me alegraba escucharlos tan entusiasmado. Me hace feliz lo relucientes que se escuchan y se ven cuando hablan de su "papi Sebas".

Aun teniendo ese perfecto panorama esperándome en New York, tenía a Nico y por más que sea no encontraba las palabras para no herirlo. Sin embargo, sé, que estaría más aliviado si le digo la verdad antes que continúe con esta mentira que a él le hará más daño y a mí no me dejara vivir en paz.

—Mia regazza, despierta —su italiano en mi oído hizo que me estremeciera y me sintiera mal.

Desde que llegué no hago más que fingir que todo está bien, rechazarlo en la cama con la excusa que me siento mal —que no es del todo mentira— y evitándolo.

Nico no se merece esto.

—Nico, amor, son las siete... tengo que aprovechar que mis niños no están, déjame dormir solo un poco más.

Se rió en mi oído y mordió el lóbulo de mi oreja. Me dio un beso en la frente y se despidió de mi.

Tenía que decirle la verdad, cuanto antes.

***

—Párate Savannah, maldición nunca cambias. Deja de ser tan floja —esa voz jamás se me olvidará ya que con esa misma expresión me despertaba todos los días.

—Jud, Nico se acaba de ir, déjame quieta.

— ¿Nico no tenía que ir hoy a firmar contrato temprano?

—Si, por eso digo... se fue a las siete de la mañana y mira —dije echándole una ojeada al reloj— son las siete y cuarenta y cinco.

—Sí, de la noche, idiota.

Me senté abruptamente y me maree. Últimamente he estado más cansada de lo normal.

—Mierda, vas hacer que dé a luz antes de tiempo —se quejó sentándose en la cama.

—Deberías de calmarte, mamá diva.

—Necesito que me ayudes con eso, con el babyshower y todo lo que tengo que organizar ¡Tú ya has pasado por esto!

—Judith, respira.

—Antonella me llama diciéndome que no abres la puerta de tu habitación y que no has bajado en todo el día, eso me preocupó, pensé que de tantos problemas preferiste simplemente abandonar este mundo.

Pero que drama.

—Tengo dos hijos, Pigie ¿Cómo se te ocurre?

Decidí entonces pararme de la cama y volví a marearme.

—¿Qué se supone que te está pasando? Savannah...

—¿Qué me pasa de qué?

—¿Qué pasó en New York?

Almas Perfectas Destinos Imperfectos. PI#2 EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora