«¿Estas segura de que te quieres casar con aquel idiota? Digo, me cae de maravillar pero yo te quiero solo para mi» Spencer tenía claro una cosa, intentar que Savannah no llegara al altar y salir huyendo con ella al otro lado del mundo, ver como su hija se iba comprometer a otro era duro. Esa pequeña, esa princesa que lo motivo a ser el hombre que era, su verdadero tesoro, su debilidad ante sus ojos vestida de blanco le causaba cierto orgullo y dolor en el pecho que no sabía como describirlo. Entregarla a Sebastián fue la parte que más disfruto y verla feliz también. Savannah y Sebastián se casaron en Alemania, fue una boda sencilla y privada, única y de ensueño, plenamente perfecta. La luna de miel fue en Shangai y para cuando estaban de vuelta a casa, Chiara ya se estaba empezando a formar en ese vientre que estaba ya plano.
El inicio del tercer embarazo de Savannah, fue el inicio de esa enfermedad que estaba empezando a atacar a Spencer, silenciosa, maldita y mortal»
—¿Cómo se supone que la están pasando? —Chiara tenía un vaso con una bebida azul.
—Pues bien Frambuesa, ¡felicidades! —Aisha era una chica vibrante, su color castaño y sus ojos color tormenta hipnotizaban a cualquiera.
—Alice, ¿Cuándo te vas a dignar a salir con Cesar Maximilian? —Chiara, igual que su hermana, sin rodeos.
—Somos como primos, crecimos juntos —se justificó.
—Para nada, que haya un vínculo entre nuestros padres, no quiere decir que lo haya entre nosotros. Además es adoptado, y mierda Cesar está más lindo que nunca y siempre se ha babeado por ti, ¿viste su nuevo tatuaje? Son las ondas de un electrocardiógrafo y en el medio hace la forma de un corazón ¡Obvio es por ti, Alice! Se lo fue a hacer con el tío Sebas.
Aisha estaba emocionada con la idea y Chiara no hacía más que poner a su hermana nerviosa, la condenada sabía que Alice desde que tenían catorce se moría por Cesar Maximilian.
—Y... eso no tiene nada que ver con su carrera porque comenzó en politología.
Chiara le seguía echando leña al fuego.
En eso, el apuesto hijo de los Johnson Lewis apareció. Sus ojos negros eran profundos y cuando sonríe, se le hace esos hoyuelos en su cara cuadrada resaltando su manzana de adan. El hombre estaba para que se lo cogieran ahí mismo.
Aisha y Chiara se fueron, dejándolos solos, solo porque esta vez, ambos den ese paso que todos en la familia han estado esperando.
—¿Qué hacen los tres juntos? —El trio dinámico que le pone los pelos de punta a Savannah se sobresaltaron.
—Vas a matarme, yo nada, ¿es que ahora no puedo compartir tiempo con mis sobrinos? —hace unos meses Swayer ha estado sumamente amargado. Se había ido el joven empresario, sí, pero quedo su heredero, y no solo el pequeño Black era el icono de todo el imperio —junto a su hermana— sino que también era el joven soltero más apuesto y billonario del mundo. Su amargura viene a que se cogió a su secretaria, Octavia. Un año menor que él, una mujer luchadora que sabe lo que es ganarse las cosas, estaba justo en frente de él ignorándolo.
Swayer no era el típico jefe intimidante, pero desde pequeño le ha encantado estar en el lugar que estaba su padre, que ahora, le corresponde. Se desenvuelve tan bien, de forma tan espontanea, que verse abatido ante la brillante ingeniosidad de Octavia lo trae furioso, si, se la cogió. Pensó que era cosa de una noche, se lo dejó claro, ella lo había aceptado. Pero el, el no.
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Almas Perfectas Destinos Imperfectos. PI#2 EDITANDO
RomanceCuando el problema no es el amor entonces ¿Qué lo es? Un amor tan inmenso sumergido en dos almas tan perfectas, toman destinos muy imperfectos. Savannah tomó un vuelo. Sebastián tomó una decisión. Las mentiras junto a un buen escenario fueron cómpl...