Capítulo 31: "No todos podemos ser felices"

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Readers

Primero que nada, feliz navidad y felices fiestas, espero que la estén pasando de maravillas. Segundo, este capítulo como otros tendrá errores puesto que lo estoy escribiendo desde el teléfono.

Espero que les guste, ciertamente nos estamos acercando al final y ni siquiera sé como sentirme al respecto. La otra buena noticia es que tengo un nuevo libro en mente, diferente y un poco innovador. Espero que me apoyen en ese como en éste, y de igual forma, que les guste.

Este año cerramos con este par de imperfectos, y en el 2017 se vienen cosas buenas.

Los amo, y muchas gracias.


Presente

Boston - Estados Unidos

Sebastián

Esto definitivamente era una buena jodida vida.

Despertar abrazado a la mujer que amas, sentir entre tus manos a tu bebé en su vientre, y tener a un par de gemelos que te hacen la vida más complicada de lo que ya la tienes, es jodidamente maravilloso.

Absorbo el aroma de su cabello una y otra vez, me encanta que entienda que no siempre es sexo y que solo me fascina tenerla así, tan íntima, tan desnuda, tan mía en todo los sentidos.

Acomodo su cabello y la observo mientras duerme, su respiración tan pausada me calma, me llena de paz. Con mi índice recorro sus curvas y llego hasta sus caderas. Sigo acariciando y termino con mi mano en su hermosa y redonda barriga.

-Dejate ver, mi vida -susurro, implorando saber el sexo de mi bebé.

Savannah tiene casi seis meses de embarazo y aun no sabemos de que color hacer el babyshower, o si hacerlo, en realidad.

El frío en Boston es soportable, ciertamente estas navidades serán las mejores, mi Ángel y yo tenemos tantos planes, aun somos tan jóvenes con una vida prometedora por delante, que organizarnos un poco nos ha hecho bien.

A nadie le cae mal un poco de seriedad en las cosas.

-Mi Sebas, dame frutas -me pidió adormilada.

-Voy a terminar montando una frutería Savannah -mi voz en su oído hizo que se le escapara una sonrisa.

-Tu bebé y yo exigimos que nos des frutas, muchas frutas con chocolate y dulce de leche, anda mi amor, por favor.

-No te has lavado los dientes y estas desnuda, francamente apetecible.

Se sentó y me encaró. Sus perfectas tetas quedaron al descubierto y me dieron unas ganas tremendas de estrujarlas, morderlas, chuparlas y lamerlas que tuve que contenerme.

-No, deja de fastidiarme, dame frutas, hombre maravillas -se paró y se colocó una bata. Tomo un poco de agua y se recostó del marco de la ventana del hotel donde nos estábamos hospedados.

Suspiré porque debía de buscar toda mi paciencia, esa no era mi mujer fantástica, era mi mujer amargada gracias al embarazo.

<<El embarazo no es eterno, Sebas, cálmate>>

- ¿Qué frutas quieres? -rodé los ojos y bufé. Solo un par de semanas, solo un mes más y todo acabará.

A ambos nos tiene a la defensiva no saber el sexo del bebé, que mierda tan desesperante.

-Todas, ya sabes -me dijo con una sonrisa.

Maldita Savannah manipuladora. La amo, coño.

Tomé el teléfono e hice el pedido, cuando colgué escuché unos pasos del cuarto contiguo. Savanah y yo nos miramos y ella se adelantó a abrir la puerta.

Almas Perfectas Destinos Imperfectos. PI#2 EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora